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Acabo de leer el libro “El
cerebro, el teatro del mundo” de Rafael Yuste, eminente neurocientífico e ideólogo de la iniciativa Brain. Yuste sostiene que la principal función del
cerebro es predecir el futuro, que es lo que define la inteligencia. La
primera vez que leí esa hipótesis fue en el año 2004, en el libro “On intelligence” escrito por Jeff Hawkins y me pareció que encajaba perfectamente con lo
que yo pensaba del proceso de aprendizaje. El primer artículo en el que
hablé del cerebro como máquina de predicción fue en 2003 en esta colaboración para la UOC
y el último hace poco más de 1 año. Nuestra principal característica es la inteligencia.
Ninguna de las competencias que aparecen en los rankings, llámense
liderazgo, creatividad o pensamiento crítico existen sin inteligencia. La
inteligencia dirige el comportamiento y el órgano que produce la inteligencia se llama
cerebro. Todas las personas tenemos un cerebro que nos entrega el
conocimiento que necesitamos cuando nos hace falta y aprende lo nuevo que
sucede para que lo podamos usar en el futuro. Ninguna organización cuenta
con un cerebro para gestionar su inteligencia y una empresa que no
administra su inteligencia desaparece ¿A qué espera tu empresa para imitar
al dispositivo más inteligente que existe y desarrollar el músculo de aprender? La buena noticia es que con la IA generativa
podemos compensar ese desequilibrio multiplicando la inteligencia de la
empresa. La mala noticia es que todavía no sabemos bien cómo el cerebro
fabrica la inteligencia.
1.
No hay nada más importante que la
inteligencia
La especie más inteligente que conocemos (por
ahora) es el ser humano, aunque no es la única. Tu vida depende de tu
inteligencia, por eso la inteligencia es lo más importante del mundo. Los 2
componentes de la inteligencia explican toda tu vida: tu capacidad de hacer
y tu capacidad de aprender, es decir tu conocimiento y tu aprendizaje.
Claro que tú no te das cuenta porque es un proceso inconsciente: desde que
naciste, empezaste a aprender y a utilizar el conocimiento. Al igual que
pasa cuando respiras, usas el conocimiento continuamente (de lo contrario
no podrías hacer nada) y aprendes, sin darte cuenta de que existes gracias
a ambos. Sin conocimiento y sin aprendizaje, no serías lo que eres. El
superpoder que posibilita que los demás poderes existan es la inteligencia,
aunque no siempre seamos inteligentes usando la inteligencia…
2. El
órgano que produce inteligencia es el cerebro
Si nuestra vida se explica por nuestro nivel de
inteligencia es gracias al cerebro. Con un cerebro más pequeño y menos
potente, no seríamos la especie que somos hoy en día ¿Por qué tu cerebro es
la clave de todo? No solo porque no podemos vivir sin él (es el único
órgano que no se puede trasplantar) sino porque todo lo que haces y eres
surge del cerebro. Tu cerebro eres tú, tu cerebro
te define, es la torre de control responsable de todo lo que haces y de
interpretar todo lo que te pasa. La neurociencia trata de explicar cómo funciona, pero todavía no lo
consigue. Lo que sí sabemos es que el elemento clave para producir la
inteligencia no son las neuronas individuales sino la
conexión entre ellas (los conjuntos o redes neuronales y las sinapsis).
