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       El ajetreo de las últimas
      semanas me ha impedido dedicar suficiente tiempo a escribir. Ante el peligro
      de faltar a la cita mensual por primera vez en 13 años, he optado por
      recuperar una entrevista que me pidieron sobre el poder del conocimiento
      para el newsletter de Newfield
      Network, escuela y consultora en coaching ontológico. Espero que este
      “formato de emergencia” resulte entretenido… 
        
      ¿Cuál
      es el valor de la gestión del conocimiento (GC) en la sociedad de la
      incertidumbre? La incertidumbre ha sido el estado de
      cualquier sociedad porque nadie ha conseguido predecir
      el futuro. En Chile podemos vivir un nuevo terremoto dentro de 5
      minutos. La única herramienta que tenemos para lidiar con el futuro es lo
      que sabemos acerca del pasado y lo que aprendemos del presente. No podemos
      asegurar que el mañana se comportará según lo que ya conocemos, pero no
      tenemos nada mejor que nuestro conocimiento. Y sin conocimiento no
      podemos actuar. Si no aprendes a hablar o a leer, no puedes hacerlo y el
      mundo es muy distinto cuando careces de conocimiento. Nuestro porvenir
      depende del conocimiento que seamos capaces de crear. Si consideramos prioritario
      aprender de todo lo que ocurre, entonces necesitamos que ese proceso sea
      consciente e intencionado. Somos lo que hemos aprendido y seremos lo
      que seamos capaces de aprender. 
        
      ¿Cuáles son los factores críticos de éxito que hacen del
      conocimiento, un espacio de poder para el desarrollo de una organización? Cuanto más conocimiento posees, más valioso te vuelves en una
      organización o en una sociedad. Y cuanto más conocimiento tiene una
      organización, mejor es su posición de ventaja en el mercado en el que
      opera. No hay más que ver casos como Apple o Google para comprobar el valor de
      contar con un conocimiento que el resto de las empresas no tienen.
      Sin embargo, conocimiento no es sinónimo de poder en términos de
      jerarquía. Los espacios de poder en una empresa no necesariamente los
      detentan las personas con mayor conocimiento. Por ejemplo, los jugadores
      de un equipo de futbol no aparecen en la cúspide del organigrama (el
      presidente o el entrenador se sitúan por encima) pero son quienes tienen
      el conocimiento más importante para el negocio. En una sociedad cada vez
      más transparente, donde las personas tienen expectativas de participar y
      ser tenidas en cuenta, la oportunidad para la empresa es asegurar que
      todos sus miembros cuenten con la mayor cantidad de conocimiento posible
      porque de esa manera es la organización la que se beneficia. Para ello,
      se requiere definir nuevas reglas de trabajo en las que a las personas
      les merezca más la pena compartir su conocimiento que guardarlo para sí
      mismas y se contrate, se reconozca y se promueva a quienes contribuyen al
      aprendizaje y a los resultados globales. Es decir, anteponer el bien
      común por sobre el bien propio. Es imprescindible convertir al
      conocimiento compartido en la principal moneda de cambio en la
      organización. 
      ¿Cómo evalúas la capacidad de aprendizaje de las empresas? Las organizaciones, nunca
      fueron diseñadas para aprender (que es sinónimo de innovar). Por
      tanto, carecen de mecanismos que les permitan reflexionar sistemáticamente
      respecto de su desempeño, explorar las razones que explican su éxito o su
      fracaso y acumular dicha experiencia para tomar mejores decisiones en el
      futuro. La mayoría de las empresas son
      dirigidas por ingenieros hombres obsesionados
      con la ejecución y los resultados y que consideran la reflexión
      crítica como una pérdida de tiempo. Aunque las organizaciones están
      formadas por personas que nacen con un poderoso instinto para aprender,
      el sistema educativo hace un trabajo metódico para castrar ese instinto y
      sustituirlo por un mecanismo artificial basado en la obediencia. En
      consecuencia, las personas crean y lideran organizaciones donde la
      capacidad de aprender no figura entre las prioridades. La dictadura del
      hacer no deja espacio para pensar. 
      ¿Cuáles son los enemigos del aprendizaje que están frenando
      sus procesos de cambio? Cuanta más historia tiene una
      organización, mayores son sus inercias para mantener el status quo e
      impedir el cambio. Los 2 principales enemigos del aprendizaje son el miedo
      y la soberbia. El miedo es un elemento habitual de gestión en las
      organizaciones: el principal temor de un empleado es quedarse sin
      trabajo. Ese miedo influye en 2 ámbitos: 1. No arriesgo porque en caso de
      fracasar, temo las consecuencias. La innovación no puede florecer en un
      ambiente de miedo y las opciones de aprender algo nuevo son nulas. Mejor
      hago lo que siempre he hecho. 2. Cuando me atrevo a experimentar, pero
      los resultados no son los esperados, los oculto precisamente por miedo a
      las represalias. Este ocultamiento impide la mejor instancia de
      aprendizaje que existe que consiste en gestionar los errores y aprender
      para evitar que ocurran de nuevo. Respecto de la soberbia, como dice el
      refrán “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. No existe
      nada más triste que creer que ya lo sé todo y no necesito aprender. El
      éxito es un buen motivador pero un muy mal maestro. Cuando eres un
      profesional exitoso o tu empresa lidera los rankings, es fácil caer en la
      complacencia e incluso en la arrogancia. Si crees que ya sabes lo
      suficiente, no tienes ningún aliciente para seguir aprendiendo. Se
      requiere humildad para asumir que nunca terminas de aprender. La vida es
      un inacabable proceso de aprendizaje. Desde el momento en que una
      persona deja de aprender, deja de vivir. 
