E D I C I Ó N - N ° 191 - FEBRERO - 2 0 2 2

 

 

 

 

La decisión más importante de tu vida
Javier Martínez Aldanondo
Socio Cultura de Aprendizaje en Knowledge Works
javier@kworks.cl y javier.martinez@knoco.com

www.javiermartinezaldanondo.com

Twitter: @javitomar – Instagram: @javiermartinezaldanondo

 

 

No hay nada más importante que decidir qué hacer con tu tiempo de vida. Es nuestro capital más preciado: el tiempo es un bien finito, intransferible y no reutilizable (es un intangible que se gasta, pero no se recupera). Lamentablemente, somos muy poco inteligentes a la hora de decidir cómo invertirlo.

 

La hipótesis de este artículo es sencilla: el DINERO, un componente esencial del mundo laboral, no es otra cosa que TIEMPO multiplicado por CONOCIMIENTO (D = T x K). Necesitamos Dinero para sobrevivir. Para conseguirlo invertimos nuestro Tiempo (vida). Pero el elemento decisivo que influye en la cantidad de dinero que obtenemos a cambio de ese tiempo es nuestro Conocimiento, definido como lo que “sabemos hacer”. Cuanto más valioso es ese Conocimiento, más Dinero obtenemos o menos Tiempo tenemos que invertir, lo que implica que dispondremos de más Tiempo para dedicarlo a lo que nos importa de verdad. Claro que para eso debemos tener claras nuestras prioridades...

Mi ambición (a los 56 años) es tener más tiempo y no más dinero, trabajar menos para pensar más. Por eso me referiré al dinero como necesidad (medio) y no como objetivo y desde una perspectiva individual más que colectiva. Y al hablar de conocimiento, lo haré desde un ámbito integral, incluyendo emociones, actitudes y todo lo aprendido que es susceptible de ser llevado a la práctica.

 

Al nacer, todos recibimos las mismas 2 cosas: tiempo y un cerebro. Aunque el tiempo es un bien democrático (un día tiene las mismas 24 horas para todos) cada uno va a vivir una vida diferente en extensión. Lo que desconoces es de cuánto tiempo de vida dispones ¿25 años? ¿50? ¿100? No tienes idea y ni siquiera depende por completo de ti. Por tanto, como la vida se podría terminar dentro de 5 minutos, debiésemos contar con una hoja de ruta que detalle cómo hemos decidido gastar nuestro tiempo: qué queremos hacer y qué no merece la pena. Por ejemplo, tras el fenómeno de la gran renuncia se encuentra la decisión de darle otro destino al tiempo.

 

Ahora bien, como tu prioridad es sobrevivir, lo primero que tienes que hacer es convertir tu tiempo en algo que te permita mantenerte vivo. Lo más urgente es alimentarte (sigue siendo la prioridad de los animales). En nuestra sociedad hemos creado una capa intermedia, llamada dinero, que nos permite acceder a lo que requerimos. Necesitas dinero para comprar alimentos y para ello, tienes que convertir tu tiempo en dinero. Es decir, en lugar de que cada uno se produzca su alimento, optamos por dedicar nuestro tiempo a diferentes tipos de actividades, llamadas trabajo, que a cambio de ese tiempo te entregan dinero que te asegura la supervivencia. Dependemos de los demás para todo. Claro que, a medida que tus necesidades se van sofisticando (ropa de moda, el último Iphone, viajar al espacio…) vas a necesitar cada vez más dinero. En este punto es imprescindible recordar la frase de José Mújica:Cuando compras algo no lo pagas con dinero, sino que pagas con el tiempo que trabajaste para conseguir ese dinero, es decir, pagas con tu vida.”.

Eso te expone a 3 escenarios: 1. reducir tus necesidades, 2. dedicar más tiempo para ganar más dinero (y de esa manera acceder a más bienes) y 3. conseguir que tu tiempo sea más valorado (obtener más dinero por unidad de tiempo). La única manera de lograrlo es incrementando el valor de tu conocimiento. El elemento que convierte el tiempo en dinero es el conocimiento. Cuando un cliente o la organización para la que trabajas te paga, lo hace por el tiempo que has invertido en aplicar tu conocimiento para elaborar o entregar un producto o un servicio que les resulta valioso. En realidad, la relación que estableces con tu empleador o con tu cliente consiste en alquilarles tu conocimiento durante un plazo de tiempo a cambio de una contraprestación. Alquilarles solo tu tiempo no basta, es condición necesaria pero no suficiente, excepto en tareas de mínimo valor que son candidatas a la automatización. La promesa de la tecnología de liberarnos de trabajo y obsequiarnos con más tiempo (traspasando la obligación de producir a las máquinas) no se ha cumplido, más bien al contrario. Acelerar para ir más rápido no nos da más tiempo, sino que nos empuja a hacer más tareas y al final, tenemos menos tiempo. Es un hecho que cada vez dormimos menos horas.

