“Añadir
tecnología a un modelo que no funciona no lo mejora, sino que lo empeora”
¿Qué se espera de la Inteligencia Artificial (IA) en tu
organización? Pocas personas tienen una respuesta clara a esta pregunta
¿Cuántas empresas han calculado cuál será el beneficio que obtendrán de
la IA? La minoría. El título de la columna de este mes se puede dividir
en 2 partes: 1. ¿Qué es Inteligencia Artificial? y 2. ¿Qué es una
Organización Inteligente? Pero antes, déjenme contarles una historia.
Recientemente escuché una entrevista a Eric Topol, prominente médico
especialista en tecnología. Explicaba que un sistema de IA te puede
salvar la vida porque es capaz de buscar entre aquellos individuos con
tus mismas características y que tengan un diagnóstico similar al tuyo
(por ejemplo, cáncer) para recomendarte lo que mejor les funcionó
previamente a esos “gemelos” tuyos y así evitar que el tratamiento
que te propongan falle en lo que ya se sabe que nunca dio buenos resultados
ni que tampoco haya que perder tiempo y recursos probando tratamientos al
azar. Para que la IA haga esa “magia”, primero necesita
conocimiento histórico acumulado. Durante siglos, ese conocimiento podía
encontrarse en diferentes "estados":
·
Si tenías suerte, podía existir en la cabeza
del médico que te trataba (también se encontraba en los cuerpos de cada
uno de los millones de enfermos que lo sufrían) lo que lo hacía casi
imposible de gestionar.
·
Podía existir por escrito en papel, pero
desperdigado por el mundo, así que resultaba muy complicado poder
aprovecharlo.
·
Podía encontrarse documentado y concentrado en
algún repositorio físico (por ejemplo, en una biblioteca) pero de nuevo
era muy difícil sacarle partido porque requería contar con miles de personas
leyendo documentos para encontrar conocimiento.
·
Cuando cuentas con el conocimiento
digitalizado, solo entonces se abre la posibilidad de explotarlo
ágilmente. Para ello, se necesita capacidad de procesamiento, es decir,
tecnología que revise millones de datos buscando patrones para después
recomendar. Con ese conocimiento, el médico te puede realizar un
diagnóstico óptimo y proponerte un mejor tratamiento. Para que eso sea
posible, antes han intervenido personas que deciden qué información debe
guardarse y cómo, sistematizan esa información, la organizan, la disponibilizan, deciden como buscarla, etc.
Conclusión: la IA gestiona conocimiento. Si no existe conocimiento
previo, no hay IA. Ya escribimos que la clave de la
gestión del conocimiento son 2 palabras mágicas: ANTICIPAR (cada vez
que voy a hacer algo, busco quien ha hecho antes lo que voy a hacer) para
REUTILIZAR ese conocimiento existente la próxima vez. Si trato de
anticipar, pero no existe pasado (lo que ocurrió por ejemplo con la
pandemia) no puedo proveer conocimiento. Exactamente la misma situación que
tanto me sorprendió cuando ingresamos a mi padre en
un hospital hace 4 años ¿Cómo era posible
que no funcionase el ciclo tan natural de ANTICIPAR y REUTILIZAR? La
respuesta es simple: si la organización no es inteligente, no puede
aprovechar las posibilidades de la IA.
1. ¿Qué es la IA? es la capacidad que permite a un dispositivo
no humano (máquina, software) tomar decisiones y hacer cosas que hasta
ahora solo podíamos hacer las personas porque requerían conocimientos que
solo tenemos nosotros.
¿Para qué nos sirve la IA en la empresa? El objetivo es tomar
mejores decisiones y por tanto obtener resultados superiores que si la
tarea la ejecutásemos nosotros con nuestro propio conocimiento. Tiene
sentido apoyarse en la IA para hacer aquello que no queremos hacer,
aquello que no podemos hacer (la IA tiene mayor capacidad que nosotros) o
para hacer mejor algo que ya hacemos y que la IA nos complementa con sus
capacidades únicas. Si queremos delegar en la IA tareas que no queremos
realizar (por peligrosas, complicadas, rutinarias, sucias, aburridas…),
entonces necesitamos entrenarla, es decir “inyectarle” el
conocimiento que se requiere para que las pueda hacer. Si queremos que
nos ayude a tomar mejores decisiones en tareas que debemos seguir
haciendo, necesitamos explotar aquellas características con las que no
podemos competir con ella como almacenar y procesar información, extraer
patrones, establecer relaciones... Como el mundo está en permanente
transformación, estamos obligados a alimentar a la IA con el conocimiento
que requiere permanentemente.
