E D I C I Ó N - N ° 1 60 - JULI O - 2 0 1 9

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Las 2 palabras mágicas
Javier Martínez Aldanondo
Socio Cultura de Aprendizaje de Knowledge Works
javier@kworks.cl y javier.martinez@knoco.com

Twitter: @javitomar

 

 

“La magia, al igual que la suerte, no existe. Se trata simplemente de gestionar el conocimiento que es fruto de miles de horas de práctica y aprendizaje

 

Las 2 palabras mágicas no son “Inteligencia Artificial” pero aprovecho qué el vocablo está de moda para tomarlo como punto de partida. El objetivo de la IA es predecir el futuro a partir del análisis de gigantescas cantidades de datos del pasado. Nada nuevo porque todo lo que hacemos en la vida es tratar de pronosticar qué va a suceder a continuación. Nuestro cerebro es un órgano predictor. La inteligencia consiste en tomar buenas decisiones a partir del conocimiento que tenemos sobre lo que sucedió con anterioridad. Un negocio es siempre un ejercicio de predicción: “creo que existe una oportunidad y me arriesgo a invertir para tratar de materializarla”. No se trata de jugar a adivinar el futuro. Hasta que la automatización diga lo contrario, una empresa existe porque cuenta con personas que ejecutan tareas estandarizadas que entregan como resultado productos o servicios que son adquiridos por clientes. Ninguna organización sobrevive si nadie está dispuesto a pagar por lo que ofrece. Para ejecutar dichas tareas, las personas cuentan con conocimientos específicos y se sirven de distintas herramientas (tecnología, materias primas, maquinaria, infraestructura, capital, etc.). Sin duda, es el conocimiento que poseen esas personas concretas, lo que hace la diferencia. Si mañana buscamos en la guía telefónica otras personas con los mismos nombres y las incorporamos, aunque usen las mismas herramientas, la empresa colapsa de inmediato.

 

¿Cuál ha sido la prioridad de las organizaciones? Por un lado, contratar individuos que contasen con conocimientos para desempeñar las tareas. Y por otro, establecer procesos que indicasen la manera en que esas tareas deben realizarse. Ya sabemos que las entrevistas de selección y los curriculums pocas veces detectan conocimiento (entendido como experiencia que permite decidir y actuar). Y los mapas de procesos, si existen, no siempre se tienen en cuenta. Cuando una persona se incorpora a una organización, el mensaje que recibe es: “arréglatelas con lo que sabes y buena suerte” Tu empresa cumple con proveerte de una mesa, una silla, un teléfono, un computador y unos sistemas de trabajo. Sin embargo, descuida el activo más importante: el conocimiento necesario para realizar las tareas. La irrupción de la IA (tecnología que incluye el conocimiento para realizar la tarea que hasta ahora estaba reservado a las personas) implica cambios de tal magnitud que las empresas que quieran sobrevivir tendrán que rediseñarse alrededor del aprendizaje.

 

Para que una empresa multiplique su inteligencia y prospere, necesita conjugar 2 palabras (verbos) mágicas. Pero antes, existe una premisa que es fundamental entender: por más que hablemos de innovación, las organizaciones y las personas hacemos tareas repetitivas. Cada día de la semana laboral, realizas más o menos las mismas actividades desde que te despiertas y te preparas en tu casa, te desplazas al trabajo, regresas y te acuestas. La inmensa mayoría de empresas reconocen que cada día es casi idéntico al anterior y también al siguiente que vendrá. En el caso de los estudiantes, su vida es una rutina interminable… Esta realidad nos conduce a la primera palabra mágica:

 

1. Anticipar. Si hacemos tareas repetitivas, entonces es perfectamente posible predecir, con un altísimo porcentaje de acierto, lo que ocurrirá mañana en cualquier lugar de la organización: los proyectos en ejecución y las tareas planificadas, los servicios que se prestarán, los productos que se fabricarán, los clientes que se atenderán, etc. Esto quiere decir que podemos anticipar con bastante exactitud las actividades que deben ejecutar todos los integrantes de la empresa. Casi ninguna de esas acciones tendrá lugar por primera vez en la vida de la organización, más bien al contrario, se habrán llevado a cabo miles de veces. Y eso significa que también sabemos con precisión qué conocimiento se requiere para poder ejecutarlas adecuadamente. Y esto es así, no por casualidad o por fortuna sino porque la organización cuenta con una vasta historia: dichas tareas se han realizado repetidamente, en distintos lugares, momentos y contextos de forma que la casuística (más aún si la empresa tiene años de existencia) es riquísima. Sabemos qué hay que hacer para evitar errores, qué funciona mejor y qué es recomendable evitar, en qué condiciones llevarlo a cabo, quienes son los más indicados en función de cada circunstancia, etc. A todo este bagaje de experiencia acumulada le podemos llamar “lo que sabemos”. La mayoría de este valioso acervo no se encuentra documentado, sino que reside en el cerebro de los colaboradores y representa el conocimiento que la organización ha acumulado a lo largo de su historia ¿Existirá otro activo más importante que una organización pueda administrar? Lo dudo ¿Somos conscientes de la impresionante ventaja que tiene quien es capaz de predecir lo que va a ocurrir? Puedes adelantarte al resto, influir en los acontecimientos e incluso evitarlos o al menos, estar mejor preparado que nadie ¿Qué debe hacer entonces una empresa inteligente con este tesoro? Proveérselo a sus integrantes. Contar con ese conocimiento y no sacarle partido no solo es un despilfarro, es un suicidio. Por tanto, toda organización necesita crear los mecanismos que aseguren que cuando cualquier persona se apresta a tomar una decisión o realizar una tarea, tiene al alcance de su mano el conocimiento que la organización ha generado. Una alternativa es que esa persona cuente con acceso inmediato y directo al conocimiento mediante 2 vías: 1. El camino directo “¿Quién ha hecho antes que yo lo que voy a hacer?” para poder consultarle, es decir ¿quién sabe qué? y 2. El camino indirecto “¿Dónde hay conocimiento explícito?”, plasmado en documentos en los que puedo revisar lo que la empresa ha aprendido anteriormente, es decir ¿qué sabemos acerca de? Sin embargo, la mejor opción es que dado que la empresa sabe qué conocimiento requieres para realizar la tarea, entonces te lo provee sin que siquiera se lo pidas por 3 motivos: lo tiene, sabe que lo vas a necesitar y sobre todo, quiere que trabajes armado no solo con lo que tú sabes sino con todo lo que la empresa ha aprendido a lo largo de su vida. Ese conocimiento lo llamamos buenas prácticas ¿Cuántas organizaciones equipan a sus integrantes con ese conocimiento colectivo para que trabajen con las mejores “armas”? Muy pocas. En la economía de los intangibles, eso equivale a ponerse la soga al cuello.

