|
|
|
“Curaremos cualquier tipo
de cáncer, no habrá ninguna enfermedad que no pueda ser curada ni
tratada, incluyendo el envejecimiento” La afirmación es del Dr. Derya
Unutmaz,
inmunólogo y una de las personas que OpenAI ha elegido para para probar sus
modelos más avanzados. No puedo discutir si lo que afirma con tanta
rotundidad es cierto o no porque carezco del conocimiento necesario. Lo que
no he encontrado todavía es a ningún experto que haya rebatido sus
palabras. Es verdad que se podría especular que hay intereses económicos
detrás de sus vaticinios. De lo que estoy seguro es de 2 cosas: de que hace
5 años nadie realizaba ese tipo de declaraciones públicas y de que pronto
sabremos si lo que dice es cierto o no ¿Qué ha cambiado? Tenemos acceso a
una herramienta que multiplica nuestra capacidad cognitiva de manera que
nunca habíamos conocido. Hasta hace poco, la mejor máquina para fabricar
inteligencia era el cerebro humano. No podíamos delegar la capacidad de decidir y
ejecutar, todo
pasaba por nosotros. Hoy estamos entregando ese monopolio a la inteligencia
artificial. Y eso abre enormes oportunidades, pero también preocupantes
riesgos. En la misma entrevista, el Dr. Unutmaz
confirma que, sin la ayuda de la IA, tardaríamos cientos de años en lograr
la cura a esas enfermedades. En 3 proyectos que hemos realizado
recientemente, el uso de la IA para procesar la información recogida
(entrevistas, documentos, resúmenes y conclusiones) en sendos diagnósticos
nos ahorró semanas de trabajo y nos entregó puntos de vista y ángulos de
análisis que posiblemente nosotros no hubiésemos detectado.
La IA nos va a permitir entender la causa de todo lo
que sucede: los problemas que tenemos se deben a nuestra falta de
inteligencia. Son problemas porque no sabemos cómo resolverlos dado que no
entendemos lo que los causa. Una vez conozcamos sus causas, los podremos
controlar, esto es, evitarlos o provocarlos, según lo que necesitemos. Como
comenté en la columna previa, durante siglos, la viruela mató
a más de 500 millones de personas hasta que la entendimos y desarrollamos
la vacuna. Decía en otro artículo que no podemos poner a toda la
humanidad a trabajar en el problema del cambio climático o la cura del
cáncer, pero cada vez falta menos para que pongamos a miles de millones de
agentes IA entrenados con todo el conocimiento del mundo a trabajar en esos
desafíos. Por eso, no es exagerado sostener que la IA es el principal
descubrimiento de la historia de la humanidad.
Mi hipótesis
es muy sencilla: Una empresa no podrá ser inteligente (ni
sobrevivir) sin IA. Y
no me refiero solo que la IA nos sirve para hacer mejor lo que ya hacemos
(presente), sino que nos ayudará a repensar radicalmente lo que podríamos
hacer y nunca habíamos imaginado (futuro). Llevo años sosteniendo que, no
hay nada más importante que la inteligencia y que sin inteligencia, una empresa muere. Las empresas no tienen cerebro como si tenemos las personas y a
pesar de ello han sido capaces de progresar de manera bastante eficiente.
Pero, solo con la inteligencia natural de sus colaboradores no va
a ser suficiente
para el tsunami que se nos viene encima. Por más inteligentes que sean los
integrantes de una empresa, no podrán hacer frente a otra organización que
explota la inteligencia de su negocio equipada con IA. Es como tratar de
que un montón de soldados de grandes músculos y equipados con espadas
traten de luchar contra alguien armado con una bomba atómica. Sin IA,
ninguna empresa podrá dar el salto
al siguiente nivel. La IA nos
va a ayudar a gestionar la inteligencia de la empresa jugando el rol de cerebro organizacional virtual, eso sí, complementando
el cerebro organizacional físico.
¿Por qué la inteligencia humana no es suficiente? Aunque nuestra inteligencia ha
sido la clave para alcanzar el nivel de bienestar del que disfrutamos,
tiene limitaciones que la colocan en desventaja respecto de la IA:
1. Capacidad y velocidad de procesamiento finita: El cerebro humano tiene límites
físicos. Solo podemos almacenar y procesar cierta cantidad de información a
la vez. En contraste, la IA puede analizar millones de documentos,
conversaciones, imágenes o videos en segundos y encontrar patrones que los
humanos no vemos
2. Memoria dispersa y frágil: El conocimiento en las empresas
se encuentra distribuido en documentos, bases de datos, procesos, correos
electrónicos, etc., pero principalmente, en la cabeza de sus colaboradores.
