Si
algo le podemos agradecer al Coronavirus es que nos ha obligado a
reflexionar sobre lo que somos y lo que hacemos. Y entre las muchas cosas
que ahora resultan evidentes, la primera es el impacto que tiene la actitud:
Nos hemos demostrado a nosotros mismos, una vez más, que cuando algo nos
importa lo suficiente (o no tenemos más remedio), los obstáculos
súbitamente desaparecen y somos capaces de teletrabajar, hacer deporte en
casa… La típica excusa “no se puede…” siempre fue una mentira
piadosa. Siempre se pudo pero no quisimos, teníamos otras prioridades.
La
segunda es la importancia de la colaboración.
El confinamiento nos ha mostrado lo difícil de vivir aislados (para
el cerebro es igual que pasar hambre) pero no ha impedido que
compartamos más conocimiento que nunca. Nuestro futuro depende
directamente de la capacidad de colaborar de todos los países y en este
momento, del conocimiento que comparten los científicos que buscan
denodadamente una vacuna. Ahora bien, colaborar exige confiar: en las
autoridades, en los expertos, en nuestros compañeros de trabajo, en los
vecinos… Cuando educamos
para competir y obedecer y el éxito laboral depende de derrotar a los
demás, la confianza se resiente.
La
tercera es justamente el valor del aprendizaje.
Cada día aprendemos algo, cada avance se consigue a partir del
conocimiento que vamos creando a medida que aprendemos cosas nuevas. El
problema es que aprendemos de forma improvisada. Cómo expliqué
el mes pasado, esta pandemia nos arrasó justamente porque no le dimos
valor al aprendizaje: No es cierto que nadie la vio venir, había
suficientes antecedentes
alertando de lo que podía ocurrir. Pero decidimos no hacer caso porque
los intangibles
(como la salud, el medio ambiente o el conocimiento) tienen esa
desventaja: como no se ven, pasan desapercibidos hasta que resulta
demasiado tarde. Pero si algo ha quedado establecido es que las neuronas
dominan a los átomos: todo nuestro trabajo es mental. Si el
conocimiento es la llave para salir de esta crisis (desarrollar la
vacuna) y el proceso que produce conocimiento se llama aprender,
entonces, el aprendizaje tiene que integrarse como parte de la estrategia
de personas, organizaciones y sociedad en su conjunto. Aprender no es
para cuando nos sobre tiempo o tengamos recursos. Aprender es igual que
respirar. Aprender tiene que ser nuestro propósito porque nos va la vida
en ello.
No
podemos sentarnos a contemplar lo qué viene, lo tenemos que diseñar. La
incertidumbre crea angustia y el impulso natural es recobrar el
equilibrio: nuestro cerebro es un órgano predictor y necesita
tranquilidad. Es verdad que resulta estresante resolver las urgencias del
presente y al mismo tiempo planificar el futuro. Hemos hecho muchas cosas
bien y es injusto juzgar las decisiones de ayer con el conocimiento que
tenemos hoy. Pero el futuro no se puede improvisar. Volver a lo mismo que
teníamos antes es regresar a lo que nos trajo este desastre. “No
podemos resolver un problema pensando de la misma manera que cuando lo
creamos” (Einstein). Se requiere un cambio de modelo mental. Por eso
el momento de aprender es ahora y no cuando todo haya pasado. Entendamos
el mensaje.
Junto
con otros 4 colegas entusiasmados por el aprendizaje (Oscar Dalmau, Jesús Martinez, Jose Luis Alonso y Joaquim Carbonell) y decenas
de otros especialistas en España y Latinoamérica, hemos realizado un
ejercicio colaborativo cuyo resultado es un manifiesto que tiene un solo
objetivo: situar al aprendizaje en el corazón de las decisiones que se
toman en las organizaciones. Si la obsesión por producir, por competir,
por crecer, por entregar resultados a corto plazo y por medir todo con
criterios de rentabilidad nos han traído hasta aquí, entonces tenemos una
oportunidad única de repensar lo que hemos venido haciendo. Debemos
asegurarnos de que, en adelante, aprender es igual de importante que
hacer. Si todo cambia, entonces estamos obligados a aprender todo el
tiempo.
