E D I C I Ó N - N ° 212- DICIEMBRE - 2 0 2 3

 

 

 

 

La IA es la nueva gestión del conocimiento
Javier Martínez Aldanondo
Socio Cultura de Aprendizaje en Knowledge Works
javier@kworks.cl y javier.martinez@knoco.com

www.javiermartinezaldanondo.com

Twitter: @javitomar – Instagram: @javiermartinezaldanondo

 

¿No es curioso que después de toda la vida quejándonos por tener que trabajar, ahora nos aterre la posibilidad de no hacerlo?

 

La dificultad de delegar. La existencia humana siempre ha sido cuestión de ahorrar energía. El cerebro, órgano responsable de la inteligencia y único que no es posible trasplantar, es el que más energía consume de todo el cuerpo. Se dice que somos vagos, pero en realidad tratamos de optimizar la energía porque malgastarla podía suponer una amenaza para la supervivencia. Hoy, además nos urge hacer un uso eficiente del tiempo. A lo largo de la historia, los seres humanos nos tuvimos que ocupar de todo lo que queríamos que ocurriera. Desde temprano endosamos a los animales parte del esfuerzo físico que después trasladamos a las máquinas. Pero el resto, siempre lo hemos hecho nosotros. No había manera de delegar y eso obligó a llevar todo el conocimiento “encima”: Nuestros antepasados sabían cazar, hacer ropa, construir casas, arreglar el motor del automóvil…. Ahí surge el concepto de trabajo. Por primera vez, eso va a cambiar y tendrá consecuencias impredecibles. La Inteligencia Artificial (IA) nos brinda la oportunidad de decidir en qué merece la pena gastar nuestra vida, algo que nunca habíamos podido elegir. Es una oferta irrechazable pero no exenta de peligros. Yo tengo jardín y le puedo preguntar a Picture This que me diga qué enfermedad tiene una planta y cómo tratarla. Es decir, que me provea conocimiento que no tengo y que anteriormente debía consultar a mi jardinero. El jardinero, en lugar de dedicar su tiempo a saberlo todo sobre cada planta, podrá ofrecerme conocimiento sobre planificación, producción, diseño, comercialización, etc. apoyado en otra IA. El límite será nuestra imaginación, que nunca fue una capacidad muy valorada…

 

Inteligencia Incorporada. Todo lo que tenemos que no es fruto de la naturaleza, se explica gracias a nuestra inteligencia. No existe una definición de inteligencia consensuada. Para mí, consiste en la “capacidad de tomar buenas decisiones y aprender para resolver problemas nuevos”. La inteligencia es una técnica y no un talento, por eso se aprende. El objetivo de la IA es o bien hacer las tareas que nosotros hacemos (“inyectando” inteligencia a los objetos) o ayudarnos a hacerlas mejor, proveyéndonos el conocimiento que necesitamos. Un ejemplo sencillo es conducir. Si fabricamos un vehículo autónomo, le puedo pedir “llévame a mi casa” y de esa manera yo no necesito conducir, sino que una IA hace la tarea por mí, me sustituye. Si le pregunto a Waze o a Google Maps que me indiquen “el mejor camino para ir a la oficina de un cliente”, lo que hace es entregarme una recomendación, es decir, proveerme conocimiento.

Para hacer lo que tú haces (conducir) o para complementarte (recomendar una ruta), la IA requiere conocimiento, o lo que es lo mismo, necesita “aprender” lo que nosotros sabemos. De lo contrario, no funciona. Ese aprendizaje tiene naturalezas distintas. Para que haga y me sustituya (conducir) tiene que tomar decisiones. Para eso, tenemos que automatizar lo que significa transferirle el conocimiento de cómo se realiza esa tarea. Y eso lleva a preguntarse ¿Quién sabe hacerla? lo que conduce siempre a personas. La oportunidad (y el riesgo asociado) es que los productos, procesos o sistemas serán independientes de nosotros, no nos necesitarán para actuar. Y si son capaces de aprender de forma autónoma, cada vez ejecutarán mejor la tarea. Para que me recomiende qué hacer (el camino a la oficina de un cliente), no necesitamos automatizar porque la toma de decisiones la seguimos manteniendo las personas. En ese caso necesito que Waze sepa, pero no que ejecute.

Las 2 cosas que le pedimos a la IA son “Hazlo por mí” (lo que yo hago) o “Ayúdame a hacerlo mejor” (dime o recomiéndame lo que yo no sé).  Para el primer caso, necesitamos enseñarle a hacerlo. Y para el segundo, tenemos que entregarle la información sobre cómo se hace para nos pueda asistir. La expectativa que tienes cuando incorporas IA es que hará lo que tu hacías para que no tengas que hacerlo o hará cosas que no podrías o te costaría demasiado esfuerzo hacer. Y la clave para que la promesa que nos hace la IA se cumpla es el conocimiento, y más concretamente, la transferencia de conocimiento. Sin conocimiento, la IA no puede hacer nada, no es mágica. Por eso la Inteligencia Artificial es la nueva Gestión del Conocimiento.

