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“La vida que
llevamos no nos incita a pensar” (Magnus Carlsen)
Hace 17 años,
comencé a dinamizar talleres con la metodología Lego Serious Play.
El objetivo de los talleres era abordar problemas de negocio de la empresa
desarrollando una serie de habilidades como planificación, comunicación,
creatividad, colaboración, etc. La manera en que los participantes
intervenían era mediante desafíos en los que tenían que construir su
respuesta usando piezas de Lego: “Construye el plan estratégico de tu
organización, construye la situación de tu equipo actualmente, construye un
nuevo servicio que podríamos ofrecer a los clientes…” Como muchos de
los participantes nunca habían jugado con Lego previamente, siempre
empezábamos con una actividad de calentamiento para que todos ellos
pudiesen familiarizarse con las piezas. Ese primer desafío era muy simple.
“Tenéis 5 minutos para construir un puente que sea alto, ancho, robusto
y estable”. He dinamizado más de 100 talleres y en todos sin excepción
pasó exactamente lo mismo (no importa el país, el tipo de empresa o el
perfil de los asistentes): Automáticamente, los participantes empezaban a
construir los puentes. Una vez finalizados los 5 minutos, los dinamizadores
hacíamos las pruebas para verificar que los puentes cumplían los 4
requisitos. Para ello, usábamos algún objeto grande y pesado (una papelera,
una jarra llena de agua) y al evaluar los puentes, los destruíamos
amablemente ante la mirada de odio de sus constructores. De inmediato
comenzaban los reproches. “Es que no sabíamos qué ibais a hacer con el
puente, es que no habéis dicho que el puente tenía que soportar esos
objetos, es que si hubiese sabido…”. ¿Qué era lo que les faltaba?
Información ¿Por qué no contaban con esa información? Muy sencillo: porque
a ninguno de los cientos de participantes se le ocurrió nunca PREGUNTAR.
Asumieron que ya sabían todo lo que necesitaban y no podían perder tiempo
con una tarea de tan poca importancia. Y claro, cuanto más rápido pedaleas,
si lo haces en una dirección que no es la que te acerca a tu objetivo, cada
vez te alejas más…
¿Qué nos permite
priorizar la dirección frente a la velocidad? La reflexión, es decir
dedicar tiempo a pensar. Ojo, hay veces que la velocidad es crítica, casi
siempre una vez que ya hemos pensado y decidido. El viejo refrán “vísteme despacio
que tengo prisa” está repleto de sabiduría.
¿En qué consiste
Pensar? En evaluar algo (una situación) con todos sus antecedentes y puntos
de vista para entenderla y elaborar ideas. Hablo de pensar como acto
creativo y no como acto repetitivo. Para repetir, las máquinas no necesitan
pensar mientras que, para crear, nosotros las podemos usar a ellas. Aunque
reflexionar consiste en volver a mirar lo que ya pasó, me refiero a mirar
hacia adelante, a lo que no ha ocurrido. El hecho de que la Inteligencia
Artificial (IA) vaya a ser capaz de hacer lo que nosotros hacemos va a
generar un impacto gigante. Como pienso que va a ser inevitable, lo mejor
es usar la IA a nuestro favor y generar la máxima confianza. Si
nuestra prioridad será crear y dejar la ejecución a las máquinas, es
imperativo reformular el sistema educativo.
La hipótesis que
quiero demostrar con esta columna es que nuestra principal herramienta es
la capacidad de pensar. Y la cruda realidad es que no dedicamos apenas
tiempo a pensar ¿Por qué? Porque estamos deslumbrados por la ejecución,
dedicamos todo el esfuerzo a perseguir resultados y como no está claro que
pensar nos ayuda a obtenerlos, lo consideramos una pérdida de tiempo (como
en el caso de los Legos). “Pensar es el trabajo más duro que hay, por
eso tan poca gente se dedica a ello (Henry Ford). Hemos
diseñado una civilización donde lo que prima es lo útil, lo cuantificable,
en la que no está bien visto no hacer nada. Harari sostiene
que la palabra que mejor nos describe es “excitados”. Vivimos cada
vez más rápido para hacer cada vez más cosas en el mismo tiempo y quien se
resiente es la reflexión. Y, por si fuera poco, no sabemos pensar. No
educamos a nuestros hijos enseñándoles a pensar. Pensar es un proceso
lento. Pensar puede que no nos lleve a ninguna parte. Pensar no tiene
respuesta correcta. Pensar consume mucha energía. Pensar es incontrolable,
es una amenaza que pone en riesgo lo que ya está establecido. Así que mejor
memorizar que pensar. Tampoco nuestras empresas consideran pensar una
actividad prioritaria. El primero de los 3 hábitos
para una organización inteligente es el de la reflexión. En todas las
organizaciones que conozco, se repite la misma queja. El 80% del tiempo se
dedica a EJECUTAR, el 19,9% a pensar para EJECUTAR. Pero a pensar sin un
vínculo directo con la EJECUCIÓN, no se dedica casi nada. Este cálculo mío
carece de rigurosidad científica, pero nadie en ninguna organización me lo
ha discutido jamás. Nos asusta lo incierto y nos aferramos cada vez más a
lo seguro, a lo predecible. Ni siquiera nos permitimos reconocer cuando no
sabemos.
