En los 8 meses
de pandemia que van desde principios de abril a finales de octubre he adelgazado
20 kilos ¿Existe algún secreto? Ninguno. No lo considero una proeza
porque todos sabemos lo que hay que hacer para perder peso: alimentarse
de manera ordenada y hacer deporte. Es simple, pero eso no significa que
sea fácil. Cada cuerpo es diferente. Qué comer, cuánto comer, cuándo
hacerlo, qué ejercicio hacer, con qué intensidad y frecuencia, cuándo
descansar, etc. son cosas que se deben aprender. Afortunadamente, ese
conocimiento está disponible desde hace muchísimo tiempo, No podemos
alegar que no adelgazamos porque no sabemos cómo hacerlo. De hecho, años
atrás hice algo similar así que ya sabía lo que tenía que hacer, pero ¿y
quién no?
En las últimas
columnas vengo insistiendo acerca de lo crítico que resulta aprender lo
que no sabemos para vencer la pandemia. Pero creo que es igual de
importante que no perdamos de vista lo primordial que es el conocimiento,
lo que ya sabemos. Conocimiento y aprendizaje son caras de la misma
moneda. Los desafíos que vienen nos obligarán a aprender del futuro porque
lo que nos trajo hasta aquí ya no es
suficiente. Sin
embargo, el presente, el ahora, depende de nuestro conocimiento actual,
no disponemos de nada mejor. Y no es poco. Disfrutamos de los mayores
niveles de bienestar que ha conocido la humanidad a pesar de los
problemas que nos acosan. Contamos con los individuos más inteligentes de
la historia simplemente porque nos aprovechamos del conocimiento que
crearon las generaciones previas a la nuestra. Y dentro de 100 años serán
mucho más brillantes que nosotros por la misma razón., Lo que observo es
que muchas de las dificultades que atravesamos ocurren no porque no
sepamos o nos falte conocimiento. Nos suceden porque tenemos otras
prioridades. Sabemos perfectamente lo que hay que hacer para combatir el
cambio climático, la desigualdad, la obesidad o el hambre. Tenemos los
mecanismos para afrontar esos problemas, pero saber no basta. El
conocimiento es acción. Me puedo aprender de memoria una rutina de
ejercicios o poner por escrito una pauta de alimentación. Pero para
considerarlo conocimiento tiene que convertirse en decisión, en algo que
hago. Para cambiar, primero tienes que ser consciente, por eso insisto
una y otra vez en lo decisivo de los procesos de reflexión. Siempre es más cómodo no cambiar y
seguir haciendo lo mismo que cambiar porque no hay que gastar energía ni
incomodar a nadie. Pero nada dura para siempre así que ¿por qué no
cambiar antes de que sea tarde?
En mi caso
¿por qué pesaba 104 kilos en marzo? Porque llevaba casi 2 años viajando
cada mes entre Chile y España lo que me impedía seguir una rutina
ordenada de alimentación y ejercicio. Mi prioridad era mi trabajo, así lo
asumí y decidí no recriminarme sino tratar de disfrutar ¿Qué fue lo que
cambió en abril? Modifiqué mi objetivo. Se terminaron los viajes. Siempre
he hecho mucho deporte y por suerte tengo una casa que me permite montar
un pequeño gimnasio. Así que decidí cuidar la salud y perder peso. En
abril tenía el mismo conocimiento que en marzo. Pero cambié mi prioridad
y a partir de ahí, me limité a ejecutar el plan. Con el tiempo, a nada que
se sea riguroso y metódico, y se aprenda a aplazar la recompensa, los
resultados llegan solos, tarde o temprano.
Se nos olvida que para que pase
cualquier cosa, primero hay que querer. Tu no comes lo que no te gusta ni
cuando no tienes hambre. La
motivación es la energía que nos mueve. Hace 10
años escribí que la actitud es el conocimiento más
valioso y, por tanto, aunque a mucha gente le suene extraño,
se aprende. Desarrollar la capacidad de aprender es la clave de nuestra
vida profesional y personal y eso no es delegable ni transferible.
Aprender es una actitud y
un arte que depende de cada individuo. Pero el conocimiento es sobre todo
un acto colectivo. Cada uno por separado no sabemos demasiado,
pero sumando nuestros conocimientos hemos alcanzado metas que ningún ser
humano podría haber alcanzado por su cuenta. Todas las obras que hemos
hecho y haremos (incluyendo superar la pandemia) dependen de nuestra
capacidad de colaborar y compartir conocimiento.
El conocimiento en tu cerebro no radica en cada neurona aislada sino en
las sinapsis que establecen entre sí.