A partir del momento en que te compras un iPhone, es cada día más viejo y por tanto vale menos. Con la IA (y con el conocimiento) ocurre lo contrario, cada día que pasa aprende algo nuevo y por tanto sabe y vale más. Cuando no existen problemas sino tareas nos encontramos en el reino de la IA porque contamos con el conocimiento para resolver cualquier desafío y todo es susceptible de ser automatizado. Cuando tenemos problemas (nos falta conocimiento), nos encontramos en el reino de las personas donde tenemos que aprender y las maquinas nos pueden apoyar.

 

Pronto será imposible encontrar una empresa que haga algo sin tener la IA en mente. La IA afectará a todo porque toda la actividad humana está basada en el conocimiento. Cada vez tendremos que ser más inteligentes y para eso tendremos que usar más (y mejor) la IA y no menos. Si la IA va a cambiar la forma de trabajar, el diseño de las organizaciones y el mundo laboral, las 2 grandes preguntas que todo el mundo se repite sin cesar son ¿la IA nos va a dejar sin empleo? y ¿si una máquina hace lo que yo hago, entonces qué hago yo? Y las respuestas contienen 2 dependes. El primero es que depende de qué se entienda por trabajo. Y el segundo es que depende de nuestra imaginación si queremos por fin dejar de hacer cosas que hasta hoy eran indelegables y pasar a hacer otras más valiosas o incluso hacer menos cosas.

 

La fiebre Smart. Hace más de 10 años, me llamó la atención la gran cantidad de productos/servicios que llevaban el apellido Smart o Inteligente. Evidentemente, era una estrategia para vender: había que hacerlos atractivos poniendo el énfasis en sus “superpoderes”. Llegué a contabilizar más de 100. Hacer que un objeto sea inteligente implica que tenga capacidad de decidir y actuar con independencia de una persona. Los anglosajones usan el término de “embedded intelligence” que sería “inteligencia incorporada o integrada”. Garantiza pasar de un proceso tonto a un proceso inteligente, Este cubo Rubik se resuelve a sí mismo y no necesita ni de la persona que tiene el récord del mundo, ni de una máquina. La IA busca que las máquinas hagan lo que nosotros hacemos. Se trata de tener un asistente (una suerte de mayordomo) que nos haga la vida fácil y, sobre todo, el trabajo sucio ¿A quién no le agradaría? Hace mucho que ya no traducimos al inglés, lo delegamos a Google Translator. Le puedo solicitar a Chat GPT que me escriba esta columna o prepare un plan estratégico, tareas ambas que hasta hoy yo (u otro humano) teníamos que hacer y no se podían delegar. Pero para que la IA nos ayude y haga algo que nosotros hacemos, necesita conocimiento, es decir, aprender.

 

La fiebre del Big Data. Si yo tengo conocimiento para escribir columnas, andar en bici o impartir conferencias es porque previamente lo aprendí. El conocimiento surge del pasado. Las personas aprendemos por medio de la experiencia. Sin embargo, para que una máquina aprenda, lo que hacemos es alimentarla con datos. Por eso llevamos años con la obsesión por capturar todos los datos posibles. La frase de moda es los datos son el nuevo petróleo. ¿Qué crees que son los datos? Información del pasado. Un dato nunca muestra el futuro, sino que es una expresión de algo que ha ocurrido. Los datos son el intangible por naturaleza. El enorme esfuerzo que estamos haciendo en recogerlos se debe a que tenemos la expectativa de que van a ser muy útiles para el futuro. Y la razón es muy sencilla: lo que va a pasar mañana no será muy distinto de lo que ha pasado hoy, que a su vez es muy similar a lo que ocurrió ayer. Un ejemplo: me apuesto todo mi dinero a qué mañana amanecerá. Si la realidad apenas va a cambiar en el corto plazo, cuanto mejor conozcas ese pasado, mejor podrías usarlo para predecir, planificar, anticipar y prepararte para lo que llegará. Por esa razón son críticas las actividades que nos permiten capturar el pasado ya que las organizaciones hacen tareas repetitivas y reutilizar conocimiento es lo más eficiente. Es cierto, que, a medio y largo plazo, los cambios empiezan a ser grandes y la información del pasado ya no es fiable. Por eso, podemos predecir cada vez con mayor exactitud el tiempo que hará mañana (con ayuda de IA) pero no tanto el que hará dentro de 1 año ¿Dónde está tu pasado? No es casualidad que los griegos acuñasen la frase “conócete a ti mismo”. Para lo que sí es muy valiosa la información del pasado más antiguo es para entender cómo y por qué has llegado hasta el presente. Ahora bien, la IA toma ese conocimiento del pasado para decidir hacia el futuro y ofrecernos opciones. Por eso el futuro sucede hoy con las decisiones que tomamos. Si mapeas al detalle cada cosa que ocurre, y aprendes de ello, tienes más posibilidades que el resto de acertar para la siguiente vez porque se producen muy pocos cambios de un día para otro. El caso de la salud es muy ilustrativo. Siglos atrás, el conocimiento de una enfermedad existía en la cabeza de uno o varios médicos. Si tenías el dinero o la suerte de vivir cerca, podías beneficiarte de ello. En algún momento, ese conocimiento se va plasmando en papel, pero desperdigado por el mundo, así que resultaba muy complicado poder aprovecharlo. Cuando todo ese conocimiento se digitaliza, se abre la posibilidad de explotarlo ágilmente. Por primera vez, la tecnología permite revisar millones de datos de pacientes con los mismos síntomas que tú, buscando patrones. Con ese conocimiento histórico acumulado, el médico te puede realizar un diagnóstico óptimo y proponerte un mejor tratamiento. La tecnología nos hace humanos.