      ¿Cuál es el rol de la memoria de una empresa, a la hora de
      aumentar su cantidad y la calidad de conocimiento? La memoria no es solo el lugar donde almacenamos lo que
      aprendemos sino donde acudimos cuando necesitamos interpretar la
      realidad. Nuestro cerebro se dedica a comparar lo que percibe a través de
      los sentidos con lo que tiene almacenado de nuestras experiencias previas.
      Cuando lo que recibe coincide con lo que tiene, sabe cómo actuar, que es
      lo que sucede el 99% del tiempo. Pero cuando recibe algo que no tiene
      registrado, se detiene a analizar si alguna de las experiencias previas
      puede ser aplicable o decide que no puede actuar (cuando por ejemplo te
      entregan las “llaves” de un avión y tú no sabes pilotar). Mientras las
      personas somos hábiles en este proceso (contamos con el mejor sistema de
      GC que existe), las empresas tienen serios problemas porque al carecer de
      cerebro, no tienen una memoria en la que almacenar lo que aprenden ni que
      gestione ese conocimiento para hacértelo llegar cuando lo necesitas. Es
      habitual escuchar a directivos confesar “nuestra
      empresa no tiene memoria, hacemos las cosas desde cero, como si nunca
      las hubiésemos hecho antes”. Sin una memoria eficiente, sin historia,
      tus posibilidades de repetir errores, reinventar ruedas y desaprovechar
      prácticas exitosas se disparan. Pocas organizaciones son conscientes de
      la urgencia de contar con una memoria que no solo recopile lo que la
      organización ha aprendido, sino que lo gestione y lo haga llegar a sus
      colaboradores para que lo utilicen y cada vez que deban realizar
      cualquier tarea, lo hagan armados con todo el conocimiento que les provee
      su empresa. 
      ¿Qué se espera de los líderes en un proceso de diseño e
      implementación en lo que es aprender? Se esperan 2 cosas básicas: 1. Que cuando definan los
      objetivos, destaquen al conocimiento como el principal activo estratégico
      de la organización. Cuanto más participativo y transparente resulta este
      proceso, mayor compromiso y pertenencia se genera a todos los niveles. 2.
      Dar ejemplo y facilitar que sus colaboradores siempre tengan acceso al
      conocimiento que requieran para alcanzar los objetivos. Si los lideres no
      consideran que ser curioso, reflexionar, hacerse preguntas, experimentar,
      equivocarse, colaborar o pedir ayuda son conductas valiosas, difícilmente
      el aprendizaje podrá cuajar en la organización.  Su mayor desafío consiste en liderar el
      proceso de transformación de la estructura organizacional para transitar
      hacia una nueva empresa diseñada alrededor del aprendizaje. 
      ¿Cuán curiosas son las empresas? cuáles son los rubros que
      más destacan en este deseo por aumentar su capacidad reflexiva y de
      conocimiento. El principal requisito para aprender
      consiste en ser curioso y más concretamente, en hacerse
      las preguntas adecuadas. Para eso, es importante aprender a enseñarse
      a uno mismo ya que eres tú mejor profesor (o al menos el que te
      acompañará toda tu vida). Pero desde muy temprano destruimos la capacidad
      innata que tienen los niños de interrogar. El colegio no te premia por
      tus preguntas sino por responder correctamente preguntas que nunca te
      hiciste. No educamos a los niños para empoderarlos y desarrollar su
      autonomía sino para formar futuros empleados sumisos que “coloreen
      dentro de las líneas”. Un niño que pregunta se convierte en un
      engorro. Por tanto, la habilidad de cuestionarse, de discrepar, de
      imaginar otras posibilidades no figura entre las más valoradas. Si a algo
      le tiene terror un
      profesor es a recibir una pregunta que no sepa responder. Se puede
      aprender a ser curioso, pero, aunque las organizaciones pregonan su
      interés por contar con empleados creativos e innovadores, la realidad es
      que, en todos los rubros, prefieren trabajadores obedientes, predecibles
      y que no amenacen con romper el orden establecido. El colegio
      nos enseña que existen relaciones verticales de poder y la empresa nos lo
      recuerda diariamente. 