Esto genera problemas como:
·
Repetición
de errores por falta de una memoria organizacional
·
Pérdida
de conocimiento cuando un empleado se va
·
Dificultad
para acceder a conocimiento relevante en el momento preciso
·
Nuestra
memoria no es del todo fiable y con la edad tiende a empeorar mientras la
IA falla cada vez menos
3. Velocidad de aprendizaje lenta: Las personas aprendemos a través
de la experiencia, pero este proceso es gradual y no escalable. En
contraste, la IA puede aprender instantáneamente a partir de millones de
interacciones y actualizar su base de conocimientos continuamente. Mientras
un médico necesita 30 años de aprendizaje, una IA médica puede aprender en
1 semana, pero la segunda IA medica sabrá lo mismo que la primera en 1
segundo porque basta con copiarla… El cerebro virtual permite almacenar y
reutilizar el conocimiento de manera efectiva, asegurando que la
inteligencia de la empresa no solo esté siempre disponible, sino que crezca
cada día y no se pierda con la rotación de empleados.
Tenemos que dar las gracias a nuestras habilidades
por habernos traído hasta aquí y asumir que las vamos a complementar con
las de otra inteligencia que funciona de manera diferente a la nuestra. De
la misma forma que los aviones no vuelan igual que los pájaros, los coches
no corren igual que los caballos ni los barcos navegan igual que los peces,
la IA será capaz de hacer lo mismo que nosotros, pero de manera diferente
porque no está sujeta a los procesos biológicos que nos caracterizan a los
humanos: no necesita cuerpo, sentidos, memoria, experiencia, emociones,
etc. para lo bueno y para lo malo…
¿Cómo
damos forma a ese cerebro virtual? Imagínate a un empleado que está en cualquier lugar
de la cadena de valor de la organización (diseño e innovación, venta,
producción, prestación del servicio, postventa y mantenimiento) y que para
cualquier tarea que deba realizar puede dirigirse a la IA y preguntarle “¿me
puedes ayudar y entregarme el conocimiento que tenemos como empresa para
realizar esta tarea? lo que funciona y lo que no, las buenas prácticas y
los expertos internos o externos con quienes podría hablar si lo necesito”
Por primera vez en la historia, los componentes para responder esa pregunta
de manera inmediata existen, tan solo hay que conectarlos, lo que no es
nada obvio.
En el artículo “Tu empresa no puede ser estúpida
en el mundo de la inteligencia (artificial)”, me referí a la urgencia de
desarrollar un doble cerebro físico y virtual. El cerebro físico está
formado por la red de colaboración entre los empleados y representa la
inteligencia colectiva que surge cuando las personas comparten su
conocimiento, aprenden unas de otras y colaboran en la toma de decisiones.
La clave del cerebro físico es que el conocimiento no se quede aislada en
los individuos, sino que circule libremente dentro de la empresa. El
conocimiento organizacional no es la suma de inteligencias individuales,
sino la multiplicación de sus conexiones. Si los empleados trabajan de
manera aislada, la empresa pierde oportunidades de aprendizaje y mejora.
El cerebro virtual está representado por un sistema
de IA capaz de capturar, organizar y entregar el conocimiento
organizacional. Mientras que el cerebro físico depende de la interacción
entre personas, el cerebro virtual almacena la memoria de la empresa, la
actualiza continuamente y la pone a disposición de los empleados en el
momento que lo necesiten, ni antes ni después (igual que hace tu propio
cerebro). Claro que para que el cerebro virtual sea efectivo, requiere:
1.
Entrenarse
primero con el conocimiento crítico de la empresa (datos estructurados y no
estructurados). La IA requiere una estrategia de gestión del conocimiento
2.
Integrarse
en los procesos de trabajo para que su uso sea natural y automático, es
decir, como parte del flujo de trabajo sin que las personas se den cuenta
3.
