No por temor a
que se contagien sino porque me importa que aprendan y
no que estudien y las
instituciones educativas no fueron diseñadas
para aprender. El mundo necesita que los colegios abran para que los adultos puedan concentrarse en trabajar,
mientras alguien se hace cargo de los niños… Lo único acuciante es que mis hijos retomen las
relaciones con sus amigos, compañeros y familiares para evitar la
principal enfermedad que inocula el modelo educativo, el individualismo.
Que pierdan asignaturas y contenidos no tendrá el más mínimo impacto en
su vida.
Si eres
sensible, te prevengo que será mejor que te detengas aquí porque vas a
seguir leyendo cosas que no te van a gustar.
Estos son los 8
aspectos que voy a abordar en esta y sucesivas columnas:
1. No tenemos
un propósito común para la educación
2. El aprendizaje
sucede desde dentro hacia fuera y no al revés
3. Los niños
deciden qué aprender
4. Los
profesores no son el actor más importante en el proceso educativo
5. Los
profesores tienen que dejar de enseñar
6. Colegios y
universidades no quieren cambiar y van a desaparecer
7. La
educación presencial no es mejor que la virtual
8. Es mentira,
no necesitamos cursos, aulas, asignaturas, exámenes, notas ni títulos
Estamos
desaprovechando una gran oportunidad para que nuestros hijos vivan una
experiencia de aprendizaje auténtica gracias al Covid.
En su lugar, la reacción de todo el sistema educativo, padres incluidos, ha
sido continuar con el programa previsto: obsesión por seguir
enseñando materias, presión a profesores y niños para mantener el ritmo
normal de clases, tareas, deberes. Parece que había que justificar el
dinero que se cobra a los padres. Nadie pensó guardar los libros y el curriculum en un cajón y aprovechar la pandemia para
aprender de la infinita oferta de situaciones que suceden a diario: sobre
salud, historia (de pandemias previas), del frenazo de la economía, del
medio ambiente, del rol de la tecnología, de relaciones humanas, de
biología, de matemáticas, del futuro de los negocios, de política, de
emociones… Aprender sobre preguntas para las que no tenemos
respuesta porque necesitamos niños que aprendan y no que sepan. Es justo
el momento de aprender y no de enseñar. Hablo de una experiencia de
aprendizaje sobre la vida de verdad, lo que en realidad importa y no del
mundo artificial que les presentamos en el colegio. Y sobre todo, se trata
de aprender del futuro que les va a quedar a ellos. Lástima…
1. No tenemos
un propósito común para la educación
Hace 40 años, Pink Floyd (músicos y no pedagogos) convirtió
“no
necesitamos educación“
en un himno. El virus ha hecho evidente que seguimos sin tener
claro por qué y para qué educamos. Si el propósito fuese preparar
a los jóvenes para ser adultos autónomos y responsables, estamos
fracasando. Un ejemplo: las organizaciones reconocen que los jóvenes que
se incorporan a su primer empleo no saben trabajar ¿Qué resultados
debiésemos obtener después de que cada joven invierta 20 años de su vida
en un aula? En mi opinión son 4. Que cada persona 1. Entienda
cómo funciona el mundo y sepa cómo desenvolverse con soltura en él. 2. Se
conozca a sí mismo. Para eso, debe interrogarse sobre lo que
verdaderamente quiere ser y hacer y salir con un plan de vida aunque
después lo cambie 1.000 veces. 3. Sea capaz de relacionarse con otros y desarrollar el instinto
de comunidad, de pertenecer a un nosotros al que debe contribuir y 4. Sea
un experto en aprender, consciente de que su vida depende de diseñar su
propio proceso de aprendizaje. Hoy los jóvenes (y los adultos) no saben
cómo se aprende. Ante un futuro incierto, la habilidad más importante es
aprender y la primera pregunta es decidir qué aprender. Solo puedes
responderla si tienes claro lo que te mueve, tu propósito. Saber muchas cosas y sacar buenas notas no es educación.
