E D I C I Ó N - N ° 211 - NOVIEMBRE - 2 0 2 3

 

 

 

 

Los 2 monopolios de la educación se desmoronan
Javier Martínez Aldanondo
Socio Cultura de Aprendizaje en Knowledge Works
javier@kworks.cl y javier.martinez@knoco.com

www.javiermartinezaldanondo.com

Twitter: @javitomar – Instagram: @javiermartinezaldanondo

 

En octubre de 2023 me sorprende esta noticia sobre la dificultad que tienen las empresas para contratar colaboradores. Destaca este párrafo “el 76% de las empresas vascas nos dicen que tienen problemas para encontrar las personas que necesitan, lo cual, teniendo 107.000 personas en el paro, llama la atención… si queremos una economía competitiva que genere empleo de calidad, vamos a necesitar personas muy altamente cualificadas en todo tipo de puestos”. Días atrás, un colega consultor me comentaba que la directora de RRHH de una empresa estaba aterrorizada porque en 2024 se le jubilan una gran cantidad de personas y no tiene cómo remplazarlas. En la columna del mes pasado escribí acerca del director comercial y propietario de una empresa que acaba de perder a un ingeniero joven a quien entrenó durante 1 año como su futuro relevo y lo peor de todo es que no tiene ninguna perspectiva para encontrar un remplazo.

 

Siempre podemos ver el vaso medio lleno: Bastantes empresas que conozco confirman que hay negocio (proyectos interesantes y dinero circulando). Han acumulado un profundo conocimiento de sus mercados y clientes y esa trayectoria les permite lidiar con este mundo tan incierto y convulso. Acabamos de comprobar como los empleados de OpenAI recibieron suculentas ofertas de trabajo cuando amenazaron con abandonar la empresa. Si tienes conocimiento valioso, nunca te falta el trabajo. Toda empresa es una organización de conocimiento que depende de personas muy concretas, con nombres y apellidos. Y si esas personas se van, la empresa no vale nada.

 

Y luego tenemos el vaso medio vacío: A pesar de que tienen clientes y proyectos, las empresas confiesan que les cuesta encontrar el talento que requieren. Si hacemos doble click en esa afirmación, descubrimos varios elementos: Una crisis de natalidad donde cada vez nacen menos niños y las empresas tienen menos “oferta” para elegir. Pero, además, una vez contratadas, las personas permanecen menos tiempo en las organizaciones. Lo inexplicable es que sabemos que todos los colaboradores se van a ir (bien a otros proyectos o por jubilación) y al marcharse, se llevan su conocimiento y la empresa se resiente. A esto hay que añadir unas elevadas tasas de desempleo juvenil, con jóvenes que invirtieron mucho tiempo y dinero en formarse para no encontrar un sitio en el mercado laboral…

 

¿Y por qué esta columna tiene que ver con la educación? Porque estoy convencido de que tenemos la mejor materia prima de la historia: los mejores profesores y generaciones de jóvenes, las mejores infraestructuras, las mejores empresas... Sin embargo, las críticas al sistema educativo son permanentes porque no cumple su promesa ¿Cómo es posible que la empresa no encuentre lo que necesita y tantos jóvenes sigan sin trabajo? Si, ya sé que la misión de la universidad no es solo educarte para el mundo laboral, pero dejémonos de patrañas: para TODOS los estudiantes, es su principal objetivo.

Asistimos a un diálogo de sordos:

¾    La empresa dice “necesito gente formada en X, Y y Z

¾    El sistema educativo dice “yo formo en A, B y C

¾    Es decir, uno dice “tengo trabajo para quienes sepan hacer X, Y y Z

¾    Y otro dice, “me parece muy bien, pero para mí es importante formar a las personas en A, B y C, siempre lo he hecho así y no sé cómo formar en X, Y y Z

Unos te enseñan a jugar al futbol y baloncesto y los otros necesitan gente que sepa jugar al ajedrez y al póker. Y así pasa la vida…

 

