“Si tu trabajo
se basa en ejecutar, te vas a quedar pronto sin él. Si tu trabajo
consiste en pensar, estás a salvo...”
La persona que ostenta el
récord Guinness en resolver el cubo Rubik tarda 4,22
segundos, la máquina más veloz lo resuelve en 0,38
segundos. La inteligencia artificial (IA) amenaza con dejarnos sin
trabajo ¿Miedo? Al contrario, son magníficas noticias y la explicación
tiene poco que ver con la tecnología.
1. Gracias a la IA estamos en la era de la
inteligencia entendida como capacidad de aprender y producir
conocimiento. El mejor cumplido que puede recibir una persona es que la
llamen inteligente. La raza humana domina el planeta debido a su
inteligencia. La mayoría de los nuevos productos y servicios incorporan
el adjetivo “inteligente”. Toda start up
con ambiciones declara
usar IA. Los apellidos de moda para referirse a
la IA son Machine Learning, Deep Learning o Big Data, es decir, el aprendizaje como la
llave para el futuro. Mejor imposible: a más inteligencia, más necesidad
de conocimiento. Por fin mandan las neuronas y no los átomos.
2. La IA nos ayuda a ser más
inteligentes porque nos exige preguntarnos qué es la inteligencia y cómo
funciona el cerebro. Al construir máquinas para que hagan lo que hacemos
las personas, descubrimos que la inteligencia humana es extremadamente
sofisticada y cubre múltiples dimensiones: emocional, espiritual,
intelectual, corporal, etc. En la columna de 2010 El triunfo
de la inteligencia, investigué
el origen de la palabra: deriva del latín, intelligentĭa,
que proviene a su vez de inteligere,
término compuesto por 2 palabras, intus
que significa “entre” y legere que
significa “escoger". Etimológicamente, una persona inteligente es
aquella que sabe elegir bien, es decir, toma buenas decisiones. Para
ello, requiere contar con gran capacidad de predicción ya que, al escoger
una alternativa, apuesta a que eso será exactamente lo que ocurrirá en el
futuro y no otra cosa. Para tomar buenas decisiones de manera repetida,
es imprescindible contar con el conocimiento necesario, que siempre es el
fruto de un proceso de aprendizaje previo. Una persona es inteligente
cuando es capaz de aprender rápidamente. Para aprender, necesitas pensar, entender y preguntar y ninguna
de esas 3 acciones cotidianas están al alcance de las máquinas. Lo que
tenemos hoy no es IA sino fuerza bruta basada en una descomunal potencia
de cálculo. Como sabemos poco acerca de la
inteligencia, solo podemos construir máquinas que ejecuten 2 tareas
básicas: almacenar información en grandes cantidades y procesarla a
enorme velocidad. Casualmente, las mismas 2 tareas menores para las que
entrenamos el cerebro de nuestros niños en el colegio ¿Qué sucede cuando
abordamos otras facetas de la inteligencia como la capacidad de imaginar,
crear o empatizar? Dado que siquiera sabemos cómo ocurren en el cerebro
humano, difícilmente podemos hacer que una máquina las realice. Por eso,
resulta inconcebible que la IA la manejen únicamente tecnólogos
que no saben de aprendizaje. Es cierto que la IA no tiene por qué
replicar el mismo proceso que nuestro cerebro igual que para fabricar
aviones, no copiamos el vuelo de los pájaros. Pero la IA dista mucho de
ser inteligente porque no es consciente de lo que hace. Con la IA ocurre
lo mismo que en el colegio cuando aprendías cosas de memoria, pero no las
entendías ni podías explicarlas. Que una
máquina haga algo que tú no puedes hacer no significa que sea
inteligente.
3. La IA nos invita a
repensar el mundo en 5 planos relacionados entre sí: Trabajo,
Aprendizaje, Organización, Educación y Ser Humano.