Aprender
y evolucionar continuamente para adaptarse a los cambios del negocio. El
conocimiento que entrega el cerebro virtual tiene que estar siempre
actualizado con lo último que acaba de suceder, a nivel técnico y de
experiencias
¿Qué componentes debe incluir el cerebro virtual de
la empresa? Para
construir un cerebro virtual inteligente, una empresa debe integrar los
siguientes elementos:
1. Captura de conocimiento: La mayor parte del conocimiento
organizacional no está documentado, sino que se encuentra en la mente de
los empleados y actores fuera de la empresa. Y si la IA no puede procesar
dicho conocimiento, su aporte de valor disminuye considerablemente. Para capturar
el conocimiento, es necesario “cosechar” toda la documentación disponible
en la organización (correos, reuniones, interacciones y documentos) para
que las herramientas de IA la analicen y puedan extraer conocimiento
relevante. En paralelo se requiere fomentar la documentación de los aprendizajes clave en
bases de datos accesibles y crear sistemas de mentoría y transferencia de
conocimiento permanentes (y no solo al final de la vida laboral de un
empleado) para evitar la pérdida de conocimiento crítico
2. Sistematización y organización: No basta con capturar
conocimiento, hay que estructurarlo de manera que la IA pueda entenderlo y
explotarlo. Esto implica por ejemplo definir taxonomías y ontologías para
clasificar el conocimiento y aplicar modelos de procesamiento de lenguaje
natural para extraer significado de datos no estructurados
3. Accesibilidad y usabilidad: Es fundamental que el cerebro
virtual se integre en el flujo de trabajo diario de los empleados, ojalá de
manera transparente. Para ello, sería necesario implementar asistentes
virtuales que respondan preguntas o requerimientos en tiempo real durante
la ejecución de una tarea. Eso implica diseñar interfaces conversacionales
que faciliten la interacción con la IA sin interrumpir el trabajo y desde
luego, incluir la IA en las herramientas que se utilizan en la empresa
(CRM, ERP, plataformas de colaboración, etc.)
4. Aprendizaje continuo y actualización: Un cerebro virtual inteligente no
solo almacena conocimiento, sino que también aprende y se actualiza
constantemente. Para ello debe recibir datos en tiempo real sobre el estado
del negocio, contar con mecanismos de feedback
para mejorar sus respuestas y detectar tendencias y oportunidades aprovechando su conocimiento para predecir.
Y si avanzamos un paso más, la IA de la empresa no
solo debiese responder a lo que se le pida sino proveer el conocimiento que
se necesita incluso antes de que se le pida. Nada tan extraordinario si
tenemos en cuenta que sabemos qué hace y qué hará cada persona con un
altísimo grado de probabilidad (dado que existen procesos que llevamos años
ejecutando), también sabemos qué conocimiento necesita para hacerlo y por
tanto no debiesen existir barreras que impidan anticiparse y que en lugar
de que cada persona trabaje con su propio conocimiento, proveérselo en cada
momento de forma que trabaje con el conocimiento de toda la empresa a lo
largo de su historia.
El cerebro virtual representa un cambio de paradigma:
ya no dependeremos exclusivamente de la inteligencia biológica, sino que la
potenciaremos con IA para multiplicar el conocimiento, la capacidad de
aprendizaje, de toma de decisiones y la mejora de resultados
La inteligencia es el factor más determinante para la
supervivencia de cualquier organización. Históricamente, la inteligencia
organizacional ha dependido de la capacidad individual de los empleados,
pero este modelo ya no sirve en un entorno donde la velocidad del cambio es
cada vez mayor. Las empresas que no gestionen su inteligencia estarán en
desventaja. Será como intentar que
nuestras piernas compitan en velocidad con una moto, un coche, un tren o un
avión. El caso de Deepseek nos recuerda que el futuro no
pertenece a las empresas más grandes o con mayores recursos sino a las más
inteligentes. Para construir ese futuro, las empresas tendrán que integrar
la IA en sus procesos y diseñar estrategias que les permitan capturar, sistematizar
y reutilizar su conocimiento de manera efectiva. La pregunta ya no es si
una empresa debe construir su cerebro virtual, sino cómo hacerlo antes de
que sea demasiado tarde.
El 12 de febrero, participaremos en el Directo en Linkedin sobre Organizaciones Inteligentes organizado
por Thinking Heads
El 17 de febrero comenzamos el curso «Gestión del
Conocimiento y elaboración de mapas de conocimiento crítico» para el Instituto Andaluz de
Administración Pública
El 21 de marzo en Madrid, de la mano de Glocal
Ideas y para
un cliente de la banca, impartiré la conferencia «Tu empresa no puede ser
estúpida en el mundo de la inteligencia artificial».
El 24 de marzo en Santiago de Chile, impartiré la
conferencia «Hacia un mundo de organizaciones más inteligentes» para el
equipo directivo de Papa Johns,
a través de Mutual de Seguridad.
.
|