La educación ha disfrutado de 2 monopolios que ha explotado en su propio beneficio. El monopolio del conocimiento y el de los títulos. El del conocimiento porque si querías aprender algo, tenías que acudir a los lugares físicos donde se encontraba el conocimiento que eran centros educativos, personificado en la figura de los profesores. Si, existían bibliotecas y un pintoresco negocio de enciclopedias, pero cuando querías aprender algo de verdad, tenías que hacer un curso. La opción de ser autodidacta siempre ha existido, pero era más limitada. El monopolio de los títulos porque el pasaporte que todavía te habilita para la mayoría de las profesiones en el mundo del trabajo los otorga una institución académica. Sin título, no tienes ninguna posibilidad de desempeñarte como médico, juez o ingeniero (aunque si puedes trabajar como actor, futbolista o Youtuber). Es curioso que la educación no sea solo un derecho sino una obligación. La ley obliga a educar a un niño hasta los 18 años, pero no a alimentarlo, vestirlo o proveerle vivienda. A priori es una buena idea porque cuanto más educada es una sociedad, mayor grado de bienestar entrega a sus ciudadanos. Claro que eso depende de qué entendamos por educar

 

Debiésemos educar para comprender cómo funciona el mundo y de esa manera navegar inteligentemente en él. Algo en esa definición no funciona cuando asistimos a un divorcio tan explicito entre lo que ocurre en un aula y la vida real. Si pudiese pedir 3 deseos, me conformaría con que todo joven terminase su etapa escolar habiendo descubierto lo que te interesa, sabiendo relacionarse con sus semejantes y siendo un maestro en el arte de aprender. No parece muy ambicioso.

 

¿Y por qué sostengo que la educación está perdiendo ambos monopolios? El sistema se tambalea cuando dejamos de depender del lugar, la hora y, sobre todo, de la fuente de conocimiento. Gracias a la tecnología, ya no es el sistema educativo el que provee el conocimiento, sino que este se encuentra disponible 24h, los 365 días del año. Tampoco necesitas que el profesor esté a una distancia razonable de tu casa o que el aula se encuentre disponible. Y al mismo tiempo, cada vez el título tiene menos importancia. Muchas empresas empiezan a valorar la experiencia que tienen las personas, lo que son capaces de hacer, y no lo que saben. Todos los que hemos estudiado una carrera (másteres incluidos) sabemos que un título o una buena nota, no equivalen a conocimiento. Cuando terminaba un año escolar, nadie te preguntaba qué aprendiste sino qué notas sacaste. Yo obtuve el título de Derecho lo que no significa que hubiese aprendido. Por supuesto, tiene que existir un sistema que permita verificar que una persona cuenta con los conocimientos requeridos para realizar una tarea, pero los exámenes teóricos del colegio y la universidad distan mucho de cumplir esa misión. Estudiar y aprender no son sinónimos. Memorizar y pensar son casi conceptos opuestos. Las empresas se han dado cuenta además de que en un mundo donde el conocimiento caduca tan rápido, lo importante no es lo que saben las personas sino su capacidad de seguir aprendiendo.

 

¿Qué es lo que va a acelerar el desplome de ambos monopolios? Mi experiencia es que el sistema educativo nunca ha mostrado interés por cambiar ¿Quién sería tan estúpido de renunciar a sus privilegios? El último ejemplo fue a comienzos de año cuando escribí sobre el pánico que provocó chat GPT en el mundo educativo. A falta de voluntad propia, la presión vendrá desde mundo del trabajo. Recordemos que no hace tanto, los medios de comunicación mantenían férreamente el monopolio de la información. Hoy ya no es así. Los cambios imparables que están reconfigurando drásticamente el panorama ya están en marcha. La demanda ha cambiado su perfil: La creciente amenaza de automatización nos abocará a jornadas laborales de 2 o 3 días semanales. Hay estudios que indican que un porcentaje significativo de la fuerza laboral (se habla de más del 50%) será free lance, lo que obliga a los individuos a realizar una gestión mucho más ambiciosa de su conocimiento personal y coloca a las empresas ante un serio problema para conseguir a las personas que requieren. El fenómeno de la gran renuncia ha sido un primer aviso. Y desde la oferta, han surgido una enorme cantidad de actores que ofrecen productos y servicios de conocimiento (llámense Coursera, Linkedin Learning o Kahn Academy) que compiten encarnizadamente con los lideres tradicionales, pero con ventajas imbatibles: la flexibilidad de diseñar tu propio curriculum sin restricciones burocráticas. Si mañana Microsoft u OpenAI lanzan un programa para aprender sobre Inteligencia Artificial (IA), será mucho más apetecible que si lo imparte cualquier universidad.