 

2. Reutilizar. Dado que podemos estar seguros de que seguiremos haciendo muchas tareas repetitivas, la segunda palabra mágica consiste en volver a utilizar el conocimiento que ya tenemos. Nuestro cerebro es un órgano que busca siempre el ahorro de energía. Las organizaciones, para desarrollar un planeta sostenible, están obligadas a ser eficientes. El conocimiento es por naturaleza un activo renovable y reutilizable cuyo valor se incrementa con el uso. Además, el conocimiento es un elemento dinámico, necesitamos que fluya entre las personas y que no permanezca estático en la cabeza de cada individuo y de esta forma mejorar el desempeño de la organización. En definitiva, hablamos de generosidad: “si yo me beneficié del conocimiento que mi empresa me proveyó cuando me hizo falta, ahora es mi turno pagar con la misma moneda”. Siempre que ejecuto una tarea, me tengo que preguntar: ¿qué conocimiento generé como resultado de lo que hice? Me corresponde entregar lo que aprendí para que otros lo puedan aprovechar. Es un simple ejercicio de reciprocidad. Para que este ciclo ocurra de manera virtuosa, es imprescindible que se produzca una acción de forma explícita y rigurosa: Capturar el conocimiento. Una tarea solo la podemos considerar finalizada cuando procedemos a “cosechar” lo que aprendimos al ejecutarla y que nos podría servir para la próxima vez. Y para que el proceso de captura se produzca siempre como parte inseparable de los procesos de trabajo entran en escena los 3 hábitos para gestionar el conocimiento: reflexionar, sistematizar y compartir. Eso significa que: 1. existen espacios o instancias planificadas regularmente para reflexionar (revisar con mirada crítica tanto lo que salió bien para repetirlo como lo que salió mal para que no vuelva a ocurrir), 2. se registran dichos aprendizajes para sistematizarlos y que no queden únicamente en la cabeza de los involucrados y 3. los conocimientos generados se comparten mediante una labor proactiva de difusión a todos aquellos que pudiesen necesitarlos. A este ciclo lo llamamos lecciones aprendidas.

 

La conclusión es obvia: la supervivencia de toda organización depende de asegurar que el conocimiento organizacional (como patrimonio colectivo y no individual) estará disponible para cada persona y equipo que lo requiera. Cada vez que un integrante se pregunte ¿qué conocimiento necesito para realizar esta tarea y dónde puedo encontrarlo? la empresa debe entregarle una respuesta concreta de manera que pueda llevar a cabo el trabajo. En realidad, las palabras mágicas son 4: Anticipar las tareas que vamos a realizar, proveer el conocimiento necesario para dichas tareas, reutilizar el conocimiento generado tras finalizar cada tarea y para ello capturar los aprendizajes. Por si todavía queda alguna duda, establecer mecanismos permanentes para capturar el conocimiento (aprender) y proveerlo a quien lo necesita es una ventaja competitiva inigualable. Se trata de hacer consciente el aprendizaje. Ser inteligente consiste usar lo que sabemos y aprender lo que no sabemos. En un mundo que cambia vertiginosamente, los procesos rígidos que no consideran el aprendizaje se pueden convertir en una prisión. Terminamos igual que empezamos: la inteligencia artificial es una forma de gestionar el conocimiento ya que contribuye a tomar mejores decisiones proveyendo conocimiento histórico. En otra columna analizaremos si estamos en presencia de estupidez artificial o de inteligencia bruta.

El 27 de agosto en Santiago participaremos en el II Congreso Internacional Actitud de Gestión Organizacional organizado por la Universidad Autónoma de Chile en el panel de la Mirada desde las Personas.

 

 

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