¿Por qué Pensar es
importante? Pensar te ayuda a explicarte
lo que pasa y prepararte mejor para lo que vendrá. Cuando no piensas, te
expones a que sucedan cosas que no quieres, lo que te fuerza a reaccionar
cuando ya es demasiado tarde. Parafraseando a Descartes, “si no
pensamos, no existimos”. Al contrario que los animales cuya biología
les condiciona a hacer para sobrevivir, nosotros podemos elegir pensar
primero. Sócrates afirmó “Una
vida vivida sin reflexión no vale la pena”. En un mundo en el que la
ejecución la transferimos a las maquinas (automatización), lo único que nos
diferencia, todavía, es la capacidad de pensar y eso es algo que no podemos
delegar. Mientras las máquinas ejecutan (hace años que la calculadora o el
GPS hacen el trabajo sucio por mi) nosotros no permanecemos pasivos, sino
que desarrollamos competencias transversales e intemporales de mayor valor
como planificar, aprender, relacionarse, autogestionarse…
Nadie discute la
afirmación de Peter
Drucker sobre los trabajadores del conocimiento como aquellos capaces de
generar ideas. Pensar es la máxima expresión del conocimiento porque
lleva a crear nuevo conocimiento ¿Cuánto de lo que piensas a lo largo del
día es nuevo y creado por ti o repetido de terceros? De hoy en adelante,
valdrás en función de las ideas que tengas. Eso significa que si repites lo
que hacen otros (que resulta fácilmente automatizable) aportarás poco
valor. La IA no piensa y es cada vez más precisa en sus respuestas, pero
todavía no pregunta. Tener ideas obliga a ser curioso, lo que se muestra
nítidamente en las preguntas que te haces. Recuerda que todo tu proceso
educativo consistió en responder preguntas que no eran tuyas. Pensar
implica empezar desde las preguntas que te importan a ti, que te mueven.
Solo nos podemos cuestionar nuestras creencias o los paradigmas imperantes
si los analizamos críticamente. Una columna que escribí hace también 17
años se titulaba “pienso luego
aprendo”. No se puede mejorar sin pensar primero.
¿Cómo sabemos que
alguien Piensa? La única manera de averiguar
si los asistentes a alguno de mis cursos o conferencias están pensando es
cuando hacen una pregunta. En el párrafo previo vimos que aprender exige
preguntar. La buena noticia es que aprender
es un proceso innato y no una habilidad. No hace falta enseñar a un
niño a preguntar, basta con no reprimirlo. Recuerdo el verano de 2008 en
que mi
hijo mayor no paró de preguntar ¿Por qué? Eso sí, preguntar
es un arte que se perfecciona. La ciencia avanza a partir de buenas
preguntas. Pero nuestra trayectoria como humanidad siempre ha recompensado
a los que tenían respuestas. Una cosa que le podemos agradecer
a la IA es que está rescatando el valor de la pregunta. Nos estamos
dando cuenta de que dependiendo de lo bien que preguntes, obtendrás mejores
o peores resultados.
¿Cómo pensar?
Somos curiosos por naturaleza. Nuestra búsqueda del conocimiento es
instintiva. Los expertos insisten en lo importante que es la
calma, la relajación, el aburrimiento o vivir
el presente, esperar y no buscar y saber recargar. Se trata no solo de
favorecer “instancias sagradas para la reflexión” (igual que tenemos
instancias para comer o para dormir) sino de predisponernos a cuestionarlo
todo, incluso a nosotros mismos. Eso implica exponerse a desaprender
y a neutralizar a los enemigos del aprendizaje, encabezados por el ego y el
miedo. Incluso, disfrutar planteándonos siempre ¿en qué puedo estar
equivocado? Eso sí, en el mundo de las organizaciones, tenemos que
asegurarnos de que la reflexión sea un ejercicio grupal (no solo
individual) y planificado como una actividad más del flujo de trabajo.
