E D I C I Ó N - N ° 199 - NOVIEMBRE - 2 0 2 2

 

 

 

 

Un mundo de hechiceros
Javier Martínez Aldanondo
Socio Cultura de Aprendizaje en Knowledge Works
javier@kworks.cl y javier.martinez@knoco.com

www.javiermartinezaldanondo.com

Twitter: @javitomar – Instagram: @javiermartinezaldanondo

 

 

“Aquel que cuenta historias, dominará el mundo” (Proverbio Indios Hopi)

 

Hace unas semanas, una persona a la que acababa de conocer me preguntó “¿Cuál crees que es el negocio de esta década? Porque hemos pasado por la década del petróleo, la de las finanzas, la de los computadores…” Sin apenas pensar, le respondí “Creo que estamos en la década de los hechiceros, lo que triunfa hoy son las palabras”.

Piensa en lo que hacen los cargos directivos de cualquier organización, pública o privada, de cualquier sector de la economía. Las personas que ganan los sueldos más altos se pasan casi todo el día hablando. Un negocio no es otra cosa que una conversación entre al menos 2 partes. Los y las directivos/as no manipulan directamente ninguno de los productos o servicios que entrega su empresa. Si sus hijos les piden que les muestren el resultado de su trabajo, no tienen nada muy concreto que presentar más allá de un puñado de documentos (un plan, un informe, un balance de resultados…). Al preguntar a ese directivo por qué le paga su empresa, la mayoría responden: por Liderar. Su otra actividad principal es pensar y decidir. Somos seres pensantes (y sintientes). Pero no puedes pensar sin lenguaje. Tampoco decidir y comunicar tus decisiones. Por contradictorio que parezca, el 97% de los directivos afirman que el pensamiento estratégico, es decir, el largo plazo, es lo más importante de su rol. Pero el 96% dicen que no tienen tiempo para el pensamiento estratégico... Henry Ford tenía razón cuando dijo ”Pensar es el trabajo más duro que hay, por eso tan poca gente se dedica a ello”. Si no piensas, entonces no existes. Pensar no deja de ser hablar contigo mismo, algo que hacemos durante toda la vida. Escribes y hablas como piensas…

Por tanto, la principal actividad de los directivos (y de la mayoría de los profesionales) es hablar. Es verdad que también leen, escriben y escuchan (poco). Cuando escribí la columna 50, “Yo no trabajo, consideré esas tareas como parte del hablar. Curiosamente, los operarios que “ejecutan” y manejan las máquinas con que se fabrican los productos tangibles de cualquier empresa tienen salarios infinitamente menores. Solo en el caso de los deportistas de alto rendimiento de algunas disciplinas, el empleado de base cobra más que el directivo.

 

Si trabajas con un computador, lo que haces es introducirle palabras, ya sea escribiendo un mail o un informe y cada vez más dictándole el texto. Por supuesto, también lees (o escuchas) palabras de otros. Cuando usas tu smartphone, haces lo mismo, hablas, escribes en whatsapp, lees en twitter o linkedin... En un mundo tecnológico, los programadores dan ordenes (palabras) a las máquinas para que ejecuten tareas. Yo diseño presentaciones que después verbalizo en conferencias, escribo columnas, dirijo proyectos donde converso con clientes y con los equipos que los implementan, etc. Puras palabras…

 

Hablar es un intangible y cada vez somos más conscientes de que vivimos en una economía de intangibles. El liderazgo, ese rasgo tan valorado, es intangible. Lo que hace la diferencia muchas veces no se ve. Como decía el Principito “lo más importante es invisible a los ojos”. Los intangibles históricamente han tenido mala suerte: Cómo no se pueden ver ni tocar, han sido sistemáticamente menospreciados. Nuestras organizaciones no están diseñadas para gestionar intangibles. Hablar sobre intangibles es crítico porque es la única manera de hacer que existan, de lo contrario siguen siendo ignorados. Son tan decisivos que tu existes gracias a un intangible que es el amor entre tu padre y tu madre.