a. Reformar el
Trabajo ¿Eres conductor profesional? Si es así
(en EE. UU. hay 3,5 millones de camioneros, la principal ocupación en más
de la mitad de los estados) te vas a quedar sin trabajo ¿es grave? La
pregunta es distinta ¿por qué querrías hacer algo que puede hacer una
máquina? Si tu trabajo es automatizable, entonces no debe requerir mucha
inteligencia. Ojo porque un médico
o un abogado
desempeñan tareas rutinarias que están siendo automatizadas. Aunque
siempre la tecnología sustituyó nuestra fuerza física, por primera vez
las máquinas amenazan con sustituir nuestro cerebro y eso nos pone
nerviosos. La IA está haciendo por las neuronas lo que la máquina de
vapor hizo por nuestros músculos. En el pasado usamos a los animales para
trasportarnos, después inventamos el automóvil (mi coche tiene 250
caballos) y ahora la IA propone inyectarle 250 cerebros para convertirlo
en autónomo. Deberíamos estar felices porque las máquinas nos libran de
hacer trabajo aburrido, repetitivo, peligroso y sucio y nos desplazan
hacia el trabajo intelectual, más enriquecedor. Convengamos que mucho del
trabajo que hacen hoy las personas es poco humano, como bien apunta el
libro trabajos
de mierda. Es verdad que destruiremos empleo (contratos fijos) pero
habrá más trabajo si diseñamos adecuadamente la colaboración entre
personas e IA. Si somos inteligentes, podemos usar la IA para aumentar
nuestras capacidades como siempre hemos hecho con la tecnología y contar
con un “cerebro suplementario”. El objetivo final es trabajar menos (el dueño
de Alibaba apuesta por 12 horas semanales) y tener una vida más
humana. La IA tiene el potencial de humanizar el trabajo cuando nos libra
de lo que no queremos hacer y se lo entrega a las máquinas. Claro que
cambiar el trabajo demanda rediseñar el aprendizaje…
b. Rediseñar el Aprendizaje:
La IA se alimenta del pasado, ofrece respuestas, pero no puede generar
nuevas preguntas. Cuando el cambio vertiginoso hace que el conocimiento
caduque rápidamente, crear conocimiento se vuelve más importante que usar
el que tenemos (aprender un nuevo cubo Rubik en lugar resolver el cubo
que ya dominamos). Aprender todavía es sinónimo de transmitir
conocimiento que ya existe a través del entrenamiento y los cursos que
ofrecen las
áreas de capacitación. Pero el
aprendizaje que necesitamos consiste en crear nuevo conocimiento que
surge de enfrentar problemas inesperados e imprevisibles fruto de la
velocidad y la incertidumbre. De mirar por el retrovisor, pasamos a fijar
la vista en el futuro en busca de ideas ¿Qué capacidades son
imprescindibles para crear conocimiento? curiosidad, imaginación,
creatividad, resiliencia, improvisación, actitud...
capacidades innatas en los seres humanos. Cuanto menos podemos predecir el futuro, más necesitamos esas
capacidades. Curiosamente, el mundo empresarial y el educativo han dado
preferencia a los conocimientos técnicos, duros, fáciles de medir. Para convertir esas capacidades (que todas las personas traemos de nacimiento) en habilidades, hay que practicarlas de
manera sistemática y rigurosa, un sacrificio que cada uno decide si
quiere realizar. Claro que cambiar el aprendizaje demanda
reformular las organizaciones…
c. Reformular la
Organización ¿Qué preocupa más al CEO de una empresa, el negocio de hoy o
concebir el de mañana? Sin descuidar el presente, el desafío está en el
medio y largo plazo. Es indiscutible que aprender es más importante que
saber. Que una organización sea exitosa no es garantía de que mañana
seguirá vigente. La inteligencia organizacional es la capacidad que tiene
una empresa para crear conocimiento y usarlo estratégicamente para
adaptarse a su entorno. En una economía de intangibles que prescriben,
la
clave no es usar lo que sabes sino generar nuevo conocimiento. La inteligencia de una organización no
reside en ningún individuo particular, sino que la construyen entre
todos, igual que el pensamiento en el cerebro no radica en una neurona. El
problema consiste en que las organizaciones 1.0 en las que actualmente
trabajamos no fueron
diseñadas para que aprender fuese parte de los procesos sino para
fabricar siempre lo mismo, con énfasis en la rentabilidad y la
eficiencia. La solidez, que fue su fortaleza, se ha convertido en la
principal debilidad. No hay espacio para desafiarse, discrepar,
experimentar ni menos para el error. Es decir, un mundo ideal para las
máquinas. Los organigramas rígidos y jerárquicos que usamos para resolver
problemas antiguos no servirán para los que vendrán. Los KPIs premian la ejecución y castigan el aprendizaje.
Los empleados que entrenamos concienzudamente para obedecer órdenes
tienen que reconvertirse en diseñadores de servicios. Si el objetivo
prioritario es aprender ¿cómo rediseñamos la experiencia de trabajo? Crear cultura de aprendizaje implica
situar a los equipos como la célula básica e
incorporar principios como la agilidad, autonomía y transparencia. El
trabajo inteligente siempre se termina imponiendo al trabajo obediente.