La pregunta que cabe hacerse aquí es ¿Qué datos tiene tu organización para poder alimentar sistemas que le permitan ser más inteligente? Mi experiencia es que, en general, las organizaciones no tienen muchos datos de su negocio, los que tienen no siempre tienen la calidad adecuada y los datos más importantes no se capturan porque están en la cabeza de sus colaboradores, proveedores y clientes. Nunca debemos confundir, Big Data con Big Knowledge. El secreto para sacar partido de los datos es el conocimiento que tenemos del proceso o negocio en el que estamos.

 

¿Qué podemos hacer con los datos? Como ya explicamos, cuando manejo bien el conocimiento de mi negocio, empiezo a interrogar a esos datos para que me faciliten 3 cosas: 1. Ver lo que no vemos a simple vista. Una IA es capaz de revisar 90 mil radiografías de 6 mil pacientes y detectar patrones que conducen a que se presente la enfermedad. Ese mismo ejercicio se puede hacer para la producción, la venta, el mantenimiento o la atención de clientes. 2. Hacer predicciones basadas en datos para tomar mejores decisiones. “Armado” con el conocimiento resultante del análisis de esas 90 mil radiografías, podemos decidir cuál es el mejor curso de acción a tomar a partir de lo que funcionó bien y mal a todos esos pacientes previos para evitar repetir errores y asegurar tratamientos exitosos. 3. Reducir la dependencia de trabajadores del conocimiento. Una vez que transferimos conocimiento a una máquina, nos puede ayudar a mejorar, o potenciar un proceso. Por ejemplo, Alphaphold fue capaz de descubrir la estructura de casi todas las proteínas a partir del conocimiento existente, haciendo millones de combinaciones que nosotros no podemos hacer. La conversación, y concretamente el storytelling, es uno de los principales mecanismos de transferencia de conocimiento y con ChatGPT podemos mantener una conversación infinita.

 

¿Por qué estoy convencido de que la IA es la nueva gestión del conocimiento? Porque la IA necesita conocimiento como input y a su vez entrega conocimiento como output, bien en forma de recomendación para que hagamos o decidamos o bien mediante una acción (sustituyendo algo que hacíamos las personas). A fin de cuentas, lo más difícil, los problemas que aún no hemos resuelto quedan para nosotros. Lo que está claro es que, si la inteligencia es nuestro principal atributo, no podemos regalar la capacidad de decidir.

 

En la segunda parte de esta columna abordaremos los siguientes elementos:

Capturar la realidad es muy complejo

¿A qué nos dedicamos?

Tienes que saber más que la IA, no menos

La metáfora de los hermanos Lumiere

Los objetivos y el para qué

 

El 5 de enero en Santiago impartiremos la conferencia “Hacia un mundo de organizaciones más inteligentes” para ENAEX de la mano de Mutual de Seguridad.

El 12 de enero en Santiago participaremos en el desayuno “Construyamos juntos culturas de aprendizaje en las organizaciones” convocado por Otic Sofofa con la conferencia “Cultura de Aprendizaje”.

El 17 de enero estaremos en Barcelona para impartir una masterclass sobre evolución y tendencias de la gestión del conocimiento invitado por Jesus Martinez del CEFJE

El 18 de enero en San Sebastián dinamizaremos el taller sobre el “Modelo de Confianza para la Colaboración” para el área de Gestión de la Complejidad de Tknika

El 24 de enero en San Sebastián impartiremos la conferencia “Hacia un mundo de organizaciones más inteligentes” para la celebración del 10º aniversario del modelo ETHAZI de Tknika, Centro de Investigación Aplicada de FP Euskadi

El 25 de enero en Burgos para la Confederación de Empresas Burgalesas FAE impartiremos la conferencia “Hacia un mundo de organizaciones más inteligentes”

El 26 de enero en el santuario de Loyola en Azpeitia impartiremos la conferencia “Hacia un mundo de organizaciones y comarcas más inteligentes” organizada por Iraurgi Berritzen

El 9 y 23 enero en Cadabra la magia de aprender, dentro de Abra Laboratorio de Aprendizaje, realizaremos la segunda parte de la sesión sobre "Organizaciones inteligentes" con Ana Varela, y conoceremos “el modelo de aprendizaje de la Escuela de Administración Pública de Cataluña” con Ismael Peña y Olga Herrero.

 

 

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