Es importante desmitificar el poder de
la IA. Hay mucho que agradecerle a la
IA pero es mucho más lo que todavía le falta por aprender. Que una
máquina realice una tarea no significa que sea inteligente. Para eso, se
necesita automatizar conocimiento, es decir, entender qué conocimiento se
requiere para tomar una decisión o ejecutar una acción y trasladarlo a la
máquina para que sea capaz de ejecutarlo.
La IA, igual que la innovación, el marketing o las finanzas no son
un fin para la organización, sino que son un medio. Se trata de una
herramienta al servicio de un objetivo. Por esa razón, una empresa que no
comienza a trabajar desde sus objetivos y que desconoce los conocimientos
que son imprescindibles para alcanzarlos, no puede aprovechar la IA. Meses atrás, apareció un
artículo de periódico con el título “La neurociencia desembarca en el
fútbol: el cerebro también se entrena”. Sabemos que la IA (en
concreto el Big Data) se basa en capturar innumerables datos. Pero ningún
dato te va a dar respuestas inteligentes si no sabes hacer las preguntas
adecuadas. Concluir que un jugador ha dado el “90% de los pases bien” aporta
muy poco valor ¿Cuántos pases son hacia adelante? ¿en qué parte del
campo se dieron? ¿liberan espacio? ¿dejan en mejor posición al
compañero?… Necesitas conocer el proceso para hacer las preguntas
correctas y a medir las variables que importantes. Es decir, no es un
asunto de IA sino de conocimiento
2. ¿Qué es una Organización Inteligente? Hace ya 12 años definimos
inteligencia como la capacidad de tomar buenas decisiones y aprender rápido.
Para esta columna y a propósito, me refiero a inteligencia sin apellidos
(emocional, espiritual, racional, colectiva, competitiva…). Una organización inteligente utiliza su
conocimiento de manera consciente y planificada para
cumplir sus objetivos y al mismo tiempo, aprende todo lo que no sabe y
necesita. Por ejemplo, durante la pandemia, usamos el conocimiento que
teníamos de manera bastante acertada, pero fuimos lentos y torpes para
aprender. Usar el conocimiento requiere contar con un mapa muy detallado
de lo que haces hoy: tus objetivos, tus procesos, tus productos y
servicios, tus clientes y lo fundamental: tu conocimiento crítico (por qué te paga un
cliente cuando te compra). Aprender exige disponer de un sistema que
actualiza los conocimientos continuamente. Una organización inteligente:
a. Sabe qué hace: todos los integrantes tienen claro su
modelo negocio y los procesos.
b. Sabe cómo hacerlo: todos los integrantes cuentan con el
conocimiento necesario y son conscientes de ello, lo que permite
gestionarlo de forma proactiva. Para que la IA haga lo que hacemos
nosotros, primero necesitamos saber qué conocimiento hace falta, quién lo
tiene, en qué estado de riesgo se encuentra, de qué tipo de conocimiento
se trata y cómo se lo vamos a trasladar de las personas a la IA.
c. Sabe cómo aprender de lo que hace. Posee mecanismos para
asegurar que se crea el conocimiento que no se tiene y se incorpora como
parte de los procesos. Eso implica reconocer e incentivar a que todo el
mundo, todo el tiempo, aprenda y enseñe. Una organización es inteligente
cuando tiene claro lo que debe aprender, es consciente de que siempre se
puede mejorar y sabe en qué debe hacerlo.
¿Qué tenemos actualmente? Organizaciones que no saben bien lo que
saben y no lo pueden gestionar de manera rigurosa. Los individuos siguen
siendo más inteligentes que las
empresas para las que trabajan. La buena noticia
es que tienen lo más difícil (el conocimiento) y por eso existen ya que
no es posible no gestionar conocimiento. La mala noticia es que se han
olvidado de hacerlo consciente y gestionarlo como un activo y por eso
resultan ineficientes. Tampoco se han preocupado de desarrollar la
capacidad de aprender entendida como habilidad de interrogar al futuro,
modificando y actualizando el conocimiento presente. La inteligencia
requiere aprendizaje y los mecanismos de aprendizaje
de las empresas suelen ser muy precarios. Aprender no puede depender
únicamente del área de RRHH. El organigrama de una empresa representa
cómo se gestiona el poder en una organización mientras que el futuro
demanda un organigrama que represente la distribución de conocimiento.
La inteligencia en el ser humano está gobernada desde el cerebro.
