E D I C I Ó N - N ° 196 - AGOSTO - 2 0 2 2

 

 

 

 

Alexa y mi Padre
Javier Martínez Aldanondo
Socio Cultura de Aprendizaje en Knowledge Works
javier@kworks.cl y javier.martinez@knoco.com

www.javiermartinezaldanondo.com

Twitter: @javitomar – Instagram: @javiermartinezaldanondo

 

 

Sabemos de sobra que el conocimiento tiene el potencial de cambiar la experiencia de vida. En este video, una mujer con esclerosis múltiple recupera la plena movilidad gracias a un exoesqueleto. Toda la tecnología es conocimiento, siempre fruto del aprendizaje humano.

 

Mi padre acaba de cumplir 84 años en agosto y desde hace unos 4 ha perdido casi completamente la vista con lo que ello implica: al no poder conducir, cocinar, leer o ver la televisión, su autonomía ha quedado muy reducida y por tanto depende casi totalmente de mi madre. Siendo una persona culta, mi padre nunca ha sido un enamorado de la tecnología. Usó el computador en su vida laboral pero una vez jubilado, apenas se asomó a internet y tiene un rudimentario teléfono móvil solo para llamar que casi no utiliza. Eso sí, como le encanta la historia, diariamente escucha audiolibros en un iPad.

Dado que vivo a 12 mil kilómetros de distancia de San Sebastián, suelo visitar a mis padres cada 3 o 4 meses. Las últimas veces, 2 cosas me llamaron la atención: la primera es que mi padre conserva un estado de ánimo admirable para una persona que se encuentra en perfecto estado de lucidez, pero cuya actividad del día a día se ha visto tan drásticamente limitada. Por supuesto, el cuidado permanente y sacrificado de mi madre tiene una gran parte de “culpa”. La segunda es que mi padre, que pasa largas horas sentado en un sillón especial, se comunica de manera natural y hasta familiar con Alexa, el asistente de voz de Amazon ¿Será Alexa una buena o mala noticia? Resulta interesante reflexionar sobre lo que podemos esperar hoy del conocimiento y por ende, de la tecnología.

 

¿Cuál es el aporte de valor de Alexa para una persona como mi padre? Gracias al conocimiento que permitió desarrollar asistentes de voz, mi padre puede oír la música que quiere sin depender de la que ofrece la programación, puede acceder a noticias, saber qué temperatura hace, escuchar chistes y cuentos tradicionales o pedir a Alexa que le encienda la radio o la TV. Si hasta hace poco era imprescindible aprender a manejar la tecnología (operar un reproductor de VHS, un walkman o un IPOD), hoy basta con indicarle verbalmente a Alexa lo que uno quiere. Ojo porque nada de esto es gratuito. Amazon, en este caso, tuvo que aprender para desarrollar el conocimiento que le permitió crear Alexa y mi padre solo tiene que hablar con ella. Si tuviese que buscar por sí mismo toda esa información en un computador o smartphone, simplemente no podría.

El hecho de tener una “interlocutora virtual” le abre a mi padre un escenario totalmente distinto, inimaginable hasta hace poco tiempo. En el pasado, una persona mayor que perdía la visión quedaba totalmente excluida, era un estorbo al que solo le quedaba esperar la muerte. Sin embargo, Alexa representa para mi padre una ventana a un mundo tan infinito como su curiosidad. El objetivo de la tecnología siempre es ampliar el alcance de nuestros sentidos. Ocurrió primero a nivel físico. Inventamos el telescopio, microscopio, gafas o TV para ampliar los ojos, el teléfono, micrófono, altavoces, audífono o equipo de música para los oídos, maquinaria para potenciar nuestros músculos (coche y avión para desplazarnos, grúa y taladro para izar o perforar), etc. Hoy, la inteligencia artificial (IA) propone ampliar nuestras capacidades mentales de almacenamiento y procesamiento de información, lo que nos produce pánico por el miedo a ser sustituidos por robots. La influencia que tiene el conocimiento en la vida de las personas es determinante. Basta imaginar el impacto que pueden tener los asistentes virtuales frente a la epidemia de soledad que afecta a la mayoría de los países occidentales ante el envejecimiento de su población. Las posibilidades que se abren para apoyar en el área de la salud a enfermos que no se pueden valer por su cuenta, en educación ante la falta de profesores… Si tengo que elegir, hace ya años que me decanté por un rotundo si a la tecnología. Mi padre lleva alrededor del cuello un colgante con un botón de pánico para activarlo en caso de emergencia. El conocimiento nos permite soñar con que muchos ciegos puedan recuperar la vista, en este caso gracias a córneas hechas de proteínas de la piel de cerdo. O mitigar la pérdida de memoria. Eso sí, tecnología como herramienta para lograr un fin y no como objetivo en sí mismo. Tecnología al servicio de los desafíos acuciantes que nos abruman como medio ambiente, desigualdad y pobreza, etc. Ahora bien, la tecnología siempre es la quinta pregunta, antes hay que considerar qué problema quiero resolver, cuál es mi objetivo, cuál será la mejor manera de resolverlo, si alguien ya lo habrá abordado y solo entonces, cómo me ayuda la tecnología (y no de cualquier manera).