 

Pero el cambio definitivo es que quien manda ya no es la oferta sino la demanda. Pasamos de un mundo donde la institución oferente decidía qué aprendías, cómo, cuándo y dónde a un sistema donde la demanda elige y exige “lo que necesito, cómo y cuándo lo necesito”. Y el detonante sucederá en el momento en que la IA sea capaz de formarte en cualquier disciplina ¿Alguien duda que eso ocurrirá? Hoy, la IA te ofrece acceso al mejor diagnóstico médico, abogado, programador, asesor de marketing o financiero. Mañana le podré pedir a un asistente virtual “entréname para cualquier trabajo” ya que le habremos preparado con el conocimiento de todas las profesiones. Y ojo, no hablo únicamente de conocimiento técnico sino de cualquier tipo de conocimiento: relacional, emocional, metodológico…

Una de las características de la IA es su capacidad de automatizar conocimiento: que lo que hace una persona lo pueda hacer una máquina. Si una IA “aprende” lo que saben todos los profesores o los profesionales, entonces te puede acompañar en el proceso de aprendizaje porque contará con todos los conocimientos para desempeñarse en cada trabajo: eso significa que podrá diseñar y proponerte actividades, ofrecerte los contenidos adhoc que necesites, hacerte preguntas, responder a las tuyas, darte feedback en función de tu desempeño, mostrarte ejemplos, anticiparte errores, ofrecerte recomendaciones, contarte historias, evaluarte… En el momento en que la tecnología nos permita diseñar escenarios simulados donde poder practicar, dejaremos de estar limitados por las restricciones de un aula física, por el número de profesores disponibles y su especialidad o por métodos de evaluación ineficientes. Si quiero aprender sobre la historia, podré trasladarme a la antigua Roma y vivir cómo un ciudadano del imperio. Si quiero aprender sobre energía nuclear, podré introducirme en el corazón de una central y entender lo que ocurre en el reactor… No conozco ninguna organización educativa capaz de ofrecer eso, ni siquiera que se lo esté planteando.

 

¿Qué se requiere para afrontar sin miedo este nuevo escenario? Cuestionarnos los paradigmas que se mantienen inmutables en el tiempo y mirarlos desde los ojos de un niño:

 

1. Qué es importante aprender ¿Seguimos enseñando lo mismo que llevamos enseñando 100 años y no se parece en nada a la vida que viviremos? Estamos en transición del ser humano trabajador (rutinario) a recuperar nuestra esencia como creadores. Sí las máquinas harán lo que ya sabemos y los algoritmos sabrán más que nosotros, entonces las personas nos podemos concentrar en aprender lo que no se sabe cómo humanidad. Eso obliga a dar protagonismo a habilidades menospreciadas: imaginación, creatividad, resiliencia, flexibilidad, empatía, proactividad… Y con esas habilidades, tendremos que aprender a fijar objetivos, planificar, priorizar, colaborar con otros, emprender, innovar… es decir, aprender a pensar. Una cosa es hacer pensar sobre preguntas que tienen respuesta correcta y otra muy diferente pensar sobre preguntas sin respuesta. Si algo me fastidia de mi recorrido educativo es que me pasé años memorizando y repitiendo lo que otros habían dicho antes y en muy pocas ocasiones creando algo de mi propia cosecha. Federico II de Prusia, decía “Conocimientos puede tenerlos cualquiera, pero el arte de pensar es el regalo más escaso de la naturaleza”.

 

2. Cómo aprender: Cualquier adulto sabe que aprender sin hacer no es aprender. Como logísticamente es complejo comprobar que una persona es capaz de hacer algo, diseñamos curriculums a partir de lo que es fácil de enseñar verbalmente en un aula con una pizarra, y de medir en un examen. Mi hijo pequeño acaba de hacer el examen de acceso a la universidad: el 100% de las preguntas fueron test de respuesta múltiple. Si no puedes experimentar, no puedes vivir las consecuencias de tus decisiones. Pero la vida te exige continuamente acción y no solo palabras. La tecnología nos ayudará a evaluar ese saber hacer. Podremos construir simulaciones de cualquier situación y habilidad para que las personas puedan practicar para aprender y para que las podamos “examinar”. Tenemos un modelo educativo que penaliza el error cuando hoy la neurociencia confirma lo que siempre supimos: el cerebro necesita del error para aprender ¿Y la socialización? El ser humano se vuelve loco si no interactúa con sus semejantes, basta recordar a Tom Hanks hablando con la pelota Wilson en Naufrago. Sin embargo, el actual proceso educativo está dirigido al individuo (al que hacemos competir con sus semejantes). Michel de Montaigne afirmó “En mi opinión, el juego mental más fructífero y natural es la conversación. Lo encuentro más dulce que cualquier otra acción en la vida; Y si me obligaran a elegir, creo que preferiría perder la vista que el oído y la voz”. El aula nunca fue un espacio diseñado para conversar, más bien al contrario. Chat GPT posibilita mantener una conversación infinita. Si lo diseñamos de esa manera, aprender debiese ser una actividad dialogada de planificación, ejecución (acción/decisión), reflexión y cambio.