3. Las
organizaciones no tienen cerebro (ni por tanto inteligencia)
Si estamos de acuerdo en que sin inteligencia no
existe la vida, me sorprende cómo es posible que las empresas no cuenten
con un cerebro. La mayoría de las empresas que conozco agrupan un montón de
cerebros de personas inteligentes que hacen cosas, pero no siempre de
manera coordinada. Es como si tus neuronas funcionaran cada una por su
cuenta. Por eso el rendimiento de las organizaciones está por debajo de lo
que podrían sí tuvieran un cerebro que se preocupara de organizar el
conocimiento y aprender. Eso explica porque las empresas son ineficientes y
que, como sostenía en esta charla TED de 2015, los individuos sean más inteligentes que la
organización para la que trabajan. Llevo años buscando a la persona, área,
o equipo responsable de la función de la inteligencia en la empresa y no la
encuentro. Existen cada vez más empresas que declaran en su visión que
aspiran a ser inteligentes, pero me pregunto cómo piensan hacerlo… Si
todavía no entendemos bien cómo el cerebro produce la inteligencia, resulta
difícil dotar de inteligencia a las organizaciones. Ahora bien, decíamos
que, en el caso de las personas, el elemento fundamental es la conexión
entre neuronas. En el caso de la empresa, la clave de la inteligencia
radica en la colaboración entre las personas, es decir, en el intercambio
de conocimiento, y dicha interacción, como veremos, se desarrolla por 2
vías: la física y la virtual. La IA nos permitirá acceder al conocimiento
de múltiples cerebros, dentro y fuera de la empresa.
4. Todavía
no entendemos el cerebro: Qué nos dice la neurociencia
¿Qué escribe Yuste acerca de cómo predice el
cerebro? Nos tenemos que situar en un plano que incluye pasado, presente y
futuro y tener en cuenta una máxima: el principal objetivo del cerebro es
nuestra supervivencia a toda costa ya que la vida es una competencia por
superar a otros.
Si nos ubicamos en el Pasado, desde que naces el
cerebro construye un modelo del mundo, es decir una especie de mapa que nos
permite entender cómo funcionan las cosas: qué elementos existen, cuáles
son sus relaciones causa y efecto, cómo movernos de la manera más eficiente
posible, etc. Se trata de un proceso de creación de conocimiento al que
llamamos aprender y es básicamente experiencial. Opera a base de prueba,
error y reflexión para corregir lo que no funciona y mantener lo que si lo
hace. Aprendemos moviéndonos en el mundo (el cambio obliga a aprender) e
interactuando con el.
En el Presente lo que hacemos es usar ese modelo
del mundo para tomar decisiones y actuar. Cuanto más amplio y detallado sea
el modelo (cuanto más conocimiento contiene), mejor equipado estás para
navegar el mundo “exitosamente”. Lo que el cerebro hace en el presente es
tratar de predecir lo que va a suceder a partir de lo que ya sabe que pasó
anteriormente porque ya lo experimentó. Por eso es tan importante que el
modelo del mundo sea lo más rico posible porque te permitirá anticipar
mejor los diferentes escenarios y tendrás más oportunidades que otros de
sobrevivir. Aquí juega un papel destacado la memoria porque usar el modelo
implica recordar lo que aprendiste y si llegado el momento olvidaste las
experiencias, no puedes tomar buenas decisiones.
El Futuro nos trae un doble juego: por un lado,
consiste en usar el modelo para hacer las predicciones que tienen mayor
probabilidad de ocurrir y al mismo tiempo ajustar continuamente los
resultados de los ejercicios de predicción. Cada vez que predecirnos
obtenemos un resultado y cada vez que el resultado es diferente de lo que
esperábamos, se dispara una oportunidad de aprender algo nuevo y por tanto
actualizar el modelo con una nueva experiencia que nos permitirá decidir
mejor la próxima vez. Esto significa que el modelo se encuentra siempre en
cambio permanente. Nuestro pasado está continuamente enriqueciéndose, es un
fenómeno que requiere desaprender.
La inteligencia es el mapa que tenemos del mundo
y desarrollar la inteligencia consiste en tener un mapa más preciso, con
muchos más elementos para vivir mejor. El conocimiento es lo que nos
permite usar el mapa y el aprendizaje es la capacidad de actualizar
permanentemente ese mapa. Igual que al mirar por el retrovisor del coche,
nuestro cerebro mira primero hacia atrás antes de mirar hacia adelante y lo
hace muy bien. Por algo es el mejor mecanismo de aprendizaje que existe.