En el fondo, lo que todos intercambiamos continuamente es nuestro tiempo para obtener lo que necesitamos y no tenemos. Ese tiempo se “materializa” en productos y servicios gracias al conocimiento. Solo puedes elaborar un producto o servicio si tienes conocimiento para ello. Y solo tienes conocimiento si previamente lo aprendiste.

 

Con el dinero que obtienes gracias a tu conocimiento lo que compras es tiempo. Una decisión fundamental es ¿cuándo merece la pena que yo invierta mi tiempo en obtener lo que necesito o cuando será mejor comprarle ese tiempo a otra persona? Un par de ejemplos simples: yo puedo cortar el césped de mi jardín y limpiar la piscina o cocinar diariamente, pero prefiero comprar ese tiempo a otros (que además lo hacen mejor que yo) y disponer del tiempo para gastarlo como me parezca adecuado. Cuando vas al cine o te vas de vacaciones, compras conocimiento en forma de experiencia. Siempre el dinero, de una u otra forma, está destinado a comprar o alquilar conocimiento (tangible o intangible). La ecuación perfecta es invertir poco tiempo en producir y tener mucho tiempo para disfrutar. La clave para que la ecuación sea sostenible es que el tiempo que gastas en generar el dinero sea siempre menor que el dinero que gastas en comprar tiempo.

 

Hay que tener en cuenta otro factor esencial: no todo el tiempo productivo vale lo mismo y, por tanto, cada conocimiento tiene un valor diferente. Puedo invertir 10 horas o 1.000 horas para conseguir la misma cantidad de dinero. Cuando solo se necesitan 10 horas, significa que el conocimiento del que dispone y aplica una persona durante ese lapso de tiempo para obtener ese resultado es mucho mas valioso que el conocimiento que tiene la persona que necesita 1.000 horas para cumplir el mismo propósito. Esa diferencia crea desigualdades porque significa que, al ser tu conocimiento de menor valor, tienes que dedicar más tiempo a trabajar y dispondrás de menos tiempo para dedicarlo a las cosas que verdaderamente te interesan. Y recordemos que nuestro objetivo principal es contar con más tiempo para hacer lo que nos gusta… Excepto en casos de herencia (tengo dudas en los casos del juego y del delito), quien tiene más dinero suele tener conocimiento de mayor valor.

 

Todo esto nos aboca directamente a las 2 decisiones fundamentales de nuestras vidas:

1. Decidir qué es importante en mi vida. Es decir, elegir conscientemente las cosas que consideramos valiosas y a las que queremos dedicar nuestro tiempo. Si definiésemos ser feliz como “tener mucho de lo que quiero”, entonces nuestras prioridades pueden ser socializar y estar con amigos, hacer deporte, gozar de buena salud, viajar, descansar, tener mucho tiempo libre para el ocio, la cultura, la gastronomía, poder dedicarte a la familia, a iniciativas de carácter social…

2. Decidir qué conocimiento valioso necesito (y cómo lo voy a obtener) para ser yo quien dirija mi vida. Si el dinero compra tiempo y el conocimiento es el principal creador de dinero, entonces la prioridad es evidente: cuanto más incrementes tu conocimiento, más posibilidades tienes de decidir cómo usar tu tiempo. La variable crítica para adquirir conocimiento es la predisposición para aprender. Por eso la educación es la ventaja competitiva que marca la diferencia entre personas y desde luego entre países. Un país es rico cuando sus ciudadanos tienen bienestar, uno de cuyos componentes es tiempo de calidad. Tener conocimiento de valor es la llave que te entrega libertad de decidir: puedes dedicar el menor tiempo posible a asegurarte la supervivencia y la mayor parte a disfrutarla. Obviamente, el mundo ideal, como afortunadamente me sucede a mí, es aquel donde el tiempo dedicado a generar dinero mediante mi conocimiento (trabajar) sea placentero. De hecho, no me cambiaría de trabajo por nada del mundo porque considero que lo que hago no es trabajar.

 

Existe un factor fundamental que causa gran impacto en nuestra ecuación y que tiene que ver con las cosas que necesitas. Si tus necesidades son numerosas y muy sofisticadas, el valor de tu conocimiento tendrá que ser muy elevado y seguramente, la cantidad de tiempo que tengas que dedicar primero a generarlo (aprender) y luego a aplicarlo (trabajar) será también muy alto, lo que te deja poco margen para disfrutar. La frase que siempre escuchaba en mi casa “No es más rico quien más tiene sino quien menos necesita nos brinda la opción de revisar nuestras necesidades asumiendo que hay unos mínimos innegociables. Las cosas te roban tiempo y a cambio, no te proporcionan conocimiento. Lo único que compra conocimiento es el dinero, pero no son sinónimos. Si tengo un infarto, aunque tenga el bolsillo repleto de dinero, lo que necesito es conocimiento (en forma de asistencia médica) de lo contrario, por muy millonario que sea, me muero. Cuando te roban el dinero, lo pierdes, pero cuando te roban el conocimiento (si eso fuera posible), lo sigues manteniendo. Actualmente, en la economía hay abundancia de recursos/capital, pero paradójicamente, hay escasez de talento (conocimiento). Ojo porque contar con conocimiento no garantiza saber “rentabilizarlo” …

