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¿Qué
elementos son imprescindibles para vivir y sin embargo son gratis y su
suministro es ilimitado? Te pongo 2 ejemplos: el oxígeno para respirar y la
luz y el calor del sol. Ahora imagínate que además del oxígeno y el sol,
también recibes gratis e ilimitadamente el resto de las cosas que necesitas
para vivir porque “algo” se preocupa de fabricarlas. Ese podría ser
el impacto a largo plazo de la Inteligencia Artificial cuando sea una
infraestructura como electricidad ¿Te resulta
difícil de imaginar verdad? Claro porque solo hemos conocido una
civilización en la que la inmensa mayoría de las cosas que usamos son
escasas porque requieren de un proceso de producción que obligatoriamente tenemos
que llevar a cabo los seres humanos y las materias primas que se necesitan
son finitas. La mayor parte del costo de cualquier producto se destina a pagar
las horas/hombre necesarias para elaborarlo. Hemos desarrollado
conocimiento a lo largo de los siglos que nos permite producir todo tipo de
cosas a través de un mecanismo que llamamos trabajo. Sin ese conocimiento y
sin trabajo, las cosas no existirían y regresaríamos siglos atrás a nuestro
estado natural. Ahora imagina que cada persona tenemos nuestro gemelo
digital que es a quien enviamos a trabajar cada día mientras nosotros
dedicamos nuestro tiempo a lo que nos apetezca. Ese podría ser el impacto a
medio plazo de la IA. Difícil de creer y no exento de dificultades, pero
técnicamente factible por primera vez en la historia ¿Por qué ese milagro
podría hacerse realidad? Para que existan cosas, alguien tiene que
pensarlas, diseñarlas y fabricarlas. Hasta hoy esa era una tarea que las
personas no podíamos delegar. Pero eso está a punto de cambiar. El trabajo
no desaparecerá, pero lo harán las máquinas, pasará de ser humano a ser
artificial. Con la irrupción de la IA, hemos descubierto la manera de fabricar
inteligencia y como consecuencia será abundante (y barata) y la
aplicaremos absolutamente a todas las actividades humanas. Y tendremos que
aprender a usarla. Siempre empleamos la inteligencia como input para
producir cualquier objeto, pero ahora somos capaces de que el output sea
inteligencia. Y esa inteligencia que produzcamos no solo fabricará cosas,
sino que fabricará otras inteligencias que a su vez fabricarán otras
inteligencias en un bucle sin final.
La hipótesis
que quiero confirmar en esta columna es muy sencilla: la inteligencia
siempre fue nuestro principal recurso como especie humana, pero tiene 2
dificultades: la primera es que al ser un intangible, es transparente, no
somos conscientes de ella y pasa desapercibida. La segunda es que siempre
fue un recurso escaso y caro, restringido por nuestras limitaciones
biológicas: hay tanta inteligencia como personas con inteligencia
disponibles. Nuestra civilización está a punto de cambiar porque hemos aprendido
a fabricar
inteligencia.
Hace 15 años escribí
esta columna titulada “El triunfo de la
Inteligencia” sobre el accidente y posterior rescate de los 33 mineros chilenos.
Y hace 7 años escribí esta otra “El triunfo de las neuronas
sobre los átomos”. El World Economic Forum junto con Mckinsey
publicaron a comienzos de año este paper con el
nombre “Europa en la era de la
inteligencia” (después del contundente Informe Draghi). La inteligencia
está de moda. Ahora bien, la inteligencia siempre estuvo con nosotros ¿Te has
despertado esta mañana y has dicho “el oxígeno es fundamental, no me
puedo olvidar de respirar”? No, solo te acuerdas de él cuando te metes
bajo el agua. Con la inteligencia pasa igual, forma parte de todo lo que
somos y hacemos, todo es posible gracias a ella, pero no la vemos y solo
nos damos cuenta cuando nos falta. Todo a nuestro alrededor está hecho de
inteligencia: si le quitas la inteligencia a la Salud o al Transporte,
dejan de existir. No podemos hacer nada sin inteligencia. Nuestra
civilización está construida sobre la inteligencia. Todo lo que haces, eres
y tienes se lo debes a la inteligencia, la tuya y sobre todo los muchos que
te antecedieron. Nosotros estamos “hechos” de inteligencia: La
inteligencia no es solo intelectual, sino que tiene muchas dimensiones:
Colectiva, Emocional, Adaptativa, Corporal, Espiritual, Espacial, Social,
Conversacional, Lúdica, Atencional, Competitiva… y todas ellas son
inteligencias que vas desarrollando
a lo largo de tu vida a medida que aprendes. Y desde luego, las
cosas están hechas de inteligencia: si le sacas la inteligencia a un
automóvil, lo que te queda son varios cientos de kilos de diferentes
materiales sin apenas valor. De hecho, cada vez que pagas por un producto,
en realidad pagas por toda la inteligencia humana que se requiere para
producirlo. Por tanto, se hace evidente lo que afirmaba ya hace tiempo Ray Kurzweil: “la
inteligencia es el fenómeno más poderoso del universo”. Y como la
inteligencia impregna todo lo que hacemos, la IA impactará en
todas las dimensiones del ser humano.
