Evita tu Atlántida y la pérdida de conocimiento

Por José Luis Álvarez y Jorge Martínez

Uno de los mitos históricos más fascinantes es la existencia de la Atlántida. Según la mitología, más de diez mil años antes de nuestra época, existió un pueblo que vivió en una isla donde se alcanzó un alto nivel de desarrollo, en el arte de la guerra, en lo intelectual, cultural, espiritual y técnico. Nos apasiona la idea de pensar que realmente existió la Atlántida donde la gente vivió en paz y felicidad debido al nivel de desarrollo alcanzado.

Según la mitología, esta isla fue azotada por una catástrofe natural y se sumergió en el océano, donde se perdió todo el conocimiento adquirido. Curiosamente, no han sido pocas las expediciones científicas y militares que han tratado de encontrar esta isla mitológica, todas sin un resultado exitoso. Las motivaciones para encontrar la Atlántida son diversas, pero lo más apasionante es pensar en la posibilidad de rescatar todo el conocimiento perdido, y más aún entender cómo se llegó a ese nivel de desarrollo en esa época.

La existencia de la Atlántida es parte de una historia mitológica, pero nuestro miedo a perder el conocimiento y desarrollo de una sociedad es real. ¿Por qué nos preocupa ? Porque los humanos somos los únicos animales que entendemos el concepto de desarrollo. Hemos sido formados para entender que la sociedad en que vivimos hoy no será necesariamente igual en el futuro. La historia también nos ha enseñado que el camino hacia el desarrollo no es evidente. Cuando miramos hacia atrás en la historia vemos mucho conocimiento y desarrollo social que se ha perdido. Ejemplos claros son la cultura Maya, Inca, entre otras. En resumen, el conocimiento se puede crear, pero también es posible perderlo, ya sea en la sociedad, en las organizaciones o en las empresas.

Existen numerosos ejemplos de grandes organizaciones que, durante las épocas de vacas flacas, deciden ofrecer planes de retiro anticipado (por ejemplo Boeing) o simplemente despiden a cientos de empleados, para ajustarse a su realidad económica. Muchos de esos empleados suelen ser de edad avanzada, con muchos años de experiencia. Generalmente, las organizaciones controlan el gasto que suponen dichos empleados y su nivel de productividad, pero no así el conocimiento que ellos poseen. Y es así que una vez recortado el personal y reducido el gasto, se dan cuenta que muchas de las personas que han despedido tienen un conocimiento valioso, el cual no se encuentra transferido en ninguna parte. Ha sido habitual ver casos en que las empresas han debido parar la producción, recontratar a muchos de los despedidos, o solicitar sus servicios de asesoría.

Existen herramientas, técnicas, metodologías, dirigidas a asegurar que el conocimiento organizacional se mantenga y transfiera a la organización, ya sea en forma física o intangible. Pero para ello es fundamental que la organización defina el conocimiento como un activo más a gestionar, cuyo resultado impacta directamente en los resultados a través de procesos más eficientes. De esta manera, en el momento de ocurrir eventos que impacten negativamente a la organización (tal y como se cuenta le ocurrió a Atlántida con la catástrofe natural), no perderíamos uno de los principales activos de generación de ingresos.

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