Incorporar ideas, teorías y conceptos de otros y no desarrollar tu
pensamiento propio a partir de tu experiencia directa y la reflexión no es educación. Hay al
menos 6 aspectos que necesitamos cambiar.
QUÉ aprender: Aunque el mundo es radicalmente distinto, lo que aprenden nuestros hijos es similar a lo que aprendimos
nosotros hace 50 años (he revisado los programas de varios ministerios de
educación, colegios e incluso de la facultad de derecho en la que me
titulé). El curriculum actual se basa en el modelo diseñado
en 1892 por el Comité de los 10 liderado por el presidente de Harvard. Por si lo
ignoran, en esa época las mujeres no votaban, se trabajaba 66 horas
semanales sin vacaciones, la esperanza de vida era de 50 años, no había
ni coches ni aviones y empezaba la electricidad… Conclusión: Hoy no enseñamos
lo importante sino lo que es fácil de medir en un examen. Y lo que es fácil de enseñar también es fácil de digitalizar y
automatizar. Por suerte, la inteligencia artificial nos va
a obligar a repensar qué merece la pena aprender y qué
dejamos para que lo hagan las máquinas. Cuando
el cambio continuo hace que el conocimiento caduque rápidamente, crear
conocimiento se vuelve más importante que usar el que tenemos. Pasaremos de transmitir lo que ya existe a aprender a crear nuevo conocimiento
para abordar problemas inesperados, como el covid.
Y eso solo es posible cultivando las capacidades innatas que vienen con cada
ser humano: Imaginación, Creatividad, Resiliencia, Flexibilidad,
Reflexión, Empatía, Proactividad, Actitud…
Cuanto
menos podemos predecir el futuro, más necesitamos esas capacidades. Pero
convertir esas capacidades en habilidades exige practicarlas de manera
sistemática y rigurosa, un sacrificio que cada uno decide si quiere
realizar. Lo curioso es que no descubrimos nada nuevo, son las
habilidades y valores de toda la vida que sacrificamos para dar preferencia
a los conocimientos técnicos y fáciles de evaluar. Las personas que nos condujeron a las crisis durante
el último siglo no tenían carencias matemáticas sino un grave déficit de
ética y valores.
El
principal desafío de la educación será enseñar lo que no sabemos. Hoy enseñamos lo conocido. El sistema
educativo está construido sobre certezas, funciona a partir de lo que
está escrito en los libros pero se verá obligado a prepararnos para lo
que viene, para enseñarte a cambiar aunque no tiene ni idea de cómo se
cambia…
CÓMO aprender: ¿Qué nos dice de la educación
el hecho de que un robot, que no sabe leer ni entiende
lo que hace, obtenga mejores resultados que los estudiantes en las pruebas de acceso a la
universidad? Aprender es consecuencia de pensar. Lo más importante que puede hacer un joven es pensar ¿en qué piensan los niños en el aula? ¿les enseñamos
a pensar? No te confundas, que tengas un título no significa que sepas pensar
¿No es raro que todo se aprenda sentado? Aristóteles afirmaba "Lo
que tenemos que aprender lo aprendemos haciendo" y en el aula no
se “hace” casi nada. Esta imagen del
nivel de actividad cerebral de un joven durante 1 día demuestra que ejercita mucho más su cerebro
mientras duerme que en el aula… La constante
en las 171 columnas anteriores es justamente que escuchar a
un profesor, memorizar contenidos y aprobar un examen no es sinónimo de
aprender. Aprender sin hacer no es aprender. No es lo mismo entender algo que saber hacerlo.