Claro que contar con organizaciones inteligentes exige revisar la
educación…
d. Revisar la
Educación. Años atrás, pregunté al resto de
ponentes en un seminario
de neurociencias y aprendizaje si el cerebro
tenía límites y la respuesta afirmativa fue unánime. Si nuestros
hijos van a competir por un empleo contra una máquina ¿usamos el cerebro
para aquello que la IA hace mejor que nosotros? En lugar de sustituirnos ¿no merecerá la pena
diseñar máquinas para que hagan lo que no podemos o para complementarnos?
Esa decisión no es tecnológica. Hace años que los pilotos de avión
conviven con el piloto automático. Colaborar demanda complementarse con
quienes tienen otros saberes, hoy que nadie tiene todo el conocimiento
que se necesita. Si hacemos máquinas cada vez más inteligentes y nuestra
inteligencia individual es limitada, solo nos queda colaborar para
incrementar la inteligencia colectiva. Existe consenso sobre las
capacidades que se requieren para crear conocimiento ¿por qué todavía no
son la base de lo que aprenden nuestros hijos? ¿las máquinas dominan
alguna de esas capacidades? ¿acaso pueden liderar, comunicar o pensar
críticamente? ¿los
alumnos pueden seguir “escondidos” como escuchadores pasivos? ¿cómo les
desarrollamos el espíritu explorador orientado a investigar y descubrir
problemas e inventar soluciones? ¿cómo concebimos aulas no solo para
pensar sino para aplicar y pasar a la acción? ¿nos podemos permitir financiar la
educación únicamente hasta que los jóvenes terminan la universidad? ¿el miedo sigue siendo la principal
motivación para aprender? Estamos tan cómodos con el actual sistema
educativo que nos resistimos a cambiarlo. Claro que cambiar la educación
implica reconsiderar qué es ser humano…
e. Reconsiderar el Ser
Humano. Esta noticia acerca del
dinero como la prioridad de los chilenos explica el mundo que habitamos. Al
escoger el dinero, asumimos el impacto de esta decisión sobre aspectos
como el medio ambiente, la desigualdad, la corrupción o la salud. A nadie
le debiese sorprender que Chile
lidere el ranking de enfermedades mentales de la OMS. Los seres humanos hemos dirigido nuestra
inteligencia hacia los objetivos equivocados. Adoptamos un paradigma con
incentivos perversos y efectos funestos: competir individualmente por
recursos escasos, producir y consumir sin preocuparnos de las
consecuencias bajo el yugo del miedo a Dios, al jefe, a quedar sin
alimento o trabajo. Concentramos la inteligencia en trabajar sumisamente,
sin cuestionar. Caímos en la trampa de la velocidad que nos impide
levantar la cabeza y pensar. Si asumimos que la IA será capaz de hacer
cada vez más cosas, debemos preguntarnos qué es importante y queremos
preservar para los humanos y para qué queremos la IA. Para ello, necesitamos
consensuar un norte, un sistema de creencias y valores que regirán
nuestra convivencia. Y esto a su vez implica cuestionarse qué significa
ser humano, quienes somos, que queremos ser, cómo queremos vivir. Por
ejemplo, al construir IA se hace evidente que las emociones
son un componente humano que por
ahora quedan fuera del alcance de las máquinas. Las emociones tienen un
impacto decisivo en la vida de las personas y en los resultados de las
organizaciones. Las máquinas no dicen “no quiero hacer esta tarea
porque estoy triste, aburrido o cansado” Sin embargo, muchas de las
cosas que no suceden como esperamos tienen su explicación en que las
personas no queremos, nos aburrimos, nos enfadamos, no nos comprometemos…
Ante una crisis de sentido ¿cómo nos aseguramos de potenciar esas
características humanas? Hoy los recursos
son abundantes, las capacidades que mencionamos se
erigen como pilares esenciales y todos los humanos nacemos diseñados para
aprender. Podemos optar por la colaboración y la confianza y configurar
un sistema con nuevos valores. En 2018, Escocia, Islandia o Nueva Zelanda
declararon explícitamente que su foco
está en el bienestar de sus ciudadanos y no en el PIB. Las personas somos insustituibles porque
reflexionamos. Aunque debemos prepararnos para el momento en que la IA
sea capaz de suplantarnos, la decisión sigue estando en nuestras manos. No olvidemos que la IA es creación de la
inteligencia humana. Podemos elegir vivir con el miedo permanente a ser arrinconados
o con entusiasmo por las oportunidades de inventar un mundo más humano.