¿De verdad no tenemos
tiempo para pensar? Esa es la excusa
más antigua cuando queremos justificar por qué no hacemos algo. El
sociólogo Pierre
Bourdieu decía “No hay pensamiento sin tiempo para pensar”. La
decisión más relevante de tu vida es qué haces con tu tiempo. Las cosas
importantes toman tiempo y demasiado hacer conduce a poco pensar. La
potencia de la IA para resolver problemas eclipsa nuestra capacidad de
identificar, diseccionar y formular problemas nuevos (que es el inicio del
proceso de pensamiento). Pero también de entender, de imaginar,
de curiosear y de crear porque son actividades que ralentizan el
proceso y las juzgamos como tiempo no rentable. Una persona que vive 80
años dispone de más de 700 mil horas. No es verdad que no haya tiempo,
simplemente no lo queremos dedicar a pensar. Todo lo que existe en el
planeta que no es fruto de la naturaleza es creación de la inteligencia
humana. Y si lo creamos nosotros, podemos cambiarlo y empezar a darle
relevancia a lo que hemos ignorado hasta la fecha.
¿La Inteligencia
Artificial nos ayuda o nos perjudica a la hora de pensar?
¿Tenemos un “nuevo amigo” que nos ayude a pensar diferente? La IA nos recuerda que no hay nada más
importante que la Inteligencia y esta se basa en acto de pensar. Hasta
hoy, la creación de conocimiento era privilegio nuestro. La IA resulta útil
porque nos ayuda a reutilizar
el conocimiento que ya existe. Desarrollar una IA para lo que ya
sabemos es el camino más fácil. La IA también crea nuevo
conocimiento de forma exponencial. Si entreno una IA con todo el
conocimiento que existe, es para pedirle que elabore combinaciones sorprendentes
y útiles. La IA carece de las restricciones físicas que tenemos los seres
humanos para crear conocimiento. Que un robot
descubra una vacuna para la malaria o la forma de todas las proteínas
significa que 1 millón de robots conectados en red y que utilizan el mismo
sistema operativo pueden hacerlo de inmediato mientras que 1 millón de
personas tienen que aprenderlo, cada una de ellas. Hay demasiada
información y cosas que aprender y las personas estamos limitadas por
nuestro cuerpo: dormimos, nos cansamos, nos desanimamos...
Para crear nuevo
conocimiento hay que observar discrepancias, buscar conocimiento previo que
sirve como punto de partida, experimentar,
corregir resultados, etc y en todo ello la IA nos apoya. En el
pasado, cuando teníamos menos datos, costaba más trabajo explicarnos por
qué ocurrían las cosas. Era más difícil entender si un hecho era una
casualidad esporádica o una consecuencia que se podía predecir. Por eso,
durante siglos atribuimos la responsabilidad de lo que sucedía a los dioses
o al azar. A medida que tenemos más datos, podemos apoyarnos en la IA para
comprender mejor la realidad.
¿Existe el riesgo
de que la IA piense por nosotros? Por supuesto. Los seres humanos somos
vagos en el sentido de que buscamos el máximo ahorro de energía. Pero
no nos confundamos porque lo que va cambiando es el conocimiento que
manejamos. Mi padre sabe hacer mejor que yo operaciones matemáticas
mentales o arreglar el motor del coche. Y a su vez, mi abuelo sabía hacer
cosas que mi padre no sabe. Nada de eso les hace más inteligentes ni
tampoco menos.
No tiene sentido
crear una IA que nos replique, sino que nos ayude a pensar diferente y
hacer lo que hasta ahora no podíamos. Que nos provoque con perspectivas lo
más alejadas posibles de las nuestras y permita aumentar nuestra
inteligencia al interactuar con una “mente” distinta en sus puntos
de vista. Podremos incorporar perspectivas diferentes a cada situación que
tengamos que evaluar. Por eso la diversidad es tan importante y la IA hace
crecer exponencialmente esa diversidad (algo difícil en el mundo físico).
La IA ofrece posibilidades ilimitadas porque la combinación masiva de datos
alumbra revelaciones que los humanos no podemos alcanzar (nos acaba de
ayudar a descifrar
papiros de hace 2.000 años). Pero para ello, nos exige nuevas
capacidades. No podemos seguir siendo los mismos, tenemos que aprender
otras habilidades, cambiar lo que somos capaces de hacer, reinventarnos
continuamente para trabajar con la nueva tecnología. La IA potencia la imaginación
y legitima el ensayo-error: Dall-e
me permite crear imágenes sin importar mi pericia técnica o motora en el
manejo del pincel. SI tu trabajo consiste en pensar, la IA te potencia. Si
tu trabajo consiste en ejecutar, la IA te sustituye.