      ¿Cómo dialoga el nuevo conocimiento con los sistemas de creencias
      anquilosados? ¿cómo se desafía una cultura organizacional detenida en el
      tiempo? Desde el inicio de la historia, esta es
      la lucha entre aquellos que no quieren que nada cambie y los que están
      dispuestos a inventar nuevos mundos. Lo vivimos a diario con quienes no
      quieren repensar la educación, los que se oponen a permitir la eutanasia,
      el aborto o que las parejas homosexuales puedan adoptar… El nuevo
      conocimiento siempre supone una amenaza para todos aquellos a quienes
      beneficia el viejo conocimiento. No se puede desafiar un sistema de
      creencias a base de argumentos racionales. El camino empieza por enseñar
      a nuestros hijos a sentirse cómodos con el cambio, a no tener miedo a lo
      desconocido, a ser capaces de examinar su realidad de forma crítica (lo
      que incluye estar dispuestos a despojarse de lo que fueron verdades
      inmutables que les dieron seguridad e incluso éxito), a considerar el
      error y el fracaso como un paso que te retrasa, pero no te detiene y a
      abrazar la incertidumbre como parte necesaria de la vida. El
      conocimiento, cuando no lo convertimos en una camisa de fuerza que nos
      aprisiona, se demuestra como una poderosa herramienta para planificar el
      cambio. 
      ¿Cómo se relaciona el mundo público con la GC? Se produce una curiosa paradoja: Las instituciones públicas
      son conocimiento puro, no fabrican productos y no tienen otra materia
      prima que administrar que el conocimiento de sus integrantes. Si
      sustituimos a los funcionarios de cualquier institución pública por los
      operarios de una fábrica de automóviles o los empleados de un banco,
      sería un desastre y nada funcionaría. Hasta hace poco, el mundo público
      jamás consideró el conocimiento como un activo a gestionar. A medida que
      la sociedad se fue volviendo más exigente y para estar a la altura de lo
      que los ciudadanos demandan, las instituciones públicas comenzaron a
      adoptar herramientas de gestión del mundo corporativo y se dieron cuenta
      que necesitan explotar su conocimiento e innovar. Hoy la mayoría de las
      instituciones públicas ya han comenzado sus iniciativas de GC y las más
      audaces, incluso están creando unidades específicas con ese nombre. 
      ¿Cuáles son las preguntas que el mundo organizacional aún no
      se ha hecho con respecto al conocimiento, a la educación…? Nombraré 3 en el caso de la educación y 2 respecto del
      conocimiento. Si metafóricamente, las categorías inferiores del futbol
      son al primer equipo lo que la educación es a la empresa y la sociedad,
      debemos ser conscientes del impacto que tiene lo que hacemos durante esa
      larga etapa: varios años de prescolar + 12 años de colegio + 4 años de
      universidad + los correspondientes postgrados suponen una inversión
      gigantesca en tiempo y dinero para el pobre retorno que nos entrega. El
      mundo laboral depende de la calidad del “material”
      humano que recibe una vez nuestros jóvenes finalizan su tránsito por
      el mundo educativo. La primera pregunta es ¿Para qué
      aprendemos? Mientras una persona no tenga claro por qué y para qué
      aprende, todo el esfuerzo resulta inútil. Si aprendemos para ser
      independientes y prepararnos para la vida (algo que pocos jóvenes serían
      capaces de expresar), entonces la siguiente pregunta es ¿Qué es
      importante aprender? Hoy nadie plantea esa pregunta porque de otra
      manera, los curriculums educativos no estarían repletos de asignaturas de
      nula utilidad para la vida futura de cualquier adulto y con escaso
      impacto en su carrera profesional. La tercera pregunta sería ¿Cuál es la
      mejor manera de aprender eso que creemos que es importante? Es hora de
      generar un acuerdo respecto de qué tipo de sociedad queremos, qué tipo de
      ciudadano la habitará y qué será necesario que dichos ciudadanos dominen.
      Es imprescindible que aprender
      se convierta en la principal habilidad para toda la vida. En el caso
      del conocimiento, la primera pregunta es simple: ¿Cuál es el conocimiento
      crítico en nuestra empresa, en qué estado se encuentra y cómo lo
      administramos? La segunda es: Qué conocimiento se necesita para alcanzar
      los objetivos estratégicos de medio plazo y si no lo tenemos ¿cómo lo
      vamos a incorporar? 
      El 15 y 17 de octubre estaremos en Quito y Guayaquil
      (Ecuador) impartiendo la conferencia “Negocios cognitivos más allá de la inteligencia
      humana” en el Forum«Exponential Transformation» organizado por Century Link. 
      El 21 y 23 de octubre estaremos en Santiago y Concepción
      (Chile) impartiendo la conferencia «La educación a través de los ojos de un niño» en el marco de la XII Jornada Internacional de Aprendizaje, Educación
      y Neurociencia organizada por Fundación
      Cien. 
      El 7 de noviembre estaremos en Barcelona
      impartiendo el curso “Knowledge
      Management in Public Sector Organizations: The DOs and DON¨Ts”
      presentando mejores prácticas de gestión del conocimiento en Europa,  organizado por EIPA. 
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