Aunque hemos consumido una parte importante del planeta, podemos impedir
que la IA nos devore a nosotros mismos. Y eso requiere de menos
matemáticas y de más empatía…
Conclusiones: “La respuesta a más inteligencia artificial es más inteligencia
humana” Joseph E. Aoun, presidente Northeastern University.
La conclusión
resumida es que la IA revaloriza la inteligencia y permite diseñar un
futuro de colaboración entre personas y tecnología del que saldremos
favorecidos: Los algoritmos procesan los datos y nosotros tomamos las
decisiones. Pero en el fondo, la IA invita a revisar el modelo de vida
(desde el aspecto laboral hasta el sistema educativo) y, sobre todo,
reflexionar sobre quiénes somos y como queremos vivir.
La conclusión
ampliada es que la vida es una sucesión
de cubos de Rubik, en el momento que
dominas un cubo, cambia la tecnología, la competencia, la legislación… y
tienes que aprender a resolver un cubo completamente distinto. La
habilidad de aprender es la esencia de la inteligencia. No importa a qué
te dediques, una parte o todo lo que haces será intervenido por la IA. La
historia de la civilización ha sido un proceso continuo de sustituciones: Primero, nuestros antepasados
aprendieron a hacer cosas, inicialmente manuales. Después, inventamos
máquinas para que hicieran esas cosas. Más tarde fuimos capaces de operar
esas máquinas remotamente y hoy, la IA permite fabricar cosas que llevan
la inteligencia incorporada (este cubo Rubik se resuelve a
si mismo). La IA nos entrega el privilegio
de reflexionar sobre qué es la inteligencia y en el fondo, qué es ser
humano. Esa reflexión, nos conduce a analizar el mundo en que habitamos,
el camino que hemos recorrido y redirigir la inteligencia para diseñar
nuestro futuro ¿Cómo queremos vivir? ¿seguimos colocando el crecimiento
económico por encima de todo? ¿qué es importante y queremos que la IA nos
ayude a conseguir?¿cómo usamos la IA para potenciar a las
personas para que hagan cosas que antes no podían en lugar de
remplazarlas? ¿qué cosas no podemos ni queremos hacer? ¿cómo aseguramos
que la inteligencia sea abundante (conectando nuestros cerebros) igual
que el acceso a internet o a un smartphone? La IA sigue evolucionando y los seres humanos tenemos que
desarrollar nuestras capacidades y no estancarnos. La vida sin ayuda de
las máquinas es más incómoda pero las máquinas no son la vida, la vida
somos nosotros.
Nunca el mundo
fue tan volátil e incierto, pero es lo más tranquilo que vamos a tener de
aquí en adelante… Sabemos que la velocidad del cambio solo va a aumentar
con la llegada del 5G. Mutaremos de hacer tareas estandarizadas a buscar
oportunidades y problemas, crear nuevo conocimiento e inventar soluciones como
este Rubik digital. Solo podemos enfrentar los desafíos con más colaboración y no
con mayor competencia. Cada vez que una máquina derrota a una persona (Kasparov vs
Deep blue) en realidad es el ser humano quien resulta vencedor
¿Sabemos hacia donde nos lleva la IA? Todavía la IA no piensa, sino que
ejecuta lo que nosotros pensamos. A la IA le podemos delegar el “cómo”
pero no el “por qué” ni el “para qué”. Si el
conocimiento lo tienen las personas, entonces somos imprescindibles. El
aprendizaje nunca termina…
El 24 de septiembre estaremos en Sevilla dictando la
conferencia “Del dicho al hecho en la Gestión del Conocimiento:
Pasando de la teoría a la práctica en la GC en las organizaciones” en el marco de la II Jornada de Gestión del Conocimiento:
Oportunidades para transformar la Junta de Andalucía.
El 15 y 17 de octubre
estaremos en Quito y Guayaquil (Ecuador) impartiendo la conferencia “Negocios cognitivos más allá de la inteligencia
humana” en el Forum«Exponential Transformation» organizado por Century Link.
El 21 y 23 de octubre estaremos en Santiago y Concepción
(Chile) impartiendo la conferencia «La educación a través de los ojos de un niño» en el marco de la XII Jornada Internacional de Aprendizaje, Educación
y Neurociencia organizada por Fundación
Cien.
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