Ahora bien,
para querer hacer algo, primero tienes que descubrir cuál es el objetivo
por el que estás dispuesto a esforzarte. Si quieres saber qué le interesa
a una persona, escucha atentamente las preguntas que hace y las historias
que cuenta, No conozco a nadie que no tenga actitud ante nada. Todo el
mundo tiene actitud por aquello que le importa. Si te colocan una pistola
en la cabeza, bajarás los mismos kilos que yo, con mayor o menor esfuerzo.
¿Cuál es la
metáfora a la que hace alusión el título? Que, si no estamos satisfechos
con algo y disponemos del conocimiento para cambiarlo, entonces está en
nuestra mano actuar. El ejemplo del peso es banal, pero sirve para
recalcar que no es un tema complejo de entender. No es sencillo porque
obliga a cambiar. Sin embargo, es factible. El primer paso consiste en
priorizar. No podemos hacerlo todo, necesitamos decidir qué es lo que de
verdad nos importa, qué queremos conservar y qué debemos desaprender.
Hasta ahora, le hemos dado preferencia a producir, consumir, crecer y
competir. Hemos mercantilizado la vida hasta convertir todo en productos.
Y estamos pagando el precio. El resultado es un planeta deteriorado y
niveles de malestar cada vez más preocupantes. Si queremos otra cosa,
necesitamos reflexionar sobre ello y ponernos de acuerdo en un concepto
distinto de progreso. ¿Son más importantes la eficiencia o la
rentabilidad que la dignidad o la solidaridad? El conocimiento que hace
falta ya existe en gran medida. Por eso es tan importante determinar cuál
es el conocimiento crítico de una persona, una empresa o una sociedad
porque sobre él se construye la estrategia. Ese ejercicio es mucho más
difícil en el caso de la pandemia porque el conocimiento que requerimos
no existe (vacuna), hay que crearlo y ese trabajo nos llevará muchos
meses, muchos muertos, mucho dinero y mucho sufrimiento. Chile se apresta
a elaborar una nueva constitución lo que representa una oportunidad
inmejorable justamente para distribuir el poder, consensuar a qué le
queremos dar prioridad, qué consideramos esencial, cuales son nuestros
objetivos comunes y los valores compartidos.
En otra columna escribiré
sobre por qué el hambre mueve el mundo y es la causa que explica la
creación de conocimiento. Perder 20 kilos no es obvio, de otra forma no
habría millones de personas preocupadas por ello. El reto está salpicado
por diferentes aristas psicológicas, hormonales, ambientales, sociales,
etc. El proceso es lento y sujeto a retrocesos. Múltiples tentaciones
conspiran contra comer sano y en menor cantidad. El desafío consiste en
crear hábitos. El objetivo es evitar el ciclo típico de bajar de peso y
sufrir para mantenerlo sino adoptar una nueva forma de vivir. No se trata
de un plan con fecha de inicio y final. Hablamos de crear un músculo,
una cultura de bienestar. Si no nos educamos para disfrutar el ejercicio y
alimentarnos sano, a lo que nos enfrentamos es a una epidemia de desórdenes
alimenticios que mata más el Covid. Esa
batalla no se gana a base de fuerza de voluntad sino de inteligencia
porque es un lance que nunca termina. El problema no es que no sepamos,
sino que no aplicamos lo que sabemos.
La pandemia nos recuerda lo distinto que
resulta hacer las cosas por convicción o por mandato. La experiencia no
se puede enseñar, hay que aprenderla. Asia está viviendo una segunda ola del Covid
más benévola que la de Europa. Según el filósofo Byung-Chul Han, la explicación está en la
responsabilidad ciudadana. Europa ha vuelto a confinarse por culpa de la ola de rebrotes.
Esa experiencia negativa nos regala a los que estamos en Latinoamérica un
conocimiento valiosísimo del que aprender con antelación. Pronto
sabremos lo que no hay que hacer si queremos evitar una segunda ola y
también lo que hay que dejar de hacer. Otra cosa será si querremos usar
ese conocimiento…
El jueves 12 de noviembre, a partir de las 9h de Chile,
impartiremos la conferencia “Organizaciones nerviosas” dentro de
la Jornada 2 “Fortaleciendo nuestra capacidad de iterar y
aprender”
organizado por Icare.
El martes 17 de noviembre a las 13h de España participaremos en la
sesión “Conocimiento y aprendizaje en las organizaciones” en el
marco de la reunión anual de la Sociedad Nuclear Española.
El miércoles 25 de noviembre, a partir de las 10h de México
impartiremos la conferencia “Emergent
Leaning: el futuro de la educación” en el
marco de Conectática organizado
por la Universidad de Guadalajara.
El 5 de diciembre a las 11:30h de Chile impartiremos la
conferencia “La Educación a través de los ojos de un niño” dentro
de la XIII Jornada Internacional Aprendizaje,
Educación y Neurociencias.
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