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Una empresa no podrá ser inteligente (ni sobrevivir) sin IA
Javier Martínez Aldanondo
Socio Cultura de Aprendizaje en Knowledge Works
javier@kworks.es y
javier.martinez@knoco.com

www.javiermartinezaldanondo.com

www.linkedin.com/in/javier-mart%C3%ADnez-aldanondo-inteligencia – Instagram: @javiermartinezaldanondo

 

Curaremos cualquier tipo de cáncer, no habrá ninguna enfermedad que no pueda ser curada ni tratada, incluyendo el envejecimiento” La afirmación es del Dr. Derya Unutmaz, inmunólogo y una de las personas que OpenAI ha elegido para para probar sus modelos más avanzados. No puedo discutir si lo que afirma con tanta rotundidad es cierto o no porque carezco del conocimiento necesario. Lo que no he encontrado todavía es a ningún experto que haya rebatido sus palabras. Es verdad que se podría especular que hay intereses económicos detrás de sus vaticinios. De lo que estoy seguro es de 2 cosas: de que hace 5 años nadie realizaba ese tipo de declaraciones públicas y de que pronto sabremos si lo que dice es cierto o no ¿Qué ha cambiado? Tenemos acceso a una herramienta que multiplica nuestra capacidad cognitiva de manera que nunca habíamos conocido. Hasta hace poco, la mejor máquina para fabricar inteligencia era el cerebro humano. No podíamos delegar la capacidad de decidir y ejecutar, todo pasaba por nosotros. Hoy estamos entregando ese monopolio a la inteligencia artificial. Y eso abre enormes oportunidades, pero también preocupantes riesgos. En la misma entrevista, el Dr. Unutmaz confirma que, sin la ayuda de la IA, tardaríamos cientos de años en lograr la cura a esas enfermedades. En 3 proyectos que hemos realizado recientemente, el uso de la IA para procesar la información recogida (entrevistas, documentos, resúmenes y conclusiones) en sendos diagnósticos nos ahorró semanas de trabajo y nos entregó puntos de vista y ángulos de análisis que posiblemente nosotros no hubiésemos detectado.

 

La IA nos va a permitir entender la causa de todo lo que sucede: los problemas que tenemos se deben a nuestra falta de inteligencia. Son problemas porque no sabemos cómo resolverlos dado que no entendemos lo que los causa. Una vez conozcamos sus causas, los podremos controlar, esto es, evitarlos o provocarlos, según lo que necesitemos. Como comenté en la columna previa, durante siglos, la viruela mató a más de 500 millones de personas hasta que la entendimos y desarrollamos la vacuna. Decía en otro artículo que no podemos poner a toda la humanidad a trabajar en el problema del cambio climático o la cura del cáncer, pero cada vez falta menos para que pongamos a miles de millones de agentes IA entrenados con todo el conocimiento del mundo a trabajar en esos desafíos. Por eso, no es exagerado sostener que la IA es el principal descubrimiento de la historia de la humanidad.

 

Mi hipótesis es muy sencilla: Una empresa no podrá ser inteligente (ni sobrevivir) sin IA. Y no me refiero solo que la IA nos sirve para hacer mejor lo que ya hacemos (presente), sino que nos ayudará a repensar radicalmente lo que podríamos hacer y nunca habíamos imaginado (futuro). Llevo años sosteniendo que, no hay nada más importante que la inteligencia y que sin inteligencia, una empresa muere. Las empresas no tienen cerebro como si tenemos las personas y a pesar de ello han sido capaces de progresar de manera bastante eficiente. Pero, solo con la inteligencia natural de sus colaboradores no va a ser suficiente para el tsunami que se nos viene encima. Por más inteligentes que sean los integrantes de una empresa, no podrán hacer frente a otra organización que explota la inteligencia de su negocio equipada con IA. Es como tratar de que un montón de soldados de grandes músculos y equipados con espadas traten de luchar contra alguien armado con una bomba atómica. Sin IA, ninguna empresa  podrá dar el salto al siguiente nivel. La IA nos va a ayudar a gestionar la inteligencia de la empresa jugando el rol de cerebro organizacional virtual, eso sí, complementando el cerebro organizacional físico.