 

Cuando vas cada vez más rápido y haces cada vez más cosas tienes cada vez menos tiempo. Cuando dedicas tiempo a otros, les regalas tu mayor tesoro. Cuando prestas dinero, lo que entregas es tu tiempo. La principal excusa para no hacer lo que no nos gusta es que no tenemos tiempo. Decir “no tengo tiempo” es en realidad decir “no tengo claras mis prioridades”. Todos tenemos tiempo para lo que tenemos ganas, el resto son excusas. Diariamente surgen múltiples actividades que reclaman nuestra atención y por tanto nuestro tiempo. Si vamos a ser exquisitos con el uso de ese tiempo, tenemos que aprender a decir que no. Eso me obliga a analizar siempre si lo que voy a hacer es realmente el mejor uso que le quiero dar a mi tiempo y si no es así, declinar la invitación. Perder el tiempo no es no hacer nada sino dedicarlo a lo que no merece la pena. Ser egoísta con tu tiempo no puede ser una conducta reprochable.

 

Conclusiones:

Al inicio de las conferencias suelo agradecer al público por el principal regalo que me hacen que es su tiempo (1 hora de su vida). Me siento obligado a no defraudarlos para que les merezca la pena gastar ese tiempo conmigo y no en otra actividad. Estoy convencido de que el tiempo es oro, es nuestro bien más preciado. El dinero es el resultado de aplicar tu conocimiento durante un periodo de tiempo. Y eso hace que el conocimiento, como instrumento que permite comprar tiempo (a través del dinero) se convierta en el elemento decisivo de nuestra vida. No puedo detener el tiempo, este avanza sin pedirme permiso. Pero si puedo actuar sobre mi conocimiento. A mayor conocimiento, mayor libertad para disponer de mi tiempo. Cuanto más valor tiene mi conocimiento, más posibilidades tengo de comprar mi tiempo, es decir, trabajar menos.

 

La moneda natural que nos entregan a todos los seres humanos al nacer es el tiempo. Eso es lo que gastamos. Cómo solo tenemos una vida (no creo en la reencarnación), debiésemos tener muy claro qué haremos con ella: qué queremos SER y, por ende, qué vamos a HACER con nuestro tiempo. La gran decisión de nuestra vida es cómo sacarle el mejor provecho al tiempo en función de nuestras prioridades. Y para ello necesitamos contar con conocimiento del máximo valor porque eso permite tener suficientes recursos como para asegurarnos la supervivencia y a partir de ahí, darle el uso que queramos a nuestro tiempo. La falta de conocimiento impide hacer un uso inteligente de ese tiempo lo que te deja en inferioridad de condiciones ya que dependerás siempre de otros. Según la inversión que hayas hecho de tu conocimiento en el pasado, podrás o no comprar tiempo futuro. Si nos comparamos con nuestros antepasados más lejanos, tenemos más cosas, pero trabajamos mucho más y vivimos menos la vida.

 

El conocimiento es consecuencia del tiempo: no hay conocimiento sin tiempo de aprendizaje. Si el dinero es tiempo por conocimiento (D = T x K), el conocimiento es tiempo multiplicado por aprendizaje. No puedes no dedicar tiempo a aprender, te juegas la vida. El dinero es tiempo materializado, es la inversión que ya hiciste de tu vida pasada. Lo que tienes en el banco no es dinero, es tiempo que ya gastaste. Por tanto, solo puedes vivir hacia el futuro. La decisión entonces es: gracias a mi conocimiento ¿de cuánto tiempo dispongo y cómo lo voy a emplear?

 

El 2 de marzo impartiremos la tercera sesión del curso “Gestión del conocimiento crítico en las organizaciones” organizado por la Cámara de Gipuzkoa y la Diputación de Gipuzkoa.

El 8 de marzo, en Cadabra la magia de aprender, dentro de Abra Laboratorio de Aprendizaje, haremos una sesión sobre “¿La actitud se aprende?” y el 22 de marzo la presentación de las actividades de la temporada 2022.

El 22 de marzo impartimos la conferencia “Aprender del Futuro” para los resellers en Latinoamérica de una multinacional tecnológica.

El 29 de marzo en Sevilla realizaremos el taller de “La Isla de los Pájaros” para el proyecto de Gestión del Conocimiento del Instituto Andaluz de Administración Pública.

El 8 de abril en Barcelona cerramos el seminario “Liderazgo, innovación, personas y aprendizaje en las organizaciones de salud y sociales” organizado por Unió Consorci Formació, con la conferencia “Gestión del aprendizaje y conocimiento en los procesos de cambio y transformación”.

 

 

Knowledge Works
www.kworks.cl
javier@kworks.cl

www.javiermartinezaldanondo.com
Santiago (Chile) - San Sebastián (España)

Si no desea continuar recibiendo nuestro Newsletter,
envíe un correo a la siguiente dirección:
javier@knowledgeworks.cl