 

¿Qué es injusto esperar de Alexa? La inteligencia artificial todavía se encuentra en un estado muy limitado. De hecho, no pudo salvarnos de la pandemia. Alexa no puede hacer magia. Tiene mucho de artificial pero poco de inteligente. Es ante todo un potente algoritmo estadístico, pero tiene una capacidad de decidir y actuar reducidísima. Alexa por ahora “dice” cosas, te entrega información muy útil, ahorrándote el trabajo de buscarla, pero no puede “hacer” casi nada. Cuenta con algunas funciones todavía muy básicas que le permiten encenderse, apagarse, buscar lo que le pides y entregártelo. Pero no es Alexa quien te canta la canción o te cuenta el chiste. Lo que hace es suministrarte contenidos que ya existen previamente. Alexa no te hace preguntas, sino que ofrece respuestas. Es como tener siempre disponible a un sabio que lo sabe casi todo. Evidentemente, entraremos en un mundo diferente cuando las máquinas “hagan” cosas. Cuando mi padre le pueda pedir a Alexa “prepárame la comida o llévame al baño” o yo le pueda solicitar “ayúdame con la presentación para la próxima conferencia y después elabora el informe del proyecto que estoy terminando”. Pero mientras llega ese momento, la IA decide y actúa muy poco y en ámbitos muy acotados. La capacidad ejecutiva amplia de entender, discernir y actuar libremente sigue siendo un atributo humano. Por eso Alexa no tiene conocimiento, sino que entrega información valiosa.

 

Ahora bien, eso no le resta a Alexa un ápice de utilidad. La discusión acerca de si las máquinas pueden ser tan inteligentes como nosotros es absurda. Lo que necesitamos es que sean eficientes en el cumplimiento de su objetivo. El valor de un coche autónomo no consiste en que copie lo que hace un taxista igual que un avión no tiene por qué imitar la manera en que vuelan los pájaros. Cuando automatizamos conocimiento humano, no es importante demostrar que es capaz de hacer lo mismo que una persona y por tanto si su inteligencia es menor o superior a la nuestra. No quiero una máquina que lave platos como yo, sino que me importa el resultado: si el lavaplatos resuelve el problema, estamos listos. Fíjense en la paradoja: aquello que siempre hemos creído que era la apoteosis de la inteligencia (lo que “estudiamos”, todo lo finito, calculable y reducible a números como las matemáticas y que radica en el córtex) es lo más fácil de automatizar. Y, sin embargo, todo lo improvisado, lo motriz, lo que generalmente valoramos y pagamos menos es muy difícil que lo puedan hacer las máquinas.

Un elemento fundamental de los humanos, y que la pandemia nos ha recordado, es nuestra capacidad de conectarnos y establecer relaciones. Somos en relación a otros ¿Puede Alexa generar vínculos con mi padre? En este caso, no es imprescindible que la IA funcione como una persona, con emociones, conciencia y, por tanto, sea capaz de empatizar o entusiasmarse. No es prioritario que los robots tengan rasgos humanos, para eso ya tenemos personas. No deleguemos en Alexa lo que nos corresponde hacer a nosotros. Desde luego, tampoco queremos computadores estúpidos que remplacen a gente que piensa. Está claro que en muchos casos resultará muy valioso que Alexa sea capaz de desplegar ese repertorio emocional pero lo cierto que hoy por hoy, todavía estamos lejos de conseguirlo. Por eso, valoremos lo que puede hacer la IA hoy en lugar de criticar lo que le falta. Eso no implica ignorar los peligros: la privacidad o el riesgo de escapar del mundo real y perderse en la virtualidad (Metaverso). Cómo dijo el poeta francés Paul Eluardhay otros mundos, pero están en este”. Una experiencia presencial y física, bien diseñada, es incomparable, pero tiene límites. Y una experiencia virtual bien diseñada también es inimitable porque me permite viajar a la época del imperio romano o visitar marte. El conocimiento más importante es saber cuándo encender y apagar la tecnología.

Tenemos mucho que agradecerle a la inteligencia artificial ¿Alexa es inteligente? Da lo mismo porque basta con que ayude a mi padre (y por tanto a mi madre) a tener una vida más agradable. Dentro de 3 semanas comprobaré cómo sigue avanzando esa “amistad”.

 

La reflexión para la vida profesional es muy obvia ¿Qué parte de mi trabajo se puede automatizar? En mi caso, por ejemplo, muchas de las actividades relacionadas con los proyectos ¿Y qué parte no? La de proponer nuevas ideas en estos artículos o la de imaginar y diseñar las conferencias ¿Por qué no tenemos todos una Alexa en la empresa qué nos entregue el conocimiento que necesitamos cuando lo necesitamos? Porqué, como veremos en la próxima columna, la inteligencia artificial requiere en primer lugar de organizaciones inteligentes.

 

El 8 de septiembre impartiremos la conferencia virtual “Aprender del Futuro” para el 57 congreso que organiza AMEDIRH, la Asociación Mexicana de Directores de RRHH.

El 6 y el 20 de septiembre, en Cadabra la magia de aprender, dentro de Abra Laboratorio de Aprendizaje celebraremos 2 nuevas sesiones sobre “Cómo diagnosticar la cultura de aprendizaje de una organización”.

El 27 y 28 de septiembre en Sevilla impartiremos el curso “Estrategias y metodologías de gestión del conocimiento” para la Agencia de Vivienda y Rehabilitación de Andalucía.

 

Knowledge Works
www.kworks.cl
javier@kworks.cl

www.javiermartinezaldanondo.com
Santiago (Chile) - San Sebastián (España)

Si no desea continuar recibiendo nuestro Newsletter,
envíe un correo a la siguiente dirección:
javier@knowledgeworks.cl