| “El
      problema no es que la gente carezca de educación. El problema es que las personas
      están lo suficientemente educadas para creer lo que se les ha enseñado y
      no lo suficientemente educadas para cuestionar nada de lo que se les ha
      enseñado” (Richard
      Feynman, nobel de Física 1965).   En la quinta
      sesión de CADABRA,
      la Magia de Aprender (espacio que forma parte de Abra Laboratorio de Aprendizaje),
      propuse a los participantes una doble hipótesis: El aprendizaje es la
      habilidad más importante, pero al mismo tiempo, no existe consenso sobre
      qué significa aprender. Si preguntas a 20 personas, cada una tiene
      una definición diferente de lo que entienden por aprender. Por ello, nos dividimos
      en 4 grupos para tratar de consensuar una definición conjunta. El
      resultado fue: Aprender es un PROCESO continuo (consciente o
      inconsciente) basado en la EXPERIENCIA por el que producimos
      CONOCIMIENTOS que nos permiten SER, DECIDIR y ACTUAR. Acabamos de
      celebrar la sexta sesión de CADABRA en la que hemos analizado cuáles son los componentes que
      intervienen en el proceso de aprendizaje. Para hacerlo más comprensible,
      los he dividido en 2 grandes bloques: los impulsores (aquellos que conducen
      hacia el aprendizaje) y los detonantes (que producen el aprendizaje).   LOS IMPULSORES (Aprender Antes) 1. La Curiosidad. La primera
      sesión de Cadabra trató justamente sobre la curiosidad e invité a Alfons
      Cornella. Ser curioso significa tener interés por las cosas, deseo de
      saber, inquietud intelectual, estar dispuesto al asombro, a asomarnos más
      allá de lo que ya conocemos. La curiosidad es el hambre de conocimiento y
      curiosamente, ambos comparten
      regiones cerebrales (son los 2 responsables de nuestra evolución y
      supervivencia). El cerebro
      soporta muy mal el aburrimiento (y de ello se aprovechan las redes
      sociales) pero la
      curiosidad y la vida demandan energía. La curiosidad es el antecesor
      de la imaginación, la capacidad que juega un papel clave para aprender
      del futuro. 2. La Observación. La anécdota
      de Newton
      y las manzanas demuestra que observar
      implica prestar atención a las cosas que ocurren a nuestro alrededor.
      Cuando eres consciente,
      puedes detectar situaciones que, aunque están a la vista de todos, pasan
      desapercibidas: identificas discrepancias, patrones, oportunidades... Al
      contrario de lo que ocurría históricamente, la información ha dejado de
      ser un bien escaso, hoy lo escaso es la atención. 3. Las Preguntas. Aunque el
      sistema educativo siga sin reconocerlo, para
      aprender hay que hacerse preguntas (en lugar de responder
      correctamente preguntas que no son tuyas). La curiosidad se expresa a
      través de una pregunta. Las preguntas incomodan porque desafían lo
      establecido (Sócrates
      lo sufrió en carne propia). Cuando alguien hace una pregunta, es
      señal inequívoca de que está
      pensando. Todos los niños son
      máquinas de preguntar. Mientras aprender se basa en preguntas, enseñar
      se basa en respuestas. Por eso, el objetivo de la educación es inducir a
      hacerte las preguntas adecuadas. Tu capacidad de aprender depende de las preguntas
      que te haces. 4. La Motivación. Los motivos
      que nos impulsan a actuar son básicamente dos: lo que nos interesa y/o lo
      que nos importa. Cuando algo nos interesa o nos importa lo suficiente,
      somos capaces de aprender cualquier cosa como esta abuela
      mexicana de 96 años. Nadie necesitó que nos obligaran para aprender a
      caminar o hablar. La motivación es la energía que mueve el aprendizaje. Siempre
      pongo como ejemplo la oscarizada película “El discurso del
      Rey” cuyo punto de partida es un “aprendedor motivado”, un rey
      del imperio británico con un elevadísimo nivel de motivación por aprender
      a hablar en público porque es tartamudo y tiene que dirigirse por radio a
      sus súbditos en plena segunda guerra mundial mientras sufren los
      bombardeos de la Alemania nazi. 5. La Ignorancia
      y la humildad. El principal enemigo del aprendizaje es el
      ego, la arrogancia de creer que lo sé todo y por tanto no necesito
