“Toda vez que los
seres humanos sentimos que estamos aprendiendo algo, que nos estamos
acercando a un conocimiento, es uno de los placeres máximos” (Ricardo Darín)
Si estás leyendo esto, es porque eres una
máquina de aprender. Tampoco te creas un o una superdotado/a, no tiene
tanto mérito: el aprendizaje viene de serie.
Dentro de la moda de establecer rankings de
todo tipo, uno de los típicos es el de las habilidades
más importantes para el SXXI. La
clasificación divide las habilidades en 3 bloques, el primero de ellos “Habilidades
de aprendizaje e innovación” (que incluye pensamiento crítico,
resolución de problemas, comunicación, colaboración, creatividad e
innovación). Otros rankings incluyen el “aprendizaje a lo largo de
la vida” directamente como habilidad crítica.
¿Qué es una
habilidad? Según el diccionario de la RAE, es la “capacidad y disposición para algo”
pero también “gracia y destreza en ejecutar algo que sirve de adorno a
la persona, como bailar, montar a caballo, etc”. En términos
coloquiales, una habilidad te permite lograr un objetivo específico (como
disfrutar bailando o pasear montando a caballo). Por ejemplo, soy
creativo si soy capaz de escribir artículos o diseñar presentaciones
novedosas. Soy buen comunicador cuando la audiencia a quien quiero
entregar un mensaje considera que la conferencia que he impartido lo ha
transmitido claramente. Esto significa aceptar una premisa fundamental:
Todas las habilidades se aprenden.
¿Y por qué
aprender no es una habilidad? Porque no necesitas aprenderlo. Aprender es
una característica innata de todos los seres vivos. Aprendes desde que
naces y lo haces porque necesitas adaptarte al entorno y a sus cambios.
No hace falta que nadie te enseñe a aprender. Aprendiste a caminar y
hablar sin hacer ningún curso. El año siempre tuvo 4 estaciones y para
cada una de ellas, aprendiste que debías hacer cosas muy diferentes. Por
tanto, no necesitas aprender cómo se aprende, sino que lo traes de
nacimiento. Sin embargo, aprender es lo que permite que todas las
capacidades se desarrollen. O dicho al revés: para que puedas mostrar
cualquier habilidad necesitas aprenderla. Aprender traduce el potencial,
el talento de las
personas en conocimiento aplicado, en
resultados. Los Resultados que obtienes al realizar
una tarea no son otra cosa que Tiempo multiplicado por Conocimiento. Si
en el mismo tiempo y las mismas condiciones, tu produces 30 y yo 10, la
diferencia radica en que tienes “el triple” de conocimiento que
yo. Y el Conocimiento no es otra cosa que Tiempo multiplicado por
Aprendizaje. El ser humano es el animal más inteligente
porque somos los que mejor hemos desarrollado la capacidad de aprender. Lo más
probable es que para obtener ese “triple” de conocimiento, tu
hayas dedicado mucho más tiempo que yo a aprender. El tiempo que necesitas para hacer una
tarea es proporcional al conocimiento que tienes, es decir, a la cantidad
de tiempo que invertiste en aprender. Aprender siempre es un medio para
lograr un fin. La inteligencia
depende del aprendizaje.
Aprender constituye entonces el cimiento sobre
el que se construye todo lo demás. Es algo previo a la habilidad, una
condición basal igual que respirar. Aprender es lo que convierte
capacidades (Curiosidad, Imaginación, Creatividad, Resiliencia,
Flexibilidad, Empatía, Proactividad o Actitud) en habilidades. La mala noticia es que, aunque aprender es
el vehículo que permite que las capacidades se expresen, eso no ocurre de
manera automática. Paco de Lucia sostenía que “cualquiera puede ser el
mejor guitarrista del mundo si está dispuesto a pasarse los siguientes 30
años practicando 10 horas diarias los 7 días de la semana”. Todo
depende de si realizamos o no el esfuerzo de aprender. Demostrar una
habilidad es inmediato, se trata de una actividad puntual: Comprobar si
sabes bailar o montar a caballo no toma apenas tiempo. Sin embargo,
adquirir esa habilidad, es decir aprender, requiere de mucho tiempo
porque es un proceso (Malcom
Gladwell le puso la cifra redonda
de 10 mil horas). Comunicar
es una habilidad a la que tuviste que dedicar mucho tiempo para
aprenderla y no de cualquier manera. Nadie nació sabiendo hablar ni
escribir (ni bailar ni montar a caballo) y tampoco lo aprendió leyendo un
libro. Aprender sin hacer no
es aprender.
