“Algunas
cosas tienen que ser creídas para ser vistas” (Ralph Hodgson).
Imagina que un día te despiertas y has perdido
todo tu conocimiento. De repente, olvidaste cómo andar o hablar y por
supuesto, te quedaste sin todo tu conocimiento profesional, el que te
servía para desempeñar tu trabajo y te daba de comer. Si semejante
pesadilla se volviese realidad, te convertirías en un ser totalmente
inútil porque no podrías hacer nada. Retrocederías al momento en que
naciste, en el que no sabías absolutamente nada y tendrías que aprenderlo
todo de nuevo. En realidad, el conocimiento es el resultado del tiempo
que has invertido en aprender. Si te quitan tu dinero o tus bienes, pero mantienes
el conocimiento, tardarás más o menos tiempo, pero te recuperas. Pero sin
conocimiento, todas tus riquezas materiales te sirven de muy poco.
¿Y cuantas veces te despiertas por la mañana
pensando “hoy no se me puede olvidar el oxígeno porque es clave para
respirar”? ¿Cómo es posible si sabes que no puedes vivir sin oxígeno?
Lo das por hecho porque forma parte de tu realidad sin que tengas que
hacer nada. Tan solo lo echas de menos cuando no lo tienes, por ejemplo,
si te sumerges en la piscina o en el mar ¿Y cuándo fue la última vez que
pensaste en la sangre, que es otro elemento sin el que tampoco puedes sobrevivir?
Seguramente cuando te hiciste una herida. Ocurre que, igual que necesitas
oxígeno para respirar todo el rato, necesitas conocimiento para vivir
todo el rato. Sin embargo, las personas y las organizaciones somos miopes
y solo nos preocupamos de lo evidente, lo visible, lo que tenemos delante
de las narices, lo que podemos ver y tocar. Y ocurre que lo que no se ve, no se valora, no se cuida y menos se gestiona. La
buena noticia es que tenemos mucho conocimiento. La mala es que como es
invisible, lo ignoramos por completo. La prioridad es siempre lo
inmediato y lo tangible pero nuestra existencia depende de los intangibles ¿Qué tienen un
cocinero, un deportista de élite o un músico que tú no tienes, te produce
envidia y estás dispuesto a pagar por ello? Conocimiento para producir
una experiencia que te hace sentir una emoción.
Abundan las
voces críticas con nuestra forma de vida. Es cierto que el modelo ha
entrado en crisis y que existen no pocos aspectos que hay que modificar
radicalmente. Pero además de ver el vaso medio vacío, es injusto olvidar
la parte llena porque de ese ”conocimiento” dependemos para mejorar
las cosas ¿Cambiarías tu vida por la de un perro, un caballo o un conejo?
Ni de broma ¿Te irías a vivir al año 1.500? Si eres curioso, podrías
estar dispuesto a viajar de turismo durante un tiempo, pero ¿quedarte
permanentemente? lo dudo mucho. Reconociendo que muchas decisiones que
hemos tomado no han sido las mejores, el nivel de bienestar con que
contamos hoy es el más avanzado en la historia. Y eso, no se debe a la
casualidad, a la suerte o a la magia. Se debe a nuestra inteligencia y no
nos ha salido gratis. Por eso, nuestra esperanza es más y mejor
inteligencia para resolver los serios problemas que nos preocupan.
Hace 40 mil
años, nuestra biología como seres humanos era casi idéntica a la actual.
Nuestro cerebro (hardware) apenas ha cambiado desde entonces hasta hoy,
es prácticamente el mismo. Sin embargo, de lo que éramos capaces de hacer
entonces (unas pocas herramientas rústicas y algunas armas toscas para
cazar y defendernos) a lo que somos capaces hoy (lanzar cohetes a la luna,
satélites para desviar meteoritos o desarrollar vacunas a partir de
organismos microscópicos) existe una distancia sideral. La evolución en el ser humano consiste en dejar ir
conocimiento que poco a poco va quedando obsoleto a medida que el nuevo
conocimiento que se crea lo va sustituyendo. Y esa transición cada vez es
más acelerada. Lo que ha cambiado en ese tiempo ha sido el software, el
conocimiento. Todo lo que hemos aprendido en estos 40 mil años se
plasma en el conocimiento que tenemos hoy para todo lo que somos capaces
de hacer. La clave de aquí en adelante radica en ser inteligentes
porque la fuerza bruta ya no nos llevará más lejos. La dedicación y
el esfuerzo son elementos esenciales en los que no podremos competir con
las máquinas. Es el turno de
la inteligencia, como capacidad para tomar buenas decisiones basadas
en el conocimiento y en el
aprendizaje. Es decir, nos tendremos que transformar y adaptar El
cambio puede ser predisposición o reacción ¿Prefieres decidir cómo
cambiar o prefieres que otros lo decidan por ti cuando ya sea demasiado
tarde?
Últimamente,
en esta búsqueda del santo grial que permita diseñar un futuro más esperanzador
(asediados por la pandemia, la guerra en Ucrania, la inflación…) se han
puesto de moda no solo productos y los servicios inteligentes sino las ciudades
e incluso los territorios inteligentes. No es de extrañar, el apellido
Smart es aspiracional y deseable. Pero hay que tener cuidado con lo que
se promete. Para entender mejor qué
queremos decir con inteligencia, podemos hacer algunas preguntas cuyas
respuestas van perdiendo nitidez progresivamente:
1. ¿Cuál es
el conocimiento
critico de tu empresa, ciudad, provincia, región…? Es
decir, qué es lo que mejor sabemos hacer, por qué somos reconocidos, qué es
lo que nos compran y qué conocimiento es el más importante para
producirlo (o lo que es lo mismo, qué conocimiento sostiene nuestra economía
y en definitiva nuestro bienestar). Por ejemplo, estoy pasando unos días
en Euskadi (País Vasco) y podríamos confirmar que existe conocimiento en
el sector de la gastronomía, de la metalurgia o de la máquina herramienta.
