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En octubre de 2023
me sorprende esta
noticia sobre la dificultad que tienen las empresas para contratar
colaboradores. Destaca este párrafo “el 76% de las empresas vascas nos
dicen que tienen problemas para encontrar las personas que necesitan, lo
cual, teniendo 107.000 personas en el paro, llama la atención… si queremos
una economía competitiva que genere empleo de calidad, vamos a necesitar
personas muy altamente cualificadas en todo tipo de puestos”. Días
atrás, un colega consultor me comentaba que la directora de RRHH de una
empresa estaba aterrorizada porque en 2024 se le jubilan una gran cantidad
de personas y no tiene cómo remplazarlas. En la columna
del mes pasado escribí acerca del director comercial y propietario de
una empresa que acaba de perder a un ingeniero joven a quien entrenó
durante 1 año como su futuro relevo y lo peor de todo es que no tiene
ninguna perspectiva para encontrar un remplazo.
Siempre podemos ver
el vaso medio lleno: Bastantes empresas que conozco confirman que hay
negocio (proyectos interesantes y dinero circulando). Han acumulado un
profundo conocimiento de sus mercados y clientes y esa trayectoria les
permite lidiar con este mundo tan incierto y convulso. Acabamos de
comprobar como los empleados
de OpenAI recibieron suculentas ofertas de
trabajo cuando amenazaron con abandonar la empresa. Si tienes
conocimiento valioso, nunca te falta el trabajo. Toda empresa es una
organización de conocimiento que depende de personas muy concretas, con
nombres y apellidos. Y si esas personas se van, la empresa no vale nada.
Y luego tenemos el
vaso medio vacío: A pesar de que tienen clientes y proyectos, las empresas
confiesan que les cuesta encontrar el talento
que requieren. Si hacemos doble click en esa
afirmación, descubrimos varios elementos: Una crisis
de natalidad donde cada vez nacen menos niños y las empresas tienen
menos “oferta” para elegir. Pero, además, una vez contratadas, las personas
permanecen menos tiempo en las organizaciones. Lo inexplicable es que
sabemos que todos los colaboradores se van a ir (bien a otros proyectos o
por jubilación) y al marcharse, se llevan su conocimiento y la empresa se
resiente. A esto hay que añadir unas elevadas
tasas de desempleo juvenil, con jóvenes que invirtieron mucho tiempo y
dinero en formarse para no encontrar un sitio en el mercado laboral…
¿Y por qué esta
columna tiene que ver con la educación? Porque estoy convencido de que
tenemos la mejor materia prima de la historia: los mejores profesores
y generaciones de jóvenes, las mejores infraestructuras, las mejores
empresas... Sin embargo, las críticas
al sistema educativo son permanentes porque no cumple su promesa ¿Cómo
es posible que la empresa no encuentre lo que necesita y tantos jóvenes
sigan sin trabajo? Si, ya sé que la misión de la universidad no es solo
educarte para el mundo laboral, pero dejémonos de patrañas: para TODOS los
estudiantes, es su principal objetivo.
Asistimos a un
diálogo de sordos:
¾ La
empresa dice “necesito gente formada en X, Y y
Z”
¾ El
sistema educativo dice “yo formo en A, B y C”
¾ Es
decir, uno dice “tengo trabajo para quienes sepan hacer X, Y y Z”
¾ Y
otro dice, “me parece muy bien, pero para mí es importante formar a las
personas en A, B y C, siempre lo he hecho así y no sé cómo formar en X, Y y Z”
Unos te enseñan a jugar
al futbol y baloncesto y los otros necesitan gente que sepa jugar al
ajedrez y al póker. Y así pasa la vida…
La educación ha
disfrutado de 2 monopolios que ha explotado en su propio beneficio. El
monopolio del conocimiento y el de los títulos. El del conocimiento porque
si querías aprender algo, tenías que acudir a los lugares físicos donde se
encontraba el conocimiento que eran centros educativos, personificado en la
figura de los profesores. Si, existían bibliotecas y un pintoresco negocio
de enciclopedias, pero cuando querías aprender algo de verdad, tenías que
hacer un curso. La opción de ser autodidacta siempre ha existido, pero era
más limitada. El monopolio de los títulos porque el pasaporte que todavía
te habilita para la mayoría de las profesiones en el mundo del trabajo los
otorga una institución académica. Sin título, no tienes ninguna posibilidad
de desempeñarte como médico, juez o ingeniero (aunque si puedes trabajar
como actor, futbolista o Youtuber). Es curioso
que la educación no sea solo un derecho sino una obligación. La ley obliga
a educar a un niño hasta los 18 años, pero no a alimentarlo, vestirlo o
proveerle vivienda. A priori es una buena idea porque cuanto más educada es
una sociedad, mayor grado de bienestar entrega a sus ciudadanos. Claro que
eso depende de qué
entendamos por educar…
Debiésemos educar
para comprender cómo funciona el mundo y de esa manera navegar
inteligentemente en él. Algo en esa definición no funciona cuando asistimos
a un divorcio tan explicito entre lo que ocurre en un aula y la vida real.