Si a un ser humano le quitas el cerebro, no puede sobrevivir ¿Puede una
organización existir sin inteligencia? ¿Puede una organización aprender
sin cerebro? La mayoría de la inteligencia de la empresa se marcha cada
noche a su casa y regresa al día siguiente. Como las empresas carecen del
órgano, tienen que crear la función de la inteligencia. Un avión necesita
impulsarse para volar y dado que no puede usar las alas igual que un
pájaro, desarrolla el motor para que cumpla esa función crucial.
Conclusiones
¿Por qué es importante ser una organización inteligente? Porque es
la única manera de sobrevivir. Peter Drucker sostenía “El
conocimiento tiene que ser mejorado, desafiado e incrementado
constantemente, o se desvanece”. Las empresas actuales funcionan como
máquinas (procesos, tecnologías, roles, resultados, etc) pero con poca
inteligencia. Son como un cuerpo con músculos, pero sin cerebro y
carentes de algunos hábitos esenciales para el
futuro ¿Necesitamos IA para que mi organización sea más inteligente? Más
bien al revés, la IA requiere organizaciones inteligentes y no puedes tener una empresa inteligente si los
individuos no tienen un cierto nivel de inteligencia ¿De qué tipo?
Inteligencia colectiva más que individual. Si nos ha ido bien hasta
hoy es porque tenemos mucho conocimiento y por tanto el siguiente paso es
compartirlo. Una organización inteligente sobre todo gestiona su
conocimiento. Si la inteligencia consiste en la capacidad de tomar buenas
decisiones, la IA es una apuesta por máquinas tomando mejores decisiones
que nosotros o nosotros tomando mejores decisiones apoyados por conocimiento
que nos proveen las máquinas. IA implica más inteligencia humana y no
menos. Incorporar más inteligencia a la vida solo puede ser positivo
(como en este caso de Mercedes en que la IA apoya a los
mecánicos).
Siempre podemos poner límites a la IA como hemos hecho con la
energía nuclear, la clonación, los procesos productivos que contaminan o
las condiciones de trabajo inhumanas. La diferencia es que la energía
nuclear no se puede salir de sí misma (carece de autonomía y consciencia
para funcionar por si sola). Una de nuestras obsesiones más recientes
consiste en dotar de inteligencia a los objetos. Para ello, buscamos
incorporar inteligencia a las cosas (un coche, un refrigerador o un
puente colgante) para que no dependan de nosotros, sino que puedan
decidir y actuar de manera autónoma, liberándonos de responsabilidades y
haciéndonos la vida más fácil. El problema que nos espera con la IA es el
de la voluntad. No puedes controlar algo verdaderamente inteligente
porque toma sus propias decisiones con independencia de otros. Por eso
históricamente nunca hemos educado para la libertad y sino para la
obediencia. Mientras no tengamos organizaciones más inteligentes, no
podemos soñar con aprovechar la IA.
El 2 de noviembre en Cuernavaca (México) impartiremos la
conferencia “Hacia una organización más inteligente” para PEPSICO.
El 3 y 8 de noviembre impartiremos la sesión “Gestión del
Conocimiento e Innovación: Aprender del Futuro” dentro del Curso de Experto en
Docencia Universitaria de la Universidad de Murcia.
El 4 de noviembre impartiremos la conferencia “Cultura de
Aprendizaje” para el requipo de Gestión Humana de COPEC a través de ABRA Laboratorio de
Aprendizaje.
El 8 y el 22 de noviembre, en Cadabra la magia de aprender, dentro de Abra Laboratorio de Aprendizaje
celebraremos 2 nuevas sesiones sobre “Cómo aprende la industria
aeronáutica con Richard Beraudo General
Manager del Training Centre de AIRBUS en Chile y Cómo aprenden las
organizaciones del ámbito nuclear con Francisco Ruiz de TECNATOM.
El 9 y 15 de noviembre impartiremos el curso “Gestión del
Conocimiento” para el equipo directivo de ADUANAS de Chile.
Entre el 16 y el 18 de noviembre en Roma participaremos en el
seminario del Expert Group
on Knowledge Management for
Radioactive Waste Management Programmes and Decommissioning
(EGKM) organizado por la OCDE.
El 19 de
noviembre impartiremos el taller “La Isla de los Pájaros” en el
marco del MBA de la Universidad del
País Vasco.
El 21 de
noviembre impartiremos la conferencia “Los componentes del aprendizaje”
para la Liga de Formadores de Antucoya
de la mano de Alianza Creativa.
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