Si la educación debe prepararte para la vida, entonces se tiene que
asegurar de que desarrolles conocimiento entendido como la capacidad de decidir
y actuar y no solo de saber. Yo puedo comprender cómo se cocina un plato,
cómo se anda en bicicleta o se lidera un equipo pero no significa que
sepa hacerlo. Existe una distancia sideral entre saber cómo se hace algo
y saber hacerlo y esa brecha solo se cubre practicando, equivocándose y
reflexionando para corregir. El sistema educativo se basa en intentar que
entiendas (con suerte) millones de cosas pero no en aplicarlas. Acceder a información no garantiza que sepas aplicar esa información. Aprender es convertir la información (una receta de
cocina) en conocimiento (un plato sabroso). Si el conocimiento te
permite hacer, en el proceso de aprendizaje primero debe ir la práctica y
después la teoría. La respuesta nunca puede llegar antes de que te hayas
hecho la pregunta.
El mundo conoce las metodologías de aprender haciendo (proyectos,
problemas, casos, etc.) desde hace siglos. Cada día surgen nuevos
ejemplos de instituciones que se atreven a incorporarlas como eje de su
modelo, revisando el rol de los profesores o incluyendo tecnologías. Pero
cambiar el CÓMO para seguir enseñando el mismo QUÉ es inútil. No es un
asunto de mejores materiales, menos asignaturas, más juegos o más
tecnología. Aprender no es recibir sino demostrar que hago algo que antes
no podía hacer.
CUANDO aprender: El
aprendizaje ocurre cuando alguien quiere aprender y no cuando alguien
quiere enseñar. Ese simple hecho explica por qué es imposible que nuestro
modelo funcione. Todo el sistema educativo fue diseñado justo al revés: está
construido sobre la base de que lo que hay que aprender y cuando
aprenderlo ya está decidido. A nadie le importa lo que le interesa a cada
individuo y cuando ignoramos los principios que guían el aprendizaje
natural, lo que cosechamos es un gigantesco simulacro en el que millones
de niños obedecen instrucciones, representan el papel al que están
obligados y aparentan aprender ¿Por qué existe una etapa de
la vida para aprender, un paréntesis artificial que te fuerza a acudir todos
los días al mismo lugar, con horarios y programas preestablecidos? Esta gráfica resume el
principal desafío que nos espera. La inversión pública en educación casi
desaparece una vez las personas cumplen 17 años. El mensaje que te
entrega la sociedad es nítido: “aprender no es un bien importante así
que a partir de aquí corre por tu cuenta, arréglatelas como puedas”.
Sin embargo, toda la vida es educación y por eso es vital saber aprender.
Tu vida depende de tu capacidad de
aprender. No hay nada más importante para un país que
contar con ciudadanos bien educados. La decisión es obvia ¿apostamos por
ser analfabetos o priorizamos el aprendizaje? Las
personas aprendemos todo el tiempo, la mente siempre está
funcionando. Ahora
bien, tenemos que aceptar una premisa esencial: el conocimiento se
adquiere cuando se necesita y eso lo decide cada persona. Cuando estás
obligado a aprender lo que no te importa (porque debes obtener un título)
cuando no te hace falta, lo que haces es memorizar sin entender.
QUIEN participa: Podemos dividir la
vida en 3 grandes etapas. La primera (niños) cuyo objetivo es aprender y
divertirse. La segunda (adultos) enfocada en desarrollarse y contribuir
al bien común. Y una tercera (jubilados) destinada a descansar, disfrutar
y compartir lo aprendido. Hasta ahora, los responsables de la tarea
educativa han sido los profesores. Y un profesor solo puede enseñarte a
ser profesor... Si de verdad creemos que no hay nada más importante que
aprender, entonces todos los estamentos de la sociedad deben estar
involucrados. Esto significa incorporar al resto de profesionales para
que aporten las valiosas experiencias que atesoran. Abogados, médicos,
pilotos, bailarinas, jardineros, policías… tendrán que asumir que una
parte de su jornada laboral la deben dedicar a contribuir a la educación
del resto ¿Por qué no entregar un rol a los más mayores cuya sabiduría
sirvió durante generaciones para educar a los jóvenes? ¿Por qué no formamos
a los padres para que en lugar de improvisar, cuenten con conocimientos
para educar a sus hijos? Si para educar a un niño hace falta una tribu
entera, entonces, todos estamos obligados a participar en el proceso.