 

3. Quien participa del proceso de aprender: Hasta hoy, la responsabilidad de la educación ha recaído exclusivamente en las organizaciones educativas y parcialmente en padres y autoridades. Aprender dependía de otros y ahora pasa a depender de uno mismo. El actor más importante de la educación es el alumno. La obsesión por enseñar (foco en el profesor) nos ha hecho olvidarnos de que la clave es que los alumnos quieran aprender. No hay razón alguna para que educar no sea un compromiso de toda la sociedad porque las barreras de tiempo, distancia y espacio ya no existen. Todas las profesiones tienen conocimientos con los que contribuir a la educación de los futuros ciudadanos. Si realmente creemos que la educación es la herramienta más importante para la movilidad social y para construir comunidad, entonces todos debiésemos estar involucrados.

 

4. Cuando aprender: El aprendizaje ocurre cuando alguien quiere aprender y no cuando alguien quiere enseñar. Sin embargo, en algún momento y de forma arbitraria, se decidió que la enseñanza básica y media debía durar 12 años. Y que la universitaria son 4 años y los másteres 1 o 2. Sin embargo, aprendemos toda la vida. Siempre es momento de aprender. Cualquier actividad es susceptible de convertirse en una oportunidad de aprendizaje. De todo el mundo se puede aprender algo si tenemos el interés y las ganas. De hecho, la velocidad a la que avanza el mundo y los cambios que ello provoca nos obligan a aprender todo el tiempo. Venimos de una época de administrar la escasez, hoy nos empieza a pasar lo contrario: tenemos sobreabundancia de recursos de aprendizaje y es importante hacer una “dieta” informativa y concentrar la atención. Hoy no podemos decir que no aprendemos porque no tenemos dinero.

 

5. Donde aprender: Hemos asumido durante siglos que para aprender había que trasladarse a un lugar artificial llamado aula (que mantiene la misma distribución física que hace 500 años). La pandemia nos recordó algo que ya sabíamos los que empezamos con el elearning a finales de los años 90: se puede aprender en cualquier lugar, aunque no hay mejor opción que aprender donde aplicarás lo aprendido. Por eso aprendes a cocinar en una cocina y a conducir en un coche y no en un aula.

 

La educación es el principal invento de la humanidad, pero requiere ajustes. Es ridículo que todos nuestros hijos aprendan lo mismo, al mismo ritmo, en el mismo lugar y de la misma manera. El monopolio del conocimiento y de los títulos ya no lo tendrá una institución, sino que lo podrás acceder cuando lo requieras ¿En qué instante sucederá el cambio? Imposible saberlo, pero llegará. Cómo escuché innumerables veces decir a mi madre “no hay peor ciego que el que no quiere ver”.

 

El 5 de diciembre en Olmué impartiremos la conferencia “Hacia un mundo de organizaciones más inteligentes” para Walmart invitado por Mutual de Seguridad.

El 21 de diciembre impartiremos la conferencia “Hacia un mundo de organizaciones más inteligentes” para el equipo directivo de Kibernum.

El 23 de enero en San Sebastián impartiremos la conferencia “Hacia un mundo de organizaciones más inteligentes” para la celebración del 10º aniversario del modelo ETHAZI de Tknika, Centro de Investigación Aplicada de FP Euskadi.

El 12 y 26 de diciembre, en Cadabra la magia de aprender, dentro de Abra Laboratorio de Aprendizaje realizaremos las segundas partes de las sesiones sobre "¿Cómo aprende la NASA?" con German Nauman y "Organizaciones inteligentes" con Ana Varela.

 

 

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