Si
no es ahora ¿cuándo?
A
continuación les comparto el contenido del Manifiesto y aquí tienen la
web http://culturaprendizaje.org/
Les
invito a leerlo y si se sienten identificados, les propongo que lo firmen
y lo compartan con todas aquellas personas que se quieran sumar a la
causa.
POR
UNA NUEVA CULTURA DE APRENDIZAJE - #culturaprendizaje
Principios
inspiradores para el trabajo del futuro: La cultura de aprendizaje como
eje estratégico para las organizaciones inteligentes.
Dirigido
a todas las personas con responsabilidades en la dirección de
organizaciones y de equipos de trabajo, tanto en instituciones públicas
como privadas.
Aprender es la esencia de la
supervivencia del ser humano. A lo largo de la historia, nos hemos
adaptado a los cambios gracias a nuestra capacidad para el aprendizaje,
no solo individual sino sobre todo colectivo. Somos inteligentes porque
acumulamos y aplicamos conocimiento y aprendemos rápidamente en
comunidad. Y ese aprendizaje, incluye una dimensión emocional y no solo
racional. Parecíamos haberlo olvidado pero el COVID-19 nos confronta con
dos verdades inobjetables. La primera es que la actual situación se
explica porque hemos concedido muy poca importancia al aprendizaje. No es
la primera vez en la historia que sufrimos una pandemia y además existían
antecedentes alertando de una catástrofe como la que padecemos. Y la
segunda es que nuestra civilización es totalmente dependiente del
conocimiento: desarrollar una vacuna es el camino más seguro para salir
de la crisis. El principal activo que gestiona una organización para
aportar valor sostenible es el conocimiento de sus colaboradores y por
ello debe gestionarlo rigurosamente. Llegó la hora de reconocer que un
modelo económico que prioriza la producción y los resultados a corto
plazo no deja espacio para el aprendizaje ni considera otros intangibles
como el medio ambiente o la desigualdad. Eso tiene que cambiar, es
urgente y tal vez no tengamos una mejor oportunidad. Aprender y compartir
conocimiento son las mejores herramientas para alcanzar cualquier
objetivo.
Este diagnóstico no es
nuevo. En los últimos años, han surgido diversas iniciativas invitando a
las organizaciones y a la sociedad a centrarse en las personas y en el
conocimiento, lo que implica transitar de la formación al aprendizaje lo
antes posible. Esta llamada ha calado en un porcentaje todavía
insuficiente de organizaciones. Hoy estamos aprendiendo en carne propia
que todos estamos interconectados en un planeta global y que cuenta con
recursos finitos. En ese mundo, el conocimiento caduca cada vez más
rápido como consecuencia de cambios impredecibles. La única alternativa
para adaptarnos a la nueva realidad consiste en aprender al menos a la
misma velocidad que la que cambia el entorno. En este contexto, es
imprescindible contar con personas y organizaciones que sean capaces de
desaprender y aprender a aprender. Desarrollar cultura de aprendizaje
exige liderazgos que impulsen organizaciones basadas en el intercambio de
conocimiento y la colaboración de sus integrantes.
En esta situación de tanta
incertidumbre, muchas organizaciones que antes competían están dedicando
recursos a colaborar, innovando en modelos organizativos más líquidos y las
personas están demostrando niveles inéditos de compromiso y actitud. Pero
no es suficiente. La sociedad en su conjunto y las organizaciones en
particular, están obligadas a incorporar el aprendizaje como parte
medular de su estrategia, sus valores y de procesos de trabajo,
entendiendo que el aprendizaje es parte del mismo,
no ya para superar esta situación coyuntural sino para anticiparse a
futuros retos. El objetivo es situar el aprendizaje en el mismo nivel de
prioridad que la producción o la actividad comercial. Todos somos
responsables de que, superada esta crisis, nuestras organizaciones sean
más inteligentes. Hemos comprobado, por ejemplo, que en muy poco tiempo,
para algunas personas y organizaciones, ha sido posible teletrabajar y
algunas barreras de la transformación digital se han visto superadas.