¿Qué es lo que está cambiando
entonces? Lo que nos
diferencia del resto de seres vivos y explica nuestro éxito no es la
fuerza, la rapidez, la visión, el olfato sino la capacidad de usar el
cerebro para desarrollar los 2 pilares sobre los que se asienta la
inteligencia: el conocimiento (que nos permite “decidir y hacer”) y
el aprendizaje (que nos permite “crear” nuevo conocimiento) Lo novedoso es que
estamos multiplicando la inteligencia exponencialmente. Elon Musk, Sam
Altman y demás responsables de empresas de IA hablan de una explosión de inteligencia y
aunque son parte interesada, no les falta razón. Sin embargo el concepto no
es nuevo, El término “explosión de inteligencia” lo acuñó el
matemático británico IJ Good (colaborador de Alan
Turing) en 1965 cuando escribió sobre una explosión de inteligencia, la
cual sugiere que si las máquinas pudieran superar ligeramente el intelecto
humano, podrían mejorar sus propios diseños en formas imprevisibles para sus diseñadores, y por
lo tanto aumentarse recursivamente a sí mismas haciéndose más
inteligentes y realimentando ese ciclo.
Si
la inteligencia es lo que explica que hayamos llegado hasta aquí ¿por
qué hablamos de explosión? Porque la inteligencia siempre fue un
recurso escaso: es como si toda la vida hubiésemos vivido sumergidos en el
mar y sólo recurriendo a bombonas de oxígeno. Con la IA y al poder fabricar
inteligencia a voluntad y a coste casi 0, es como si saliéramos a la
superficie a respirar aire a pleno pulmón y sin restricción alguna. La IA
multiplica la cantidad, calidad y velocidad de generación de inteligencia.
Un médico puede tener la experiencia de los cientos o miles de pacientes
que ha tratado, las enfermedades que conoce, los cursos que ha hecho y los
papers que ha leído. Un médico digital tendrá el conocimiento acumulado de
millones de pacientes, de todas las enfermedades, los cursos y papers del
mundo e incluso conocerá tu genoma. A lo largo de la historia, si te
preguntabas “¿cuándo tendré mi médico, abogado, asesor fiscal,
nutricionista, entrenador personal, tutor… disponible 24/7?” la
respuesta siempre fue “No es posible”. El cuello de botella ha sido
la cantidad de inteligencia disponible, es decir de personas. El número de
individuos con conocimiento para resolverme un problema de salud (médico) o
tributario (asesor fiscal) es limitado porque no hay miles de millones de
profesionales con ese conocimiento a tu disposición. Y el número de horas
que trabajan esas personas es igualmente finito. Además, “fabricar”
(educar) cada médico o cada asesor fiscal nos lleva no menos de 20 años y
una importante inversión económica. Y sabemos que todo aquel recurso
valioso que es escaso, automáticamente se vuelve caro. Sin embargo, si hoy
te preguntas “¿cuándo ¡tendré mi médico, abogado, asesor fiscal,
nutricionista, entrenador personal, tutor… DIGITAL disponible 24/7?” la
respuesta es “cada vez falta menos porque ya estamos trabajando en ello”.
Y una vez que tenemos una IA médico o asesor fiscal con todo el
conocimiento mundial, fabricar la segunda IA médico o asesor nos toma 1
segundo y es casi gratis y fabricar 1.000 millones más nos toma unos
segundos más. Los productos que hemos venido fabricando carecían de
inteligencia y necesitaban de nuestra intervención ya que no tenían apenas
autonomía. Por eso, aunque fuimos delegando algunas tareas a los animales o
las máquinas (fuerza física) nunca pudimos delegar el trabajo intelectual.
En el momento en que inventamos el proceso para fabricar la inteligencia
sin restricción y a un coste ínfimo, se produce un Bing Bang
que tendrá un impacto tremendo porque distribuir electrones es mucho más
barato que distribuir átomos. Lo que cambia es que pasamos de usar la
inteligencia como input para fabricarlo todo a que la inteligencia sea un
output que continúa el ciclo de crear y producir más inteligencia hasta el
infinito.