      aprender. De hecho, el conocimiento es uno de los principales
      enemigos del aprendizaje. Si soy exitoso y me va bien ¿para qué
      seguir aprendiendo? Solo progresamos y mejoramos
      cuando somos conscientes de lo que no sabemos. Reconocer ignorancia (sobre
      todo públicamente) es un acto
      de valentía. Nunca debemos olvidar que estamos aquí gracias a los
      aprendizajes que nos legaron las generaciones anteriores. 6. Los Objetivos. Aprender es
      siempre un medio para lograr un fin ¿Para qué aprendemos? Para alcanzar
      un objetivo que nos importa. Y nos tiene que importar a nosotros y no a
      nuestro jefe, profesor o padre. Estás preparado para aprender cuando no
      sabes algo que necesitas para alcanzar el objetivo que te interesa. El
      aprendizaje entonces ocurre cuando alguien quiere aprender y no cuando
      alguien quiere enseñar. Si queremos sacarle partido al aprendizaje,
      necesitamos intención (voluntad de conseguir algo) y consciencia (de lo
      que aprendes y de lo que debes aprender). Aprender nos conecta con el futuro. 7. Las Expectativas. Las
      personas somos nuestra historia, el resultado
      de nuestro pasado. Y en función de lo que hemos aprendido, tenemos
      expectativas respecto de lo que va a pasar. La principal misión del cerebro
      (para asegurar nuestra supervivencia) es tratar de predecir
      el futuro. Siempre pongo este ejemplo: Imagina que un buen amigo, que
      vive desde hace años aislado de la civilización, te avisa que viene a
      visitarte y le invitas a comer a un Mc Donalds.
      Tu amigo sabe lo que es un restaurant, pero jamás ha pisado un local de
      comida rápida. Cuando entráis al Mc Donalds, tu
      amigo queda descolocado al comprobar que nadie le recibe en la puerta, ni
      le lleva a una mesa, ni le trae la carta con el menú, ni le recomienda un
      vino… Todo lo contrario, tiene que hacer la cola de pie, descifrar el
      menú en un panel, pagar antes de comer, llevarse la comida en una bandeja
      y recogerla al finalizar, comer sin cubiertos… Sus expectativas saltan en
      mil pedazos y es en ese momento cuando se dispara
      la posibilidad de aprender.   LOS DETONANTES (Aprender Durante) 8. La Acción. Aprender lo
      que no sabemos nos obliga a actuar, a hacer algo (físico o mental) para
      lograrlo. Si permanezco pasivo, no puedo saciar mi curiosidad, no puedo
      encauzar mi motivación ni lograr mis objetivos y, por tanto, no aprendo.
      Por eso, si queremos que alguien aprenda, le tenemos que proponer
      actividades y no contenidos (que es lo que, por comodidad, hacemos en las
      aulas). En su libro “A thousand brains” el
      neurocientífico Jeff
      Hawkins insiste en que el aprendizaje está íntimamente ligado al
      movimiento. La biología sostiene que el cerebro
      se desarrolla gracias al movimiento. Cuando aprendo, decido cambiar
      algunas cosas, pero también mantener otras. El aprendizaje por tanto en
      un proceso y no un suceso, es un estado continuo y no un acto puntal.
      Aprender es un flujo dinámico y permanente. 9. La Práctica. Pasar a la
      acción hace evidente que aprendemos
      haciendo y, por tanto, no es
      suficiente con leer, escuchar o ver. En mi opinión, aprender
      sin hacer no es aprender, es otra cosa diferente. Aprender está
      relacionado con la experiencia propia mientras la información está
      relacionada con la experiencia de otros. De hecho, nos damos cuenta de
      que de verdad hemos aprendido algo cuando lo aplicamos. Es hora de
      derribar el paradigma dominante que considera que estudiar y
      aprender son sinónimos. Aprender haciendo es lo natural para los
      seres vivos, así aprendimos a caminar, hablar, comer, etc. Para aprender
      hay que practicar y para practicar hay que repetir y repetir durante
      mucho tiempo. Y claro, repetir es aburrido y demanda esfuerzo. Solo cuando
      algo te motiva te vuelves suficientemente persistente como para aguantar
      ese sacrificio. En un paradigma de aprender haciendo, el profesor es
      secundario porque el que tienes que hacer eres tú. El rol del profesor
      consiste en diseñar actividades para que tu actúes y
      aprendas, ayudarte cuando lo necesitas y darte feedback.