Si entre los intangibles, el conocimiento es el más importante, entre los conocimientos, la capacidad de comunicar es una de las fundamentales. Hablamos unas 16 mil palabras al día. Todos sabemos hablar desde aproximadamente los 2 años. Pero hablar bien es otra cosa muy distinta. Todo lo que tenemos es lenguaje. Si, también tenemos emociones, pero sin lenguaje no podemos pensarlas, ni comunicarlas, ni gestionarlas … El lenguaje (no verbal) también está en el cuerpo. Saber hablar bien es saber seducir, saber influir, saber alinear, saber reconocer, saber preguntar, saber apaciguar, saber consensuar y desde luego, saber escuchar. Y para hablar bien, hace falta mucho conocimiento.

El impacto de una simple frase (“se ha muerto tu hijo” o “te ha tocado la lotería”) te puede cambiar la vida. En su libro “Corazón tan blanco”, Javier Marías expone lo que ocurre cuando escuchas aquello que hubieses preferido no escuchar. Además del ejemplo, la otra gran herramienta educativa que tienen los padres son las palabras que van plantando en la mente de sus hijos desde que nacen. Justo antes de la pandemia, escribí que el País Vasco tiene un PIB per cápita por encima de Gran Bretaña o Francia y muy similar a Alemania. Dicho logro se explica sobre todo por su consideración del trabajo como algo casi “sagrado”. Sin embargo, cuenta con un enorme margen de mejora en sus capacidades de comercialización. Los vascos son buenos para trabajar, pero no tan buenos para dar a conocer y difundir lo que hacen. Para progresar, necesitan aprender a desarrollar habilidades relacionales que les permitan potenciar las fortalezas que ya atesoran. Por ejemplo, la colaboración se sostiene sobre tu habilidad para conectar con otros, para empatizar, ser confiable… puros intangibles relacionados con el habla. La conversación es nuestra principal tecnología. Si el conocimiento lo tienen las personas, dialogar e interactuar es un poderoso mecanismo de transferencia. Una conversación se puede plantear como un mero intercambio de información, para argumentar o convencer a la otra parte de lo correcto de mi posición o para lograr la colaboración, construir nuevo futuro y consensuar acciones buscando el bien común. Es cierto que el lenguaje se puede utilizar para manipular o mentir (la epidemia de fake news lo demuestra). Los políticos, las personas a quienes entregamos la responsabilidad de dirigir los países, trabajan con las palabras.

Las historias y la tradición oral fueron las únicas herramientas que tuvieron nuestros antepasados lejanos para compartir aprendizajes y mantener viva la memoria cuando no existía la escritura. De hecho, fue el lenguaje lo que nos permitió comenzar a colaborar en grandes números. La Biblia muestra el enorme poder de unas palabras que han condicionado la vida de millones de personas durante 2.000 años. Así como en su “Ensayo sobre la ceguera”, Saramago muestra un mundo que pierde la visión ¿os imagináis qué ocurriría si de repente nos quedásemos sin poder comunicarnos?

 

Conclusiones

No hay pensamiento sin tiempo para pensar (Pierre Bourdieu)