¿Qué consecuencias tiene una
explosión de inteligencia? Explicaré 2 de
ellas. La primera es el impacto en la naturaleza del trabajo y me apoyaré
en la “ecuación” propuesta por Adam Smith de los factores
de producción sobre la que se sostiene nuestro sistema económico y
social y que tiene sus días contados:
Capital
+ Tierra + Trabajo (Personas) = Resultados
La
ecuación descansaba sobre 2 supuestos inamovibles. El primero es que los 3
elementos eran recursos finitos. La cantidad de dinero, la cantidad de
terreno y la cantidad de trabajo (número de personas y tiempo dedicado por
esas personas a trabajar) son limitados. Y el segundo supuesto es que el
trabajo humano era el único factor insustituible. Hay gente que vive solo
del capital o de la tierra, pero la inmensa mayoría
tiene que trabajar. El precio de cualquier "bien"
siempre es el resultado de la combinación de esos 3 elementos ¿Por qué esa
ecuación cambiará radicalmente? Porque el elemento Trabajo se transformará
una vez que ya no sean imprescindibles las Personas para llevarlo a cabo.
El Trabajo seguirá existiendo porque siempre vamos a necesitar producir
bienes físicos (necesitamos átomos para sobrevivir) y bienes intangibles.
Pero será Trabajo Artificial y no humano. Hasta hoy, el Trabajo solo podía
ser realizado por Personas, pero no por cualquier Persona: Cada tarea
necesita de conocimientos muy específicos y solo las personas que cuentan
con dichos conocimientos lo pueden llevar a cabo. Y cuando el bien que se
produce es muy demandado y la cantidad de personas con el conocimiento para
producirlo son pocas, su precio sube y la remuneración que recibe esa
persona se dispara. Piensa en lo que cobran los mejores futbolistas,
actores, directivos o especialistas en IA últimamente. Lo que va a pasar (y
jamás había ocurrido) es que las Personas saldrán de la ecuación y en su
lugar entrará la IA ¿Qué es la IA entonces? Es conocimiento para ejecutar
tareas que hasta hoy solo podíamos hacer las Personas. La ecuación entonces
quedará así:
Capital
+ Tierra + Trabajo (IA) = Resultados
¿Qué
impactos tendrá este cambio en la ecuación? Dada la casi ilimitada
capacidad de la IA, la disponibilidad de bienes (productos y servicios) se
multiplicará y su precio se reducirá porque el elemento que más impacta en
el coste de producción de un bien son las horas/hombre necesarias para
producirlo. Y liberados de la obligación de Trabajar, las Personas
tendríamos que decidir cuál será nuestro nuevo rol que será de supervisión
(en un símil deportivo, la IA “juega” en la cancha y nosotros ejercemos
de entrenadores). No es posible asegurar que el trabajo vaya a desaparecer,
sino que por primera vez será posible.
La
segunda consecuencia es que aprender será más importante que saber y
tendremos que decidir qué será importante saber en el futuro porque será
muy diferente de lo que aprendimos en el pasado. Me apoyaré en la pirámide de
Maslow que muestra una representación de las necesidades humanas y que,
aunque tiene más de 80 años, se mantiene vigente. En la base de la pirámide
aparecen las necesidades fisiológicas que nos permiten sobrevivir
(alimentación, salud, descanso). Y en el segundo escalón aparecen las
necesidades de seguridad que permiten que esa supervivencia tenga un mínimo
nivel de dignidad (protección, vivienda, empleo). Y más arriba aparecen las
necesidades sociales, de autoestima y de autorrealización. Obviamente, las
necesidades superiores difícilmente se alcanzan si primero no se cubren las
de los escalones inferiores. Y la manera que inventamos los seres humanos
para garantizar esos 2 primeros escalones de necesidades es a través del
trabajo. Para sobrevivir siempre hemos tenido que hacer cosas (cazar,
cultivar, etc) pero la manera de asegurar una vida más previsible para que
no dependiera solo de lo que cada persona podía producir fue crear el
trabajo como elaboración e intercambio de bienes y servicios. Este modelo
que nos acompaña desde hace siglos se va a derrumbar porque la IA tiene el
potencial de proveernos esas necesidades fisiológicas y de seguridad. La IA
acumula cada día conocimiento para hacer nuestras tareas y por tanto
debería ser capaz de hacer nuestro trabajo. Si esa promesa se cumple y la
IA se ocupa de resolver nuestras necesidades básicas, entonces es obvio que
nosotros nos deberíamos concentrar en las necesidades superiores. Y eso
significa que las competencias y habilidades que se necesitarán serán radicalmente
diferentes de las que han sido predominantes hasta hoy. Todos los escalones
de la pirámide requieren inteligencia, pero diferentes tipos de
Inteligencia: los escalones inferiores dependen sobre todo del saber
técnico y racional que es lo que siempre enseñamos y valoramos
(matemáticas, física, gramática, inglés…) mientras los escalones superiores
son intensivos en saberes humanos como imaginación, curiosidad,
creatividad, comunicación, empatía… Aunque suene contraintuitivo, la IA nos
va a invitar a desarrollar aspectos eminentemente humanos que durante
siglos hemos denostado como conocimientos de segunda categoría.