Pero las respuestas se quedan todavía en un nivel muy general, muy poco
gestionable. Si queremos mayor nivel de detalle (ponerles apellidos a
esos conocimientos) tenemos que consultar a los expertos en esas áreas.
2. Si
preguntamos “quien
tiene esos conocimientos” es decir, qué empresas e idealmente, qué
personas con nombres y apellidos, probablemente saldrán rápido algunos
pocos nombres (los de los expertos más reconocidos). Pero elaborar una lista
más exhaustiva cuesta bastante trabajo, porque primero hay que
identificar a todos esos “dueños de conocimiento” y posteriormente
recoger información fundamental como su edad, formación, trayectoria,
experiencia, proyectos en que han participado, docencia, patentes, papers que han publicado…
3. Si lo que preguntamos
a continuación es “en qué estado de riesgo se encuentran esos conocimientos
críticos”, no obtendremos ninguna respuesta porque dicha pregunta no
ha sido formulada con anterioridad. Para determinar el estado de riesgo
de cada conocimiento, necesitamos evaluar aspectos como si está
documentado, difundido, caduca rápido, es fácil de encontrar en el
mercado, sabemos más o menos que nuestra competencia, es fácil de
automatizar, se tarda mucho o poco en aprender… Si no contamos con
respuestas para estas preguntas, significa que el
conocimiento no se gestiona. No hay nada más peligroso que no ser
conscientes de los riesgos que estamos corriendo respecto del conocimiento
que nos entrega ventajas competitivas y sostiene nuestro bienestar cómo
sociedad.
4. Las últimas
preguntas tienen que ver con el futuro ¿Qué conocimientos vamos a necesitar
para alcanzar nuestros objetivos? ¿Cuáles de esos conocimientos no los
tenemos actualmente y cómo los vamos a adquirir? ¿Los vamos a aprender, los
vamos a contratar, vamos a establecer alianzas con aquellos que los
tienen, los vamos a desarrollar si es que no existen en el mundo…? Es
habitual encontrarse con planes estratégicos que se parecen mucho a un edificio deslumbrante. No
es difícil explicitar en un plan los objetivos que tienes o los
resultados que esperas conseguir, es decir lo obvio, lo más llamativo y
vendedor. En el caso del edificio, somos buenos para diseñar, construir,
decorar y admirar la parte visible y tangible representada por una
fachada esplendorosa. Sin embargo, la parte menos visible del edificio
son los cimientos. Nadie los ve, pero son imprescindibles, de hecho, sin
ellos no hay edificio posible. De la misma forma, un plan estratégico es
papel mojado sin especificar los conocimientos necesarios para alcanzar los
objetivos y resultados. A pesar de ello, los conocimientos críticos pasan
desapercibidos. Igual que para construir un edificio, siempre tienes que
empezar por abajo, por los cimientos y después construyes hacia arriba,
en el caso de un plan ocurre algo similar: Si quieres lograr tus
objetivos tienes que ser quirúrgico a la hora de especificar los conocimientos
que se necesitan. Objetivos y resultados son siempre una consecuencia, no
es algo sobre lo que puedes actuar de forma directa. Los resultados se “cosechan”
pero lo que “siembras” son los conocimientos. Nunca lo que
cosechas puede ser más que lo que sembraste.
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--- ¿Sabes que significan estos símbolos? Podrían ser los números que
saldrán premiados en el loto de esta semana o las acciones que van a
subir en bolsa. Lo malo es que sin conocimiento (el Código Morse) no
sirven para nada ¿Cómo podemos diseñar y decidir con criterio el futuro
de una empresa, ciudad, provincia o región si no contamos con un catastro
detallado y actualizado de los conocimientos que tenemos y los que nos
faltan? Las organizaciones cuentan con un mapa detallado del dinero y de
los activos físicos que tienen ¿Para cuándo un mapa de conocimiento
crítico de mi empresa, ciudad, región o país? El mapa nos permitiría, entre
otras cosas, hacer frente a la pesadilla que mencionábamos al inicio. No
podemos darnos lujo de perder el conocimiento que atesoramos porque es
a partir de ese activo esencial que podemos construir el futuro. Si
quieres saber más sobre organizaciones
inteligentes y aprendizaje, aquí tienes
una entrevista de 18 minutos que me hicieron nuestros amigos de Smartspeakers.
El
4 y el 18 de octubre, en Cadabra la magia de aprender, dentro de Abra Laboratorio de Aprendizaje celebraremos 2 nuevas sesiones sobre “Qué
podemos aprender del éxito (y del fracaso) con Jose Angel Samaniego,
Head Basketball Coach en CD Colegio Los Leones
(tomando como ejemplo el reciente e inesperado triunfo de la selección
española de baloncesto en el eurobasket) y
Desaprender con Jose Luis Alonso Andreano de la U de Mondragon.
El
4 de octubre impartiremos la conferencia “Cultura de Aprendizaje”
para Gesta Minería.
El
24 de octubre impartiremos la conferencia “Aprender del Futuro”
para Easy.
El
25 de octubre impartiremos una conferencia en el lanzamiento de la
comunidad de práctica de Empresas PYMES impulsada por Mutual de Seguridad.
El
26 de octubre impartiremos la conferencia “La tormenta perfecta”
para Cirion Technologies.
El 27 de
octubre impartiremos la conferencia “Los componentes del aprendizaje”
para la Liga de Formadores de Antucoya de la mano de Alianza
Creativa.
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