      En el paradigma de aprender escuchando, el profesor es el epicentro
      porque es el “dueño” del conocimiento. 10. El Error
      y la Confusión. Si aprendemos haciendo, hacer conlleva
      riesgo de equivocarse. El error (en algo que te motiva) es el principal
      elemento de aprendizaje. Un error es un resultado distinto al que
      esperábamos y por tanto supone una sorpresa. Si somos un conjunto de
      expectativas, el error supone es entonces la ruptura de esas
      expectativas. Si una mañana no amanece, mi expectativa falla y en ese
      mismo instante se gatilla la posibilidad de aprender porque necesito
      entender imperiosamente por qué no ocurrió lo que debía. El aprendizaje entonces
      surge de la confusión. Para que aprendas, necesito desestabilizarte, que te
      des cuenta de que no sabes y necesitas saber para recobrar el equilibrio. 11. La Reflexión. “Dad al
      alumno algo que hacer y no algo que aprender, ya que el hacer tiene tal
      potencia que exige reflexionar” (John Dewey). El error no enseña nada si no somos
      capaces de reflexionar para tratar de evitar que se repita. El dolor de un error pone en marcha
      procesos reflexivos que el placer no es capaz de provocar. La razón es
      simple: nos importa más evitar el sufrimiento, por eso siempre se hace
      más énfasis en lo negativo que en lo positivo. La buena noticia es que el
      error nos invita a reflexionar y nos conduce
      automáticamente hacia la pregunta fundamental: ¿Por qué?
      Jean Piaget defendía que “el segundo objetivo de la educación es
      formar mentes que sean críticas, que puedan verificar y no aceptar todo
      lo que se les ofrece”. Es decir, pensar exige cuestionar y no aceptar sin rechistar lo que recibimos. 12. Personal y
      Colectivo. El aprendizaje es personal e intransferible.
      El aprendizaje ocurre al interior de cada persona, en su cuerpo. Nadie
      puede aprender por ti igual que nadie puede comer ni dormir por ti. Y eso
      implica reconocer que la responsabilidad de aprender es mía y de nadie
      más. Sin embargo, no es un acto individual sino
      colectivo. Ningún recién nacido puede aprender solo sin la ayuda de
      adultos. El ser humano ha progresado gracias a su capacidad
      de colaborar. Nadie tiene todo el conocimiento y si tuvieras que
      aprender todo por tu cuenta, apenas podrías avanzar. Cuando has cometido
      un error, el feedback de alguien con más
      experiencia se vuelve crítico. El lenguaje ha tenido un papel esencial
      como acelerador del aprendizaje y las conversaciones son el principal
      mecanismo por el que compartimos conocimiento. Las historias
      son la tecnología más antigua para aprender y que nuestros antepasados
      utilizaban para transmitir
      oralmente los conocimientos de generación en generación. 13. La
      Memoria/Recordar. Si no eres capaz de resolver una
      integral, reconócelo: no aprendiste (no importa que hace 30 años supieses
      cómo hacerlo). Si mi amigo al entrar al Burger King olvida lo que le
      ocurrió una semana antes en McDonalds, no
      aprendió nada. Por eso mi definición de aprender incluye “almacenar en
      la memoria experiencia reutilizable en el futuro”. La forma en que recordamos
      define la inteligencia. Aprender exige recordar y las personas recordamos
      las experiencias que vivimos y no los cursos que hacemos (ni los
      artículos que leemos). Ojo, me refiero a la memoria como el “lugar”
      donde se almacenan nuestras experiencias que es muy distinto de aprender
      de memoria (sin entender). Cada vez que aprendes, tu memoria se modifica
      con una nueva experiencia. ¿Qué hace que una experiencia sea memorable?