Si pudiese pedir
3 deseos, me conformaría con que todo joven terminase su etapa escolar
habiendo descubierto lo que te interesa, sabiendo relacionarse con sus
semejantes y siendo un maestro en el arte de aprender. No parece muy
ambicioso.
¿Y por qué sostengo
que la educación está perdiendo ambos monopolios? El sistema se tambalea
cuando dejamos de depender del lugar, la hora y, sobre todo, de la fuente
de conocimiento. Gracias a la tecnología, ya no es el sistema educativo el
que provee el conocimiento, sino que este se encuentra disponible 24h, los
365 días del año. Tampoco necesitas que el profesor esté a una distancia
razonable de tu casa o que el aula se encuentre disponible. Y al mismo
tiempo, cada vez el título tiene menos importancia. Muchas empresas
empiezan a valorar la experiencia que tienen las personas, lo que son capaces de
hacer, y no lo que saben. Todos los que hemos estudiado una
carrera (másteres incluidos) sabemos que un título o una buena nota, no
equivalen a conocimiento. Cuando terminaba un año escolar, nadie te
preguntaba qué aprendiste sino qué notas
sacaste. Yo obtuve el título de Derecho lo que no
significa que hubiese aprendido. Por supuesto, tiene que existir un
sistema que permita verificar que una persona cuenta con los conocimientos
requeridos para realizar una tarea, pero los exámenes
teóricos del colegio y la universidad distan mucho de cumplir esa misión. Estudiar y
aprender no son sinónimos. Memorizar y pensar
son casi conceptos opuestos. Las empresas se han dado cuenta además de que
en un mundo donde el conocimiento caduca tan
rápido, lo importante no es lo que saben las personas sino su capacidad
de seguir aprendiendo.
¿Qué es lo que va a
acelerar el desplome de ambos monopolios? Mi experiencia es que el sistema
educativo nunca ha mostrado interés por cambiar ¿Quién sería tan estúpido
de renunciar a sus privilegios? El último ejemplo fue a comienzos de año
cuando escribí
sobre el pánico que provocó chat GPT en el mundo educativo. A
falta de voluntad propia, la presión vendrá desde mundo del trabajo.
Recordemos que no hace tanto, los medios de comunicación mantenían
férreamente el monopolio de la información. Hoy ya no es así. Los cambios
imparables que están reconfigurando drásticamente el panorama ya están en
marcha. La demanda ha cambiado su perfil: La creciente amenaza de
automatización nos abocará a jornadas
laborales de 2 o 3 días semanales. Hay estudios que indican que un
porcentaje significativo de la fuerza laboral (se
habla de más del 50%) será free lance, lo que obliga a los individuos a
realizar una gestión mucho más ambiciosa de su conocimiento personal y
coloca a las empresas ante un serio problema para conseguir a las personas
que requieren. El fenómeno
de la gran renuncia ha sido un primer aviso. Y desde la oferta, han
surgido una enorme cantidad de actores que ofrecen productos y servicios de
conocimiento (llámense Coursera, Linkedin Learning o Kahn Academy) que
compiten encarnizadamente con los lideres tradicionales, pero con ventajas
imbatibles: la flexibilidad de diseñar tu propio curriculum
sin restricciones burocráticas. Si mañana Microsoft u OpenAI
lanzan un programa para aprender sobre Inteligencia Artificial (IA), será
mucho más apetecible que si lo imparte cualquier universidad.