Históricamente, hemos prestado atención sobre todo al pasado. El sistema
educativo y los procesos de formación en las empresas enseñan sobre lo que
ya ocurrió y se han preocupado muy poco sobre aprender del futuro porque parece una contradicción ¿Cómo enseñar
lo que todavía no ha sucedido? Ocurre que las competencias para gobernar el
pasado (rigurosidad, obediencia, predictibilidad, poco riesgo…) son muy
diferentes de las que se necesitan para inventar el futuro (imaginación,
creatividad, riesgo, impredecibilidad, flexibilidad). Además, todo lo que
ya sabemos se lo estamos entregando a las máquinas para que ellas lo hagan
y lo recuerden.
La Inteligencia Artificial es mucho mejor que
nosotros a la hora de mirar hacia atrás por su capacidad de almacenamiento,
de procesamiento y de memoria. Todo lo que no sabemos está aún por
descubrir y tenemos que ser más rápidos que la IA. Por tanto, más nos vale
que seamos ser buenos a la hora de mirar hacia adelante o lo que
es lo mismo, para pensar…
5. Cómo
desarrollar una empresa inteligente (y la oportunidad que nos brinda la IA)
Si tu cerebro
predice para que sobrevivas ¿Quién predice en la empresa? No existe un
símil del cerebro. Predecir exige recordar lo que ya sabes para
anticipar lo que vendrá y aprender rápido lo nuevo que llega cuando es
diferente de lo que esperabas. Eso implica que existan actividades de
reflexión antes, durante y después de la ejecución. La realidad es que el
100% de las empresas se quejan de que no tienen tiempo y por tanto no
capturan para recordar y no recuerdan para anticipar. Si usamos el modelo
de Daniel Kahneman,
las organizaciones funcionan permanentemente con el sistema 1 de respuesta
rápida, pero si no quieren desaparecer, lo que necesitan es desarrollar el
sistema 2, un cerebro reflexivo.
Una empresa inteligente está obligada a moverse
simultáneamente en el plano pasado, presente y futuro. Necesita
desarrollar su cerebro entrenándolo con su conocimiento para usarlo de
manera inteligente y actualizarlo todo el tiempo.
Necesita contar con un Pasado ojalá lo más trazable que
le sea posible. Sin embargo, las empresas reconocen que su pasado reside en
las cabezas de las personas que están o estuvieron en la organización y muy
poco está sistematizado. A nadie le gusta documentar y pocas empresas pensaron que algún día iba a
merecer la pena el esfuerzo de dejar rastro de lo que hacen porque la IA
nos iba a ayudar a reutilizarlo. Es verdad que existe un modelo del mundo
en forma de mapa de procesos y procedimientos que explican lo que se hace
pero que no incluye lo más importante: el cómo se hace ya que ese
conocimiento se encuentra en los cerebros de cada individuo. Por tanto, el
modelo del mundo de la empresa es generalmente incompleto e impreciso.
Tampoco son frecuentes las instancias colectivas formales a las que acudir
cuando una persona necesita conocimiento. Si no sabes algo, te las arreglas
para buscar a quien sabe y rezas para que comparta contigo su conocimiento.
En el Presente, las organizaciones toman
decisiones y actúan no a partir del conocimiento de toda la empresa sino
del que tiene cada integrante. Dicho conocimiento no necesariamente incluye
todo ese catastro colectivo de experiencias pasadas, sino que cada persona
actúa con su propio stock limitado con un agravante: ese conocimiento es
propiedad de cada individuo mucho más que propiedad de la empresa y el
ejemplo más claro es que cuando una persona abandona la organización, se
lleva consigo su conocimiento y la empresa lo pierde.