DONDE aprender: Hace 7 años me explayé sobre este mismo punto. Hemos separado
el
aprendizaje de la vida para asegurarnos de que, en el negocio de la
educación, las cosas sean fáciles y rentables. La educación se ha
convertido en un artículo de lujo: junto a la vivienda es ya el principal
gasto de las familias. El aula no es el mejor lugar para aprender, el mundo si lo es. Igual
que el trabajo no es un lugar, la pandemia nos ha recordado
que una escuela no es un un edificio. El
aprendizaje ocurre en el cerebro de cada individuo.
Cómo EVALUAMOS: Un profesor les dice a sus
alumnos “he enseñado a mi perro a hablar inglés ¿quieren comprobarlo?”
Le pide al perro que se dirija a los estudiantes en inglés y al cabo de un
rato, uno de ellos le dice “profesor, usted nos mintió, su perro no
habla inglés” El profesor esboza una sonrisa y le responde “les dije
que le enseñé, no que hubiese aprendido” ¿Por qué la mayoría de
adultos reconocen que no podrían aprobar casi ningún
examen del colegio y la universidad si tuvieran que hacerlos de
nuevo? Cuando alguien no aprende, entonces el proceso
no funciona y culpamos al que no aprende (perro) por incapaz o por vago y
después al que enseña por incompetente. También hace 7 años abordé la obsesión
que tenemos de medirlo todo ¿Qué es
importante medir? ¿lo que saben los alumnos o lo que son capaces de hacer?
El sistema educativo te mide en función de tus respuestas. Si dejamos de mirar
por el retrovisor para fijar la vista en el futuro en busca de ideas ¿cuándo les evaluaremos por lo
que preguntan? ¿cómo evaluamos la resiliencia o
la empatía? Mmmmmm, difícil, por eso mejor
seguimos enseñando lo que es fácil de medir en un examen.
Es más sencillo estandarizar la educación y asumir que todos los alumnos
son iguales, llegan en las mismas condiciones, les interesa lo mismo, requieren
el mismo apoyo… ¿Y luego nos sorprende que exista fracaso escolar?
¿Se puede
medir un intangible como el aprendizaje con números? La única forma
sensata de evaluar si alguien aprendió algo es pedirle que lo demuestre.
No basta con que me diga cómo se hace. Cualquiera puede saberse de
memoria la receta de la paella y sin embargo, ser incapaz de demostrarlo cocinándola.
Por esa razón, un examen escrito u oral y, menos aún un
test de respuesta múltiple, son una forma ridícula de evaluar
porque estamos dejando fuera lo más importante: comprobar si el alumno es
capaz de usar los conocimientos en las situaciones que encontrará en la
vida. Y si no podemos justificar situaciones en las que usará dichos
conocimientos, entonces no merecía la pena enseñarlos. Que alguien
demuestre lo que sabe hacer es más complejo, caro y lento que hacer un
examen pero ¿se imaginan que para obtener el carné de conducir solo se
exigiese el examen teórico? Es mucho más sencillo pero ningún país del
mundo se atreve a cometer tal atrocidad porque es consciente de las
funestas consecuencias que acarrearía tener millones de conductores
circulando sin los conocimientos necesarios para ello.
2.
El aprendizaje sucede desde dentro hacia fuera y no al revés
“Cómo
puedo hacer una escultura? Simplemente retirando del bloque de mármol
todo lo que no es necesario” Para Miguel Angel, la escultura estaba
dentro de la piedra. Educar es sacar lo mejor que una persona tiene.
El 13 de
agosto a las 9:30h de Chile realizaremos la conferencia “Cultura de
aprendizaje como parte de la estrategia” organizado por la OTIC Sofofa. Inscripciones en el correo de Karol
Rivera krivera@oticsofofa.cl
El 23 de septiembre
realizaremos la conferencia “Aprender del futuro” en el marco del CenturyLink Forum 2020 LATAM organizado por Century Link.
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