Las cosas están hechas de conocimiento. Cuando lees esta columna, estás manteniendo un dialogo conmigo. Posiblemente la estes leyendo en la pantalla de tu computador o tu teléfono móvil. Si te paras a pensarlo, los elementos de los que están hechas ambas pantallas, ya sea vidrio, plástico, indio, fósforo, magnesio, etc. en su momento formaban parte de la naturaleza. El factor que transformó dichas materias primas en pantallas fue el conocimiento. Aunque el producto sea tangible, lo que transformó los elementos hasta crear el producto fue un intangible. El planeta pone a disposición de todos los seres vivos una larga lista de materias primas. Nosotros somos los únicos capaces de transformar todos esos elementos en un cohete, un estadio de futbol, una vacuna o un alimento gracias a nuestro conocimiento. Nuestra habilidad para pensar y comunicar nos ha permitido encontrar esas materias, procesarlas, fabricar y vender todo tipo de productos y servicios ¿Qué rol juegan aquí los hechiceros? Todo ese ciclo hubiese sido imposible sin la capacidad de nombrar dichos elementos con palabras, de experimentar con ellos, difundir los resultados de los experimentos, lograr los permisos para extraerlos, coordinar los trabajos para procesarlos, desarrollar mecanismos para venderlos, etc. Sin las palabras nada de ello habría ocurrido. La sofisticación de nuestro lenguaje marca una diferencia insalvable con el resto de los animales.

En la economía actual, todos trabajamos con nuestro cerebro. Es nuestra herramienta fundamental y lo que produce el cerebro es conocimiento. Toma como inputs las ideas, la información, las experiencias, las emociones, etc. y mediante un proceso de aprendizaje crea conocimiento. Para que de una empresa salgan productos o servicios (es decir dinero) el input que entra es conocimiento procedente de sus colaboradores ¿Con que le “pagas” a tu empresa? ¿Qué le entregas a cambio del sueldo que te paga? Conocimiento. Si todos trabajamos con nuestro cerebro, entonces todos estamos en un negocio de conocimiento. Cuando hablas, es tu conocimiento quien se manifiesta. El país que obtendrá la supremacía militar en el futuro no será el que cuente con mayor número de tropas ni siquiera de armas sino del conocimiento para desarrollar y fabricar los microchips más potentes.

Se atribuye al presidente de Harvard, Derek Bok, la frase “Si crees que la educación es cara, prueba con la ignorancia”. Todos invertimos no pocos recursos en la educación de nuestros hijos y como recordamos bien, en las aulas sobre todo se habla, se lee, se escribe… Pero ojo porque los intangibles no son un fin sino un medio, un instrumento para alcanzar los objetivos. Nos tienen que habilitar para actuar. El conocimiento es acción y no solo verbo y reflexión. Es imprescindible transformar las ideas y palabras en realidades que más tarde podemos explicar. Los intangibles son siempre el punto de partida: primero suele surgir la idea y luego el producto resultante.

Para aprender del futuro, una empresa necesita ser buena pensando y eso implica considerar pensar como una actividad productiva. Hace 1 año, el campeón del mundo de ajedrez Magnus Carlsen se quejaba que la vida que llevamos no nos incita a pensar. Estoy pensando reservarme los viernes como el día de leer, escuchar, escribir y ver y, a fin de cuentas, de hablar.

 

El 1 de diciembre en Santiago de Chile realizaremos el taller ”Trayectorias formativas flexibles y personalización del aprendizaje” para el área de Innovación Curricular de DUOC UC.

El 8 de diciembre impartiremos la conferencia “Cultura de Aprendizaje” para Pepsico.

El 9 de diciembre impartiremos una sesión sobre “Tendencias en gestión del conocimiento” en el marco del Diplomado en Gestión del Conocimiento de la USACH.

El 13 y el 27 de diciembre, en Cadabra la magia de aprender, dentro de Abra Laboratorio de Aprendizaje celebraremos 2 nuevas sesiones sobre “Mejorar nuestra capacidad de aprender” con José Caraball y “Cómo aprenden las constructoras” con Alejandro Marinovic, Presidente de Siena.

El 18 y 19 de enero estaremos en Murcia participando en la Jornada sobre “Relevo generacional: retos y oportunidades” que organiza la Dirección General de Función Pública de la Región de Murcia.

El 16 de febrero en San Sebastián impartiremos la conferencia inaugural del Rethink Industry 2023Hacia un mundo de organizaciones inteligentes” organizado por la Diputación Foral de Gipuzkoa.

 

 

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