Respecto del Futuro, la inmensa mayoría de
organizaciones trabajan priorizando el corto plazo y los resultados
inmediatos. Carecen de procesos que les permitan capturar de manera
sistemática los aprendizajes que ocurren a diario (las diferencias entre lo
que esperaban y lo que ocurrió) y un ejemplo evidente es que pocas empresas
cuentan con un proceso riguroso de lecciones aprendidas para recoger los
aprendizajes de los proyectos o tareas clave. Recientemente
entregamos el resultado del diagnóstico del estado de la inteligencia en
una multinacional de ingeniería y su principal desafío consiste en aprender
mientras se ejecuta. Por otro
lado, son muy pocas las que aprovechan su conocimiento para planificar
escenarios futuros y de esa manera anticipar posibles oportunidades y
prepararse para las mismas. Es decir, no existe un proceso que se asegure
de capturar y sistematizar el modelo del mundo (pasado) que permita
aprovechar todo ese conocimiento en el presente y de esa manera anticipar
el futuro.
¿Cómo puede la empresa desarrollar su
inteligencia? ¿Tiene la necesariamente que seguir el modelo del cerebro? No
conocemos un dispositivo que produzca mejor inteligencia que el cerebro.
Pero nuestra inteligencia es consecuencia de nuestra biología: tenemos un
cuerpo, tenemos sentidos, necesitamos sobrevivir y por eso nuestra
inteligencia funciona de esa manera. Y aquí entra de lleno en escena la IA.
La promesa de la IA es un viejo sueño que parecía lejano: apoyarnos en
máquinas para que hagan actividades humanas y que no todo dependa de
nuestro cerebro. Hace siglos que delegamos tareas físicas y ahora hemos
descubierto cómo delegar tareas mentales. Desde finales de los 90, la IA
empieza a hacer tareas específicas mejor que nosotros y si pensamos con
perspectiva amplia, es cuestión de tiempo que haga cualquier cosa que
hacemos las personas. Hemos pasado de la calculadora a la IA generativa que
lee, escucha, escribe, habla, dibuja, crea música y videos, etc. Hemos
transitado de decirle a la máquina qué debe hacer, a decirle cómo hacerlo a
enseñarle lo suficiente para que ella sola lo haga. El gran
cambio es que con la IA fabricamos inteligencia por primera vez. Si tu vida
durase un solo día, tu experiencia se reduciría a lo que has podido vivir
en ese plazo. Si por el contrario vivieses 30.000 días (casi 83 años), la
cantidad de experiencias que acumulas se dispara. Y si recoges la vida de
millones de personas que viven todos esos años, cuentas con un tesoro en
forma de datos que puedes explotar para extraer conocimientos, primero para
entender y después para predecir y elegir una acción inteligente.
Hasta hoy, nunca
tuvimos tantos datos del pasado y solo podíamos usar nuestro cerebro
individual para procesar. Hoy, con millones de datos y capacidad casi
ilimitada de proceso, tarde o temprano lo entenderemos casi todo.
Durante siglos, la viruela mató más de 500
millones de personas hasta que la entendimos y se desarrolló la vacuna.
Si nos fijamos, la IA generativa utiliza los
principios de la neurociencia: imita al cerebro, pero de forma imperfecta.
Se basa el concepto de redes neuronales para predecir la próxima palabra.
Lo que ocurre es que necesita mucho más entrenamiento (pasado), consume
mucha más energía y todavía es poco flexible e inexacta ya que se equivoca
a menudo.
¿Cómo podemos desarrollar el eje
Pasado-Presente-Futuro para que una empresa sea verdaderamente inteligente?
Continuará…
El 7 de enero
en Cadabra la magia de aprender, tendremos la
sesión sobre “¿Cómo aprende un centro tecnológico?" con Patxi
Rodriguez de Edertek.
Y el 21 de enero tendremos la sesión sobre “Mitos y verdades de la
Inteligencia Artificial” con Patxi
Samaniego de Ikergune.
También el 7 de
enero, participaremos en el Podcast “Está
cabrón” dirigido por Luis
Valls.
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