Tenemos, por tanto, la gran responsabilidad de mantener vivo este legado.
Una organización o una sociedad que no aprende se condena a desaparecer.
Las personas con funciones de liderazgo, como responsables de administrar
los activos de sus organizaciones, tienen un papel decisivo que jugar a
la hora de garantizar su capacidad de aprendizaje y transformación. No
nos jugamos el futuro sino el presente.
Estos principios que
enumeramos a continuación son una llamada a hacer consciente la urgencia
del aprendizaje organizacional hoy, ahora y recogen una serie de acciones
para asegurarnos que tenga lugar.
PRINCIPIOS
Hoy, más que nunca, debemos aprender de lo que ha
sucedido, …
- Organizaciones y líderes deben repensar y/o rediseñar
e innovar su propuesta de valor, para
alinearla con los compromisos sociales y de sostenibilidad globalmente
establecidos (ODS), siendo el aprendizaje una
palanca esencial para su consecución.
- Este aprendizaje se produce a lo largo
de la vida. Es un derecho y un deber de todas las personas y
ocurre en las todas las actividades que llevamos a cabo a
nivel individual, colectivo, organizacional y social. Ni las
personas ni las organizaciones podemos progresar sin aprender.
…poniendo en valor la inteligencia
colectiva de las organizaciones, …
- Para resolver los problemas actuales y anticipar los desafíos
futuros de nuestras organizaciones, necesitamos sacar partido de todo
el conocimiento e inteligencia colectiva que
atesoramos/hemos acumulado.
- Una nueva visión y actitud hacia el trabajo, donde el
aprendizaje forma parte de este y el conocimiento
pasa a ser un bien común. Eso nos compromete a
desarrollar una cultura de aprendizaje como parte
de la estrategia de la organización.
…para crear, a través del aprendizaje y el
conocimiento, una nueva realidad…
- La cultura de aprendizaje integra a todas las
personas, internas y externas de la organización, y debe
permitir consolidar sus valores, desarrollar competencias e impulsar
nuevas formas de hacer.
- Para promover y facilitar el aprendizaje, las organizaciones
debemos:
- Identificar y priorizar los aprendizajes clave que
aportan valor a la organización.
- Crear un marco de responsabilidad compartida,
con liderazgos distribuidos e integradores que
fomenten la confianza mutua, la colaboración y la
experimentación, asegurando la práctica de lo aprendido
sin miedo a equivocarse y aprendiendo de los errores y de
los aciertos.
- Asegurar conversaciones de aprendizaje y desarrollo con
todas las personas, para intercambiar experiencias e información,
generar compromisos recíprocos, valorando las visiones divergentes
por su potencial innovador.
- Dotar de espacios, recursos, contenidos y tiempo que nos permitan
reflexionar, compartir y cambiar comportamientos, mediante nuevas
formas de hacer creativas e innovadoras.
- Fomentar el pensamiento crítico y plural así
como alianzas inteligentes con otras
organizaciones, para enriquecernos con su experiencia y aumentar
la competitividad.
… que nos comprometemos a hacer posible.
- Todas las personas con responsabilidad directiva o
capacidad de liderazgo debemos ayudar y acompañar al
conjunto de nuestra organización a aprender a aprender,
a desaprender, a innovar, a colaborar,
a desarrollar todo su talento y desplegar sus
competencias personales, técnicas, relacionales y digitales...
- Debemos potenciar estrategias de aprendizaje y
desarrollo continuo en nuestros equipos para implementar cambios que
aumenten la propuesta de valor de la organización,
y que orientados a los ODS, multipliquen su impacto en
la sociedad
- Lo que debe conducirnos a generar modelos de
aprendizaje organizacional centrados en las personas,
apoyados en la tecnología y que fomenten el trabajo
en red para gestionar el conocimiento clave en
la organización.
Es nuestro compromiso
Y tú ¿Te comprometes?
Firmar
el Manifiesto
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