      Sobre todo, las emociones. 14. Las emociones. Existe
      suficiente evidencia
      del papel de las emociones en relación
      al aprendizaje. Hace 3 años dediqué una
      columna a este asunto. Si decíamos que aprender exige recordar,
      recordamos mejor aquello que nos dejó un mayor impacto, una profunda
      huella emocional. Los recuerdos están siempre ligados a emociones, a vivencias
      y por eso, ninguno va a olvidar la pandemia ni el ataque a las torres
      gemelas, aunque nadie haya tenido que hacer ningún curso al respecto. Han
      sido experiencias inolvidables que todos hemos vivido. 15. El Tiempo. Para
      aprender, además de motivación y práctica, se requiere tiempo, quizás el
      elemento más esquivo en una sociedad que tiene demasiada prisa y muy poca
      paciencia. Pero nada valioso se aprende de un día para otro. Malcolm Gladwell popularizó la regla de las 10.000
      horas de práctica para desarrollar un buen nivel de expertise. La gran excusa para no aprender es “no
      tengo tiempo” que es lo mismo que decir no tengo tiempo para
      dormir o comer o estoy tan ocupado manejando, que no puedo parar a poner
      bencina. El aprendizaje es siempre una buena inversión, pero no es
      gratis: te promete resultados, pero a cambio te pide tiempo. El problema
      es que aprender rinde frutos a largo plazo. Nadie espera sembrar un día y
      cosechar al día siguiente. Los principales lideres empresariales ya lo
      han entendido e invierten
      sagradamente al menos 1 hora al día en aprender.  16. La Actitud. Para
      aprender tienes que estar “cabreado” con algo, de otra manera difícilmente
      estarás dispuesto a invertir tiempo y esfuerzo a practicar tediosamente,
      a soportar las decepciones de los errores y a volver a intentarlo una y
      otra vez hasta conseguirlo. Por eso, aprender además de un proceso, es un
      arte y sobre todo una actitud. Y la actitud, aunque suene contradictorio,
      como todo aquello que se demuestra, se
      puede aprender, se convierte en un hábito. En los seres humanos, el impulso
      de aprender es tan fuerte como el impulso sexual. Es decir, estamos
      diseñados para aprender y si tienen alguna duda, observen a un bebé. Nuestra
      gran paradoja es que sabemos aprender, pero no sabemos cómo aprendemos…   APRENDER DESPUES: ¿Y cómo sabemos
      si alguien ha aprendido? Sencillo, cuando hace algo que antes no podía
      hacer. Es decir, se produce un cambio observable en su conducta. No basta
      con que nos diga cómo se hace algo ni que responda correctamente un test
      de respuesta múltiple, es necesario hacerlo. La mayoría de los esfuerzos
      están orientados hacia el aprendizaje consciente: planificado,
      formal, que toma como punto de partida la ignorancia y los objetivos, es
      decir, aquello que intencionalmente sabemos que no sabemos y queremos
      aprender. Sin embargo, la parte más importante de nuestro aprendizaje
      es inconsciente que es donde entran a jugar la curiosidad y la
      motivación. Por ejemplo, durante muchos años, jugué seriamente al
      baloncesto porque lo disfrutaba. Traté de aprender a jugar lo mejor
      posible pero nunca fui consciente de que mientras jugaba, aprendía a
      lidiar con el error, a aceptar la derrota, a resolver conflictos, a
      liderar y ser liderado, a colaborar, a comunicarme, a cumplir
      compromisos…   Esta lista de
      componentes no es exhaustiva. Simplemente he recogido aquellos que a lo
      largo de mi experiencia he comprobado que son los más determinantes y a
      los que se puede sumar, por ejemplo, cuándo,
      dónde,
      con
      quién y para qué
      aprendemos. Les dejo una
      pregunta final: Piensen en cuantos de esos 16 elementos forman parte de
      cualquier actividad de aprendizaje en la que han participado o de las que
      les haya tocado diseñar. Acabo de terminar un programa de cultura de
      aprendizaje de 4 sesiones (virtuales) con cerca de 60 participantes de empresas
      de toda Latinoamérica y para mi sorpresa, me he encontrado con un
      elevadísimo porcentaje de alumnos “domesticados” que esperan que alguien les diga qué
      aprender y cómo deben hacerlo…   El 14 de diciembre realizaremos la séptima sesión de CADABRA donde conversaremos sobre “Aprendizaje
      y complejidad” con Marcelo
      Lasagna. La
      sesión del 28 de diciembre la dedicaremos a “Aprender de los errores
      en proyectos de trabajo colaborativo” con Joaquim Carbonell. El 16 de diciembre impartiremos una sesión sobre “Nueva cultura
      del aprendizaje en las organizaciones” para la Escola d’Administració Pública de Catalunya. La semana del 20 de diciembre impartiremos una conferencia sobre “Conocimiento
      crítico en la documentación de procesos” para el Coordinador Eléctrico Nacional.   |