 

¿Por qué la inteligencia humana no es suficiente? Aunque nuestra inteligencia ha sido la clave para alcanzar el nivel de bienestar del que disfrutamos, tiene limitaciones que la colocan en desventaja respecto de la IA:

1. Capacidad y velocidad de procesamiento finita: El cerebro humano tiene límites físicos. Solo podemos almacenar y procesar cierta cantidad de información a la vez. En contraste, la IA puede analizar millones de documentos, conversaciones, imágenes o videos en segundos y encontrar patrones que los humanos no vemos​

2. Memoria dispersa y frágil: El conocimiento en las empresas se encuentra distribuido en documentos, bases de datos, procesos, correos electrónicos, etc., pero principalmente, en la cabeza de sus colaboradores. Esto genera problemas como:

·        Repetición de errores por falta de una memoria organizacional​

·        Pérdida de conocimiento cuando un empleado se va

·        Dificultad para acceder a conocimiento relevante en el momento preciso

·        Nuestra memoria no es del todo fiable y con la edad tiende a empeorar mientras la IA falla cada vez menos

3. Velocidad de aprendizaje lenta: Las personas aprendemos a través de la experiencia, pero este proceso es gradual y no escalable. En contraste, la IA puede aprender instantáneamente a partir de millones de interacciones y actualizar su base de conocimientos continuamente​. Mientras un médico necesita 30 años de aprendizaje, una IA médica puede aprender en 1 semana, pero la segunda IA medica sabrá lo mismo que la primera en 1 segundo porque basta con copiarla… El cerebro virtual permite almacenar y reutilizar el conocimiento de manera efectiva, asegurando que la inteligencia de la empresa no solo esté siempre disponible, sino que crezca cada día y no se pierda con la rotación de empleados​.

Tenemos que dar las gracias a nuestras habilidades por habernos traído hasta aquí y asumir que las vamos a complementar con las de otra inteligencia que funciona de manera diferente a la nuestra. De la misma forma que los aviones no vuelan igual que los pájaros, los coches no corren igual que los caballos ni los barcos navegan igual que los peces, la IA será capaz de hacer lo mismo que nosotros, pero de manera diferente porque no está sujeta a los procesos biológicos que nos caracterizan a los humanos: no necesita cuerpo, sentidos, memoria, experiencia, emociones, etc. para lo bueno y para lo malo…

 

¿Cómo damos forma a ese cerebro virtual? Imagínate a un empleado que está en cualquier lugar de la cadena de valor de la organización (diseño e innovación, venta, producción, prestación del servicio, postventa y mantenimiento) y que para cualquier tarea que deba realizar puede dirigirse a la IA y preguntarle “¿me puedes ayudar y entregarme el conocimiento que tenemos como empresa para realizar esta tarea? lo que funciona y lo que no, las buenas prácticas y los expertos internos o externos con quienes podría hablar si lo necesito” Por primera vez en la historia, los componentes para responder esa pregunta de manera inmediata existen, tan solo hay que conectarlos, lo que no es nada obvio.

 

En el artículo “Tu empresa no puede ser estúpida en el mundo de la inteligencia (artificial)”, me referí a la urgencia de desarrollar un doble cerebro físico y virtual. El cerebro físico está formado por la red de colaboración entre los empleados y representa la inteligencia colectiva que surge cuando las personas comparten su conocimiento, aprenden unas de otras y colaboran en la toma de decisiones. La clave del cerebro físico es que el conocimiento no se quede aislada en los individuos, sino que circule libremente dentro de la empresa. El conocimiento organizacional no es la suma de inteligencias individuales, sino la multiplicación de sus conexiones​. Si los empleados trabajan de manera aislada, la empresa pierde oportunidades de aprendizaje y mejora.

 

El cerebro virtual está representado por un sistema de IA capaz de capturar, organizar y entregar el conocimiento organizacional. Mientras que el cerebro físico depende de la interacción entre personas, el cerebro virtual almacena la memoria de la empresa, la actualiza continuamente y la pone a disposición de los empleados en el momento que lo necesiten, ni antes ni después (igual que hace tu propio cerebro). Claro que para que el cerebro virtual sea efectivo, requiere:

1.      Entrenarse primero con el conocimiento crítico de la empresa (datos estructurados y no estructurados). La IA requiere una estrategia de gestión del conocimiento

2.      Integrarse en los procesos de trabajo para que su uso sea natural y automático, es decir, como parte del flujo de trabajo sin que las personas se den cuenta

3.      Aprender y evolucionar continuamente para adaptarse a los cambios del negocio. El conocimiento que entrega el cerebro virtual tiene que estar siempre actualizado con lo último que acaba de suceder, a nivel técnico y de experiencias

 

¿Qué componentes debe incluir el cerebro virtual de la empresa? Para construir un cerebro virtual inteligente, una empresa debe integrar los siguientes elementos:

1. Captura de conocimiento: La mayor parte del conocimiento organizacional no está documentado, sino que se encuentra en la mente de los empleados y actores fuera de la empresa. Y si la IA no puede procesar dicho conocimiento, su aporte de valor disminuye considerablemente. Para capturar el conocimiento, es necesario “cosechar” toda la documentación disponible en la organización (correos, reuniones, interacciones y documentos) para que las herramientas de IA la analicen y puedan extraer conocimiento relevante​. En paralelo se requiere fomentar la documentación de los aprendizajes clave en bases de datos accesibles y crear sistemas de mentoría y transferencia de conocimiento permanentes (y no solo al final de la vida laboral de un empleado) para evitar la pérdida de conocimiento crítico

2. Sistematización y organización: No basta con capturar conocimiento, hay que estructurarlo de manera que la IA pueda entenderlo y explotarlo. Esto implica por ejemplo definir taxonomías y ontologías para clasificar el conocimiento y aplicar modelos de procesamiento de lenguaje natural para extraer significado de datos no estructurados​

3. Accesibilidad y usabilidad: Es fundamental que el cerebro virtual se integre en el flujo de trabajo diario de los empleados, ojalá de manera transparente. Para ello, sería necesario implementar asistentes virtuales que respondan preguntas o requerimientos en tiempo real durante la ejecución de una tarea​. Eso implica diseñar interfaces conversacionales que faciliten la interacción con la IA sin interrumpir el trabajo y desde luego, incluir la IA en las herramientas que se utilizan en la empresa (CRM, ERP, plataformas de colaboración, etc.)

4. Aprendizaje continuo y actualización: Un cerebro virtual inteligente no solo almacena conocimiento, sino que también aprende y se actualiza constantemente. Para ello debe recibir datos en tiempo real sobre el estado del negocio, contar con mecanismos de feedback para mejorar sus respuestas y detectar tendencias y oportunidades aprovechando su conocimiento para predecir​.

 

Y si avanzamos un paso más, la IA de la empresa no solo debiese responder a lo que se le pida sino proveer el conocimiento que se necesita incluso antes de que se le pida. Nada tan extraordinario si tenemos en cuenta que sabemos qué hace y qué hará cada persona con un altísimo grado de probabilidad (dado que existen procesos que llevamos años ejecutando), también sabemos qué conocimiento necesita para hacerlo y por tanto no debiesen existir barreras que impidan anticiparse y que en lugar de que cada persona trabaje con su propio conocimiento, proveérselo en cada momento de forma que trabaje con el conocimiento de toda la empresa a lo largo de su historia.

El cerebro virtual representa un cambio de paradigma: ya no dependeremos exclusivamente de la inteligencia biológica, sino que la potenciaremos con IA para multiplicar el conocimiento, la capacidad de aprendizaje, de toma de decisiones y la mejora de resultados

La inteligencia es el factor más determinante para la supervivencia de cualquier organización. Históricamente, la inteligencia organizacional ha dependido de la capacidad individual de los empleados, pero este modelo ya no sirve en un entorno donde la velocidad del cambio es cada vez mayor. Las empresas que no gestionen su inteligencia estarán en desventaja.  Será como intentar que nuestras piernas compitan en velocidad con una moto, un coche, un tren o un avión. El caso de Deepseek nos recuerda que el futuro no pertenece a las empresas más grandes o con mayores recursos sino a las más inteligentes. Para construir ese futuro, las empresas tendrán que integrar la IA en sus procesos y diseñar estrategias que les permitan capturar, sistematizar y reutilizar su conocimiento de manera efectiva. La pregunta ya no es si una empresa debe construir su cerebro virtual, sino cómo hacerlo antes de que sea demasiado tarde​.

 

El 12 de febrero, participaremos en el Directo en Linkedin sobre Organizaciones Inteligentes organizado por Thinking Heads

El 17 de febrero comenzamos el curso «Gestión del Conocimiento y elaboración de mapas de conocimiento crítico» para el Instituto Andaluz de Administración Pública

El 21 de marzo en Madrid, de la mano de Glocal Ideas y para un cliente de la banca, impartiré la conferencia «Tu empresa no puede ser estúpida en el mundo de la inteligencia artificial».

El 24 de marzo en Santiago de Chile, impartiré la conferencia «Hacia un mundo de organizaciones más inteligentes» para el equipo directivo de Papa Johns, a través de Mutual de Seguridad.

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