La IA no solo nos
empuja a pensar sobre la propia IA, sino que nos demanda hacernos preguntas
que habíamos dejado de lado: quienes somos, qué es importante, qué queremos
o debemos hacer, qué repercusiones tiene crear máquinas que nos sustituyan…
Malas noticias si te gusta la comodidad de lo
conocido.
Conclusiones
Acabo de regresar
de 2 semanas de vacaciones en USA. He visitado algunas de sus principales
ciudades, pero también estuve en el pequeño pueblecito del Midwest donde
estudié hace 40 años. Me ha llamado la atención la impactante cortesía,
educación y respeto del ciudadano medio. También su falta de miedo: apenas
se ven rejas, la gente se relaciona con naturalidad y no a la defensiva ni
temiendo que tu interlocutor te vaya a hacer algo o viéndolo como un
sospechoso. Y, sobre todo la calma. Nadie se salta una cola, nadie toca la
bocina en el coche, todo el mundo cede el paso con amabilidad. No olvido
que EE. UU. es la tierra del capitalismo, pero no parece ser incompatible
con la tranquilidad.
La IA es
conocimiento automatizado para
que no sea necesaria nuestra intervención. Sin conocimiento no hay IA.
El conocimiento es el resultado del aprendizaje y la clave del proceso de
aprender son las preguntas y no las respuestas ¿Cuándo preguntas? Cuando
estás pensando en algo que te interesa y no sabes ¿Cómo gestionar la
sobredosis de información disponible? Llevando una “dieta de información”,
priorizando aquello a lo que dedicaremos nuestra atención y aprendiendo a
renunciar a todo lo demás (y a perdonarnos por ello). El tiempo, nuestro
activo fundamental, es finito y no renovable y necesitamos gestionarlo y no
él a nosotros. Entonces, o hacemos menos cosas o nos apoyamos en más
conocimiento, sobre todo automatizado.
Dirección vs
Velocidad equivale a Pensar vs Actuar. No se trata de que unas anulen a las
otras, sino que unas van antes que las otras. Las cosas toman el tiempo que
toman y como dice la canción “El rey”, no
hay que llegar primero, pero hay que saber llegar…
Si quieres
progresar, en algún momento tienes que pensar y hacer preguntas. La primera
y más importante es ¿Cuáles son nuestros objetivos? Sencillo, pero no
fácil. Necesitamos parar, observar, pensar, hacerlo colectivamente y
apoyados por tecnología. Por eso, próximamente lanzaremos el Club del
Pensamiento Crítico junto con German
Naumann y de la mano de Abra
Laboratorio de Aprendizaje.
El 6 de marzo
impartiremos la conferencia "Hacia un mundo de organizaciones más
inteligentes" para el equipo de Intervial.
Desde el 21 de
febrero estamos impartiendo la quinta edición del curso "Diseño de
Mapas de Conocimiento Crítico" para el
Instituto Andaluz de Administración Pública.
Del 6 al 20 de
marzo impartiremos el curso "Gestión
del conocimiento crítico para la continuidad de las empresas guipuzcoanas"
organizado por la Cámara de
Gipuzkoa.
El 12 de marzo
impartiremos la conferencia "Mapas de conocimiento crítico para el
relevo generacional" para la Escola
Adminstració Pública de Catalunya.
El 21 de marzo
impartiremos la conferencia "Hacia un mundo de organizaciones más
inteligentes" para el equipo y clientes de CEGID, invitados por la revista ORH.
El 5 y 19 marzo
en Cadabra
la magia de aprender, dentro de Abra Laboratorio de Aprendizaje nos
acompañará Jesús
Martínez, Jefe de Gestión del Conocimiento en Innovación en el CEJFE para contarnos
sobre lecciones aprendidas de 18 años de comunidades de práctica en el
programa "Compartim" y Diego
Barahona, Investigations & HSE Learning de BHP para hablarnos sobre aprendizaje
en seguridad en la industria minera.
El 5 de abril
participaremos en el desayuno "Curiosidad, Aprendizaje y Empresa"
organizado por Abra y Otic Sofofa.
También en abril,
en Costa Rica y en México, impartiremos la conferencia "Hacia un mundo
de organizaciones más inteligentes" para Walmart
y la conferencia virtual "Learnability" para Telefónica.
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