¿Será posible gestionar esa
explosión de inteligencia? No existe un
problema llamado “exceso de inteligencia”, lo que hay es falta de
ella y por eso tenemos problemas. La inteligencia es más una condición
adquirida que una capacidad natural. La inteligencia se desarrolla, se
aprende y por tanto es una decisión. Por ejemplo, los países que
lideran el ranking
de desarrollo humano “están siendo” más inteligentes que los
demás en este momento de la historia. No lideran el ranking por producir
materias primas, sino que “están siendo” más hábiles para aprender
(más ágiles, más conscientes, etc) y eso les permite crear más conocimiento
y vivir mejor según una serie de indicadores internacionales. Pero eso
puede cambiar en el momento en que dejen de aprender, algo que suele pasar
frecuentemente en la historia (hace 200 años, ese ranking era diferente y
hace 500 años también). Y el ranking
de las empresas más valiosas de 2025 no se parece en nada al ranking
del año 2000 y la explicación es la misma: Las que dominan hoy están siendo
más más
rápidas para aprender y adaptarse que el resto ¿Cómo se explica esta
situación? La aceleración del cambio tiene como consecuencia que el
conocimiento caduca cada vez más rápido. Y al mismo tiempo, estamos
delegando el conocimiento a las máquinas (automatización). La conclusión es
que la gran ventaja competitiva ya no será reutilizar el conocimiento
existente sino crear nuevo conocimiento, es decir, aprender. El que aprenda
rápido estará mejor preparado para conseguir sus objetivos y por eso
determinados países y determinadas empresas están ganando el partido
actualmente. La oportunidad entonces consistirá en desarrollar el músculo
de aprender como individuos, organizaciones y territorios. No nos podremos
permitir ser lentos para aprender porque el precio a pagar será muy alto.
Potenciar ese músculo requiere concentrar los esfuerzos en las habilidades
“humanas” que mencionamos antes. Pero también requerirá revisar
conceptos, creencias y modelos mentales tradicionales. Por ejemplo ¿Qué
valor tendrá el dinero si la IA es capaz de entregarme cualquier cosa que
necesite? ¿Y qué sentido tendrá el trabajo en ese escenario de abundancia?
¿Existirán las empresas? ¿Cómo tomaremos decisiones a nivel colectivo, hará
falta el Estado como lo conocemos? Y en un paradigma radicalmente nuevo ¿Cómo
educaremos a los niños y qué será importante saber en el futuro? Podría
parecer un panorama no solo incierto sino amenazador. Sin embargo, me
parece un escenario muy atractivo porque todo lo que podría pasar está
todavía por pensarse: hay un futuro por construir que nos exige no
minusvalorar los riesgos y evaluar adecuadamente lo que queremos conservar.
· El 2 de septiembre
estaremos en Concón impartiendo el Taller “Enfrentando la resistencia al
cambio: los enemigos del aprendizaje” para el equipo de ENAP
· El 4 de septiembre
estaremos en Macachín (Argentina) en el VI Congreso Cooperativo impartiendo la
conferencia “Hacia un mundo de organizaciones inteligentes”
· El 10 de septiembre
participaremos en el precongreso de AMEDIRH con la conferencia “La IA de mi empresa: personalizada, en tiempo
real y proactiva”
· El 8 de octubre en
Bilbao impartiremos la conferencia inaugural de la Semana Europea de la Gestión
Avanzada organizada por Euskalit
con el título “Cultura
de aprendizaje para anticipar el futuro en la era de la Inteligencia
Artificial”.
· El 16 de octubre
comenzamos el curso “Knowledge
management como ventaja competitiva para aprovechar la inteligencia
artificial” organizado por FIAD.
· El 16 y 30 de
septiembre en Cadabra la magia de aprender, realizaremos las
sesiones sobre IA y coaching y Complejidad y Aprendizaje con Gabriel Bunster y Marcelo Lasagna.
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