¿Puedes
aprender a aprender? Por supuesto, es algo prioritario porque estarías
potenciando tu principal superpoder ¿Cómo se aprende? La paradoja de
nuestro tiempo es que sabemos aprender, pero no sabemos
cómo aprendemos. Mejorar tu capacidad para aprender implica
asegurarte de que dicho proceso pivota alrededor de 2 elementos
cruciales: INTENCIÓN (entendido como voluntad de conseguir una meta) y
CONSCIENCIA (que te permite evaluar lo que aprendes y también lo que no
sabes). De hecho, uno de los principales objetivos de nuestro sistema
educativo debiese ser convertir a todos los jóvenes en expertos en
aprendizaje. No importa
que sepas mucho de una u otra cosa siempre que sepas cómo aprender
cualquier cosa. Decía Bernard Shaw que “La vida no es la búsqueda de uno mismo,
la vida en más bien la creación de uno mismo”. Hasta hoy, la
educación sigue insistiendo en que aprender es sinónimo de
estudiar y entregar la
respuesta
correcta cuando
sabemos que aprender depende de hacer las
preguntas adecuadas. Las preguntas son
infinitas, las respuestas no. La buena noticia es que todo se puede
aprender, aunque no
todo se puede enseñar. El aprendizaje depende de que alguien quiera
aprender y no de lo que alguien
quiere enseñar. En un mundo desmaterializado y cada vez más
automatizado, la educación industrializada (café para todos), cada
vez más en crisis, tiene que dejar paso a la educación personalizada.
¿Por qué importa
aprender? Una respuesta obvia es “para ser cada día un poco
menos ignorantes”. Pero si profundizamos, nos damos cuenta de que todo lo que no
es provocado por la naturaleza es fruto del conocimiento
humano. Y el proceso
de producción del conocimiento se llama aprendizaje. Todo lo que no
podemos hacer, lo aprendemos ¿No podemos volar? Inventamos el avión
¿Pasamos frio en invierno? Inventamos la calefacción. La tecnología es
aquello que es útil y fue inventado por nuestra mente. Toda tecnología es conocimiento. Llevamos miles de años
solucionando problemas a base de conocimiento.
Hay quien define la inteligencia como la capacidad de resolver problemas. Se
atribuye a Einstein la frase “no puedes resolver un problema con el
mismo estado mental con el que se creó” ¿Qué es un problema? Una
situación que no puedo resolver y me impide conseguir un objetivo ¿Por
qué algo es un problema? Porque carezco del
conocimiento para
resolverlo. Cuando mis hijos tenían 1 año, atarse los cordones era un
problema mientras para mí era una tarea que requería 10 segundos. Todos
los problemas son siempre de conocimiento (y se resuelven con
aprendizaje).
Distingo entre 3 clases de conocimiento: 1.
Cuando sabes lo que
necesitas, en cuyo caso el conocimiento no te importa (ya se atarme los
zapatos y por eso el conocimiento es invisible). 2. Cuando no
sabes algo que alguien si sabe en cuyo caso
necesitas aprender y como ese conocimiento existe, sabes de quién
aprender. Cuando tienes un problema, o bien preguntas a alguien o le
preguntas a algo (hasta hace poco a Google y ahora a Chat GPT). 3. Cuando no
sabes algo que nadie
sabe en cuyo caso hay que innovar. Crear
conocimiento es un proceso caro y
lento como
comprobamos con la vacuna para la Covid. Carecer del conocimiento
que necesitas te hace sufrir.
Así como el aprendizaje
tiene componentes, el
conocimiento tiene tipos. La mayoría de la gente asocia conocimiento con
lo técnico (las asignaturas y materias intelectuales que se estudian).
Sin embargo, además del conocimiento “documentable”, existe
conocimiento en forma de metodologías, de habilidades, de experiencia, de
relaciones e incluso de talento natural. Aunque suene extraño, la actitud es uno
de los conocimientos más valiosos.