Pero el cambio
definitivo es que quien manda ya no es la oferta sino la demanda. Pasamos
de un mundo donde la institución oferente decidía qué aprendías, cómo,
cuándo y dónde a un sistema donde la demanda elige y exige “lo que
necesito, cómo y cuándo lo necesito”. Y el detonante sucederá en el
momento en que la IA sea capaz de formarte en cualquier disciplina ¿Alguien
duda que eso ocurrirá? Hoy, la IA te ofrece acceso al mejor diagnóstico
médico, abogado, programador, asesor de marketing o financiero. Mañana le
podré pedir a un asistente virtual “entréname para cualquier trabajo”
ya que le habremos preparado con el conocimiento de todas las profesiones.
Y ojo, no hablo únicamente de conocimiento técnico sino de cualquier tipo
de conocimiento: relacional, emocional, metodológico…
Una de las
características de la IA es su capacidad de automatizar conocimiento: que
lo que hace una persona lo pueda hacer una máquina. Si una IA “aprende” lo
que saben todos los profesores o los profesionales, entonces te puede
acompañar en el proceso de aprendizaje porque contará con todos los
conocimientos para desempeñarse en cada trabajo: eso significa que podrá
diseñar y proponerte actividades, ofrecerte los contenidos adhoc que necesites, hacerte preguntas, responder a las
tuyas, darte feedback en función de tu desempeño,
mostrarte ejemplos, anticiparte errores, ofrecerte recomendaciones,
contarte historias, evaluarte… En el momento en que la tecnología
nos permita diseñar escenarios simulados donde poder practicar, dejaremos
de estar limitados por las restricciones de un aula física, por el número
de profesores disponibles y su especialidad o por métodos de evaluación
ineficientes. Si quiero aprender sobre la historia, podré trasladarme a la
antigua Roma y vivir cómo un ciudadano del imperio. Si quiero aprender
sobre energía nuclear, podré introducirme en el corazón de una central y
entender lo que ocurre en el reactor… No conozco ninguna organización educativa
capaz de ofrecer eso, ni siquiera que se lo esté planteando.
¿Qué se requiere
para afrontar sin miedo este nuevo escenario? Cuestionarnos los paradigmas
que se mantienen inmutables en el tiempo y mirarlos desde los ojos de
un niño:
1. Qué es
importante aprender ¿Seguimos enseñando lo mismo
que llevamos enseñando 100 años y no se parece en nada a la vida que
viviremos? Estamos en transición del ser humano trabajador (rutinario) a
recuperar nuestra esencia como creadores. Sí las máquinas harán lo que ya
sabemos y los algoritmos sabrán más que nosotros, entonces las personas nos
podemos concentrar en aprender lo que no se sabe cómo humanidad. Eso obliga
a dar protagonismo a habilidades
menospreciadas: imaginación, creatividad, resiliencia, flexibilidad,
empatía, proactividad… Y con esas habilidades, tendremos que aprender a
fijar objetivos, planificar, priorizar, colaborar con otros, emprender,
innovar… es decir, aprender a pensar.
Una cosa es hacer pensar sobre preguntas que tienen respuesta correcta y
otra muy diferente pensar sobre preguntas sin respuesta. Si algo me
fastidia de mi recorrido educativo es que me pasé años memorizando y
repitiendo lo que otros habían dicho antes y en muy pocas ocasiones creando
algo de mi propia cosecha. Federico II de
Prusia, decía “Conocimientos puede tenerlos cualquiera, pero el arte
de pensar es el regalo más escaso de la naturaleza”.
2. Cómo aprender:
Cualquier adulto sabe que aprender sin
hacer no es aprender. Como logísticamente es complejo comprobar que una
persona es capaz de hacer algo, diseñamos curriculums
a partir de lo que es fácil de enseñar verbalmente en un aula con una
pizarra, y de medir en un examen. Mi hijo pequeño acaba de hacer el examen
de acceso a la universidad: el 100% de las preguntas fueron test de
respuesta múltiple. Si no puedes experimentar, no puedes vivir las
consecuencias de tus decisiones. Pero la vida te exige continuamente acción
y no solo palabras. La tecnología
nos ayudará a evaluar ese saber hacer. Podremos construir simulaciones de
cualquier situación y habilidad para que las personas puedan practicar para
aprender y para que las podamos “examinar”. Tenemos un modelo educativo que
penaliza el error
cuando hoy la neurociencia confirma lo que siempre supimos: el cerebro
necesita del error
para aprender ¿Y la socialización? El ser humano se vuelve loco si no
interactúa con sus semejantes, basta recordar a Tom Hanks
hablando con la pelota Wilson en Naufrago. Sin
embargo, el actual proceso educativo está dirigido al individuo (al que
hacemos competir con sus semejantes). Michel de
Montaigne afirmó “En mi opinión, el juego mental más fructífero y
natural es la conversación. Lo encuentro más dulce que cualquier otra
acción en la vida; Y si me obligaran a elegir, creo que preferiría perder
la vista que el oído y la voz”. El aula nunca fue un espacio diseñado
para conversar, más bien al contrario. Chat
GPT posibilita mantener una conversación infinita. Si lo diseñamos de
esa manera, aprender debiese ser una actividad dialogada de planificación,
ejecución (acción/decisión), reflexión y cambio.
3. Quien participa
del proceso de aprender: Hasta hoy, la responsabilidad
de la educación ha recaído exclusivamente en las organizaciones educativas
y parcialmente en padres y autoridades. Aprender dependía de otros y ahora
pasa a depender de uno mismo. El actor más importante de la educación es el
alumno. La obsesión por enseñar (foco en el profesor)
nos ha hecho olvidarnos de que la clave es que los alumnos quieran
aprender. No hay razón alguna para que educar no sea un compromiso de toda
la sociedad porque las barreras de tiempo, distancia y espacio ya no
existen. Todas las profesiones tienen conocimientos con los que contribuir
a la educación de los futuros ciudadanos. Si realmente creemos que la
educación es la herramienta más importante para la movilidad social y para
construir comunidad,
entonces todos debiésemos estar involucrados.
4. Cuando
aprender: El aprendizaje ocurre cuando alguien quiere aprender y no
cuando alguien quiere enseñar. Sin embargo, en algún momento y de forma
arbitraria, se decidió que la enseñanza básica y media debía durar 12 años.
Y que la universitaria son 4 años y los másteres 1 o 2. Sin embargo,
aprendemos toda la vida. Siempre es momento de aprender. Cualquier
actividad es susceptible de convertirse en una oportunidad de aprendizaje.
De todo el mundo se puede aprender algo si tenemos el interés y las ganas.
De hecho, la velocidad a la que avanza el mundo y los cambios que ello
provoca nos obligan a aprender todo el tiempo. Venimos de una época de
administrar la escasez, hoy nos empieza a pasar lo contrario: tenemos
sobreabundancia de recursos de aprendizaje y es importante hacer una “dieta”
informativa y concentrar la atención. Hoy no podemos decir que no
aprendemos porque no tenemos dinero.
5. Donde
aprender: Hemos asumido durante siglos que para aprender había que
trasladarse a un lugar artificial llamado aula (que mantiene la misma
distribución física que hace 500 años). La pandemia
nos recordó algo que ya sabíamos los que empezamos con el elearning a finales de los años 90: se puede
aprender en cualquier lugar, aunque no hay mejor opción que aprender donde
aplicarás lo aprendido. Por eso aprendes a cocinar en una cocina y a
conducir en un coche y no en un aula.
La educación es el principal
invento de la humanidad, pero requiere ajustes. Es ridículo que todos nuestros hijos
aprendan lo mismo, al mismo ritmo, en el mismo lugar y de la misma manera. El
monopolio del conocimiento y de los títulos ya no lo tendrá una
institución, sino que lo podrás acceder cuando lo requieras ¿En qué instante sucederá el
cambio? Imposible saberlo, pero llegará. Cómo escuché innumerables veces
decir a mi madre “no hay peor ciego que el que no quiere ver”.
El 5 de diciembre
en Olmué impartiremos la conferencia “Hacia un mundo de organizaciones
más inteligentes” para Walmart invitado
por Mutual
de Seguridad.
El 21 de diciembre
impartiremos la conferencia “Hacia un mundo de organizaciones más
inteligentes” para el equipo directivo de Kibernum.
El 23 de enero en
San Sebastián impartiremos la conferencia “Hacia un mundo de
organizaciones más inteligentes” para la celebración del 10º
aniversario del modelo ETHAZI de Tknika, Centro de Investigación Aplicada de FP
Euskadi.
El 12 y 26 de
diciembre, en Cadabra la magia de aprender, dentro de Abra Laboratorio de
Aprendizaje realizaremos las segundas partes de las sesiones
sobre "¿Cómo aprende la NASA?" con German Nauman y "Organizaciones inteligentes"
con Ana Varela.
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