Eso significa que la vida es un
asunto de conocimiento, de saber
hacer. Y si eso es cierto, entonces tu vida
depende de tu capacidad de aprender y de tu conocimiento
crítico porque el
conocimiento es el resultado del aprendizaje. Aprender es la fuente de la
vida, el manantial del que brota todo.
Conclusiones
Todo
hombre puede ser, sí se lo propone, escultor de su propio cerebro (Santiago
Ramon y Cajal,
Premio Nobel de medicina en 1906).
Aprender no es una habilidad, es lo que necesitas
para desarrollar una habilidad. Los seres humanos hemos evolucionado
gracias a nuestra destreza para aprender y hacerlo en comunidad. Aunque el aprendizaje es
un proceso personal (pero no individual), el secreto radica en la colaboración. Estamos diseñados para relacionarnos y
establecer conexiones, aunque nos cuesta
aprender colectivamente como lo
demostraron las 7 olas de la Covid. Nacemos como un prototipo y a partir
de ahí, aprendemos y desaprendemos. Si todo cambia a nuestro alrededor y el
conocimiento caduca, entonces aprender es
más importante que saber.
Para producir cobre, oro o hierro, un país necesita
minas. Para producir petróleo necesita yacimientos. Pero para producir
conocimiento, lo que necesita son neuronas, es decir, personas. No todos
los países tienen materias primas, pero todos tienen personas. Si un Estado tiene como una de sus prioridades
ayudar a quienes más lo necesitan, la mejor estrategia no es entregar
recursos (subvenciones, bonos, etc) sino conocimiento para hacer cosas,
es decir, buena
educación. El
conocimiento es como una mochila que llevas siempre contigo, que no pesa
nada pero que contiene las herramientas que te permiten resolver
problemas.
Aprender es un asunto muy serio. En realidad,
no hay nada más importante que aprender. Hay cosas que son igual de
importantes y que son las que nadie puede hacer por ti: si no comes, no
bebes o no duermes te mueres, pero si no aprendes, también te mueres. El
conocimiento es lo que te permite vivir. Aprender es lo que produce
conocimiento. Por eso debiésemos considerar el aprendizaje
como algo sagrado. Si estamos
automatizando la vida (trasladando conocimiento de la mente humana a las
máquinas) entonces la clave es aprender lo que no es fácil ni posible de
automatizar. La pregunta decisiva entonces es qué uso le
debiésemos dar a nuestro cerebro.
No hay excusas, aprender siempre depende de ti. Ahora
bien, aprender toma tiempo,
no hay atajos. Aprender no es
una metodología, sino que es un modelo mental, una forma de vivir.
Instaurar una cultura de
aprendizaje exige cambiar
nuestra forma de pensar, anclada en creencias ancestrales. Eso obliga considerar
el aprendizaje como parte de los procesos y reservar tiempo (como la regla de las 5 horas) para aprender. El éxito es como
una capa de bronce que te va rigidizando. El conocimiento te
puede inmovilizar mientras que aprender
requiere movimiento porque cuando te desplazas, el contexto cambia,
aparecen cosas nuevas que necesitas aprender. Por ejemplo, una hipoteca
te impide moverte, te “encadena” a un lugar fijo y, “metafóricamente”,
te restringe la posibilidad de aprender. Cuando dejas de aprender,
dejas de vivir. El gran
peligro es que hay demasiadas cosas por aprender. Aprender es adictivo y
cómo confiesa Darín en la cita inicial, es un placer difícil de
rechazar.
El 4 y el 18 de
abril, en Cadabra la
magia de aprender, dentro de Abra Laboratorio de Aprendizaje realizaremos
una sesión sobre “¿Qué es la inteligencia?” con Sergio Mora y “Cómo aprende
el sector de la Salud” con Oscar Dalmau.
El 16 de abril en
Bogotá impartiremos la conferencia “Organizaciones inteligentes”
para el programa “Latam Talent Academy” de Pepsico.
En abril
impartiremos la conferencia del lanzamiento del programa “Embajadores de
aprendizaje” de Copec sobre “Organizaciones
inteligentes y aprendizaje”.
En abril
comenzaremos el programa de la Liga de Formadores de Antucoya (Antofagasta Minerals) con la conferencia “Los componentes del
aprendizaje” de la mano de Alianza Creativa.
También en abril impartiremos el curso virtual “Gestión
del Conocimiento” para